trentanove

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Al momento en el que entran a la oficina del señor Milago, Petunia corretea hacia los brazos de su dueño tan pronto como lo intercepta, y de alguna forma el ceño de disgusto le cambia por completo mientras se pone sobre sus cuclillas para mimar a su mascota. El animal le lame la mejilla con cariño, y de la misma manera emocionada va directo hacia Amélie, soltando un ladrido seguido de varios jadeos mientras se coloca sobre sus dos patas en un intento por hacer que la cargue.

—Tómala en brazos, Vénus. Y coge asiento, por favor— Le indica el fotógrafo con la suavidad desbordando por completo de su voz cuando no hay nada más que adoración brotando de su pecho por ella.

Amélie le obedece sin decir una sola palabra, ocupar o un espacio en el suelo en una esquina tan solo para poder jugar con Petunia y tomarla entre sus brazos como le ha pedido su pareja. Una sonrisa inconsciente se dibuja en sus labios y su atención es llamada por Ashton.

—Rinaldi, ¿qué es todo esto?— Inquiere el rizado de ojos castaños con completa confusión, mirando a su alrededor para observar cómo más de dos docenas de mujeres se encuentran en su despacho. —¿Qué hacen todas las puñeteras modelos en mi oficina?

Suena irritado y algo cansado, Luke observa la habitación repleta de chicas, todas y cada una diferente a su manera, con algo en especial que las distingue en su propia belleza, lo suficiente como para formar parte de la revista más famosa de Italia y probablemente del mundo, pero ahora, en esos momentos para el señor Rinaldi todas son iguales.

Las mira una por una, notando el nervio que se apodera de ellas ante la incertidumbre de la situación.

—Todas ustedes conocen las reglas, señoritas. Yo mismo me encargué de citarlas para ustedes sin problema— Empieza a decir, lo suficientemente alto como para provocar que el leve cuchicheo que algunas mantienen se detenga. —Una de esas reglas es que nadie que no sea yo puede entrar a mi estudio y el piso de arriba sin mi permiso, y resulta que una de ustedes ha irrumpido no sólo en mi espacio, sino que ha violado mi privacidad.

—No me digas que te estabas jalando la polla—Inquiere Ashton con tono burlón, a algunas chicas el comentario le provoca gracia y a otras simplemente la situación en general les parece demasiado densa. —No es para tanto sí es así, Rinaldi. Estas chicas ya son mayorcitas, me imagino que han visto un miembro ya.

El rizado toma asiento en el suelo junto a Amélie y es posible que las modelos observen aquella escena impresionadas, nunca antes han visto al señor Milago ensuciar uno de sus trajes para sentarse en el suelo con una chica cualquiera y un animal. Es algo que aparentemente no creen, pero lo tiene junto en frente.

—Eres muy gracioso, Milago. Observa cómo me río de lo hilarante que eres— Se queja con todo el sarcasmo del mundo tan solo para entrecerrar los ojos en su dirección. —No me estaba masturbando, estaba con Amélie.

Y aquel dato es suficiente para Ashton lo mire con impresión y luego dirija la vista hacia ellas.

—Gran metida de pata quien quiera que sea la que entró sin permiso. Nadie debe interponerse en los actos íntimos de un par de amantes.

Luke asiente, casi contento de que su amigo sea capaz de comprenderlo sin demasiadas explicaciones de por medio, y como no ha de hacerlo, si le ha llenado los oídos de lo muy enamorado que está de Amélie y lo que se siente y significa para él poder estar con ella. Ashton entiende el amor que él carga en su interior por ella.

—Exacto. Un grave error— Asiente lentamente. Aprieta los labios y alza las cejas. — Así que díganme, ¿quién de ustedes fue?

Un silencio se crea en la oficina, Petunia ladra alegre cuando Amélie le acaricia detrás de las orejas y toda la atención va directo a ella. La morena se encoge ligeramente ante las miradas y el fotógrafo nota aquello, así que vuelve a preguntar para distraer la atención de su amante.

—¿Quién de ustedes entró a mi estudio sin permiso?

Las modelos intercambian varias miradas entre ellas y de pronto una alza la mano entre la multitud. Se encuentra detrás de un par de chicas, por lo que tiene que armarse de valor para salir al frente y dar la cara. Se trata de una rubia alta, de ojos clarísimos con pupilas muy oscuras, una belleza impresionante que bendice su rostro.

Sin duda merece estar en la revista.

—Charlotte— Dice Luke, la decepción se evidencia en su voz.

—Sí, señor Rinaldi. Fui yo. Lo lamento mucho.

—¿No explicarás la razón por la que irrumpiste en su estudio?— Pregunta Ashton desde su lugar.

Charlotte sacude la cabeza.

—No señor. A pesar de haber sido un accidente, conozco las reglas, no debí entrar.

—Me alegra saber que estás consciente de esto, por lo que tu castigo no será el despido— Anuncia y un jadeo de muchas se escucha en la oficina entera. El fotógrafo continúa. —Pero, ya no participarás en esta temporada. Sí no me equivoco estabas trabajando con Rossi, por lo que le comunicaré sobre tu sanción. Puedes recoger tus cosas e irte a casa, Ashton te llamará cuando sea tu momento de volver.

Y la sentencia es dada, nadie dice nada, mucho menos Charlotte, quien una vez más se disculpa con el fotógrafo y con Amélie, quien se siente terrible por aquella chica.

Luke se aclara la garganta cuando la puerta es cerrada una vez más.

—Muy bien. Vuelvan a lo suyo, excepto por Marie, Cécile y Victoria— Menciona con sencillez, conociendo a todas y cada una de ellas de memoria. —Ustedes vendrán conmigo y con Amélie al estudio.

Las chicas se retiraron, y existe la posibilidad de que Amélie se dé cuenta de que la misma Charlotte, junto con Marie, Cécile y Victoria han sido las mismas mujeres que han hablado mal de ella en aquel baño para mujeres.

Un escalofrío le recorre la médula cuando no puede creer que Luke en serio las haya escogido a ellas para hacer la sesión a su lado.

Body art [#2] | ✓Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt