Otto

637 69 27
                                    

Amélie se remueve en el asiento en el que se encuentra, su mirada está puesta en alguna parte de la madera del escritorio y siente esta necesidad insaciable de hacerse terriblemente pequeña con la esperanza de desaparecer. Se obliga a sí misma a alzar la vista hacia Ashton cuando empieza a hablar, y traga saliva porque la sensación de nervio todavía la aborda.

—Puedes tomarte el tiempo que creas necesario para leer este contrato— Le dice, sacando una carpeta de una de las gavetas del escritorio para deslizarlo sobre la superficie hacia ella. —Aquí básicamente te decimos todos los términos y condiciones que conlleva trabajar en Bella Donna, como por ejemplo, la exclusividad. No puedes trabajar con ninguna otra compañía que no sea la nuestra durante el periodo estipulado, el cuarenta por ciento de las ganancias por fotografía será tuyo y el resto nos pertenece al igual que los derechos de autor. También dice cuál será tu salario, y oh por el amor a Cristo, Rinaldi, ¿puedes dejar de mirarla como un subnormal?— Se queja de repente, provocando que Amélie alce las cejas en impresión. — Me estás poniendo de los malditos nervios, carajo. Más raro imposible.

Amélie se muerde los labios para evitar reirse de su último comentario, y cualquier atisbo de sonrisa se desvanece para transformarse en vergüenza cuando se da cuenta de que en efecto, el señor Rinaldi está mirándola.

Es posible que Ashton tenga un poco de razón al utilizar aquel adjetivo despectivo para referirse a él, porque lo cierto es que si es un poco extraño el hecho de que el fotógrafo se encuentra sentado junto a ella, con una mano debajo del mentón y el codo apoyado en el reposabrazos mientras mantiene una sonrisa soñadora, como si no hubiese nadie más celestial en aquella oficina además de ella.

Amélie quiere sentirse incómoda, de hecho, piensa que lo esta. Sin embargo, hay una parte de ella que la sorprende al hacerle saber que en realidad se percibe a sí misma estando un poco a gusto, ligeramente cómoda con aquellos orbes puestos sobre ella. Se imagina que debe de ser por el hecho de que el señor Rinaldi la está viendo a la cara y no al cuerpo, y ella no tiene ningún verdadero problema con eso hasta ahora.

Luke pone los ojos en blanco y se llena los pulmones de aire ruidosamente.

—Pues perdóname por perderme en la belleza humana, grandísimo insensible— Inquiere más ofendido que otra cosa. Se pone de pie sin problema. —Más te vale terminar con tu papeleo rápido, necesito enseñarle a mi nueva musa donde estaremos trabajando.

Y listo, con esas palabras sale de la oficina.

Ashton respira y vuelca los ojos llamando la intención de Amélie.

—No está tan loco, ¿sabes?— Le informa, como si supiera que está pensando en justamente eso. —Solo se pone así cuando está emocionado por algo que le gusta. Pareces ser una buena chica, así que lo único que tengo para advertirte es que una vez que ese lunático gusta de algo, no lo deja por nada del mundo. Aunque es la primera vez que lo he visto tan emocionado por una chica, pero en fin, puedes llevarte el contrato y leerlo en tu casa, tráelo mañana firmado si estás de acuerdo y podemos empezar a trabajar ¿tienes alguna pregunta en especial?

Amélie se queda callada durante unos cuantos segundos, procesando las palabras del señor Milago acerca del fotógrafo gustando de ella. Piensa que es imposible, un invento, una mala interpretación del rizado hacia las miradas que le da a Amélie y que para ella definitivamente no tienen ningún significado en especial.

Reacciona justo a tiempo, saliendo de sus propias cavilaciones casi de golpe.

—Eh, si. En realidad tengo un empleo en una empresa publicitaria— Le informa. —¿Eso es un problema?

Ashton tuerce ligeramente la boca.

—Depende, ¿cuál es tu posición?

—Formo parte del departamento de diseñadores.

Body art [#2] | ✓Where stories live. Discover now