Tredici

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Lo cierto es que Amélie nunca ha besado a alguien en su vida, y ni siquiera ha pensado siquiera en la posibilidad de hacerlo porque nadie nunca se ha interesado en ella lo suficiente como para hacerlo, por lo que, cuando el señor Rinaldi junta sus labios contra los suyos y empieza a moverlos con la suavidad del pétalo de una rosa, ella no puede evitar el escalofrío que la recorre de pies a cabeza y que provoca que le tiemblen las piernas y que los vellos del cuerpo se le ericen.

Tararea de manera involuntaria cuando una de las cálidas manos del fotógrafo se dirigen hacia su nuca y sus dedos largos se enroscan en su piel, acariciándole con cariño el cabello de la zona mientras que con la otra mano le sostiene la mejilla.

Amélie se siente ebria por un momento, encantada con la danza que traza el rubio sobre su boca y la comodidad que percibe al estar compartiendo un momento tan íntimo con él, y es un poco ridículo de su parte considerar el beso de tal manera, sin embargo, y teniendo en cuenta que es su primera vez, sencillamente no puede evitarlo.

Entreabre los labios cuando siente que se está quedando sin aire, y tiene la suerte de que el artista se aparta un poco de ella para permitirle respirar. Le roza al punto de la nariz con la suya y hace esto de dejarle pequeños besos en la boca mientras Amélie respira en silencio. Se le cierran los ojos casi por inercia cuando siente como le frota el pulgar en el pómulo y tiene que obligarse a sí misma a volver a abrirlos tan sólo para encontrarse con el azul de sus ojos.

—¿Ya estás menos tensa?— Cuestiona en un pequeño murmullo que sólo ella puede escuchar.

Le toma un segundo el pensar en su respuesta y llega a la conclusión de que si, en realidad se siente mucho mejor, más calmada, un poco más suelta incluso, como si aquel beso le hubiese dado todas las fuerzas que alguna vez fue capaz de perder.

Asiente suavemente y una enorme sonrisa se desliza por las comisuras del señor Rinaldi, a quien le brillan demasiado los ojos y que no parece dudar cuando le deja un nuevo beso, como si fuese ya una costumbre para él.

Y Amélie está encantada con él, sinceramente lo está. No solo por qué ha sido extremadamente excéntrico alrededor de ella, sino porque de alguna forma le brinda esta sensación reconfortante que por un instante logra opacar la inseguridad que suele habitar en su alma, y es agradable al igual que el tacto de sus labios, y Amélie es incluso capaz de admitir en voz alta que desea ser basada nuevamente porque aquello se ha sentido como una caricia dada por el mismo sol en su plena belleza primaveral.

Pestañea varias veces cuando el fotógrafo se aleja y le toma un segundo el darse cuenta de que se ha regresado a su posición detrás de las luces artificiales. Amélie inhala suavemente y vuelve a parpadear mientras siente cómo le pesan los párpados.

—¿Alguna vez te ha pasado que tienes ganas de besar a alguien con todas tus fuerzas?— Pregunta el artista, y de repente dispara la cámara, provocando que el flash tome desapercibida a la muchacha en su estado de somnolencia inducida. Jadea porque no ha estado preparada para ello. —Porque yo llevo deseando besarte desde que te vi en ese parque.

—¿De, de verdad?— Balbucea sin poder creer sus palabras. El flash otra vez la agarra desprevenido. —¿No debería de esperar a que haga alguna pose o algo por el estilo, señor?

El rubio sacude la cabeza con suavidad, ocultándose detrás del lente del artefacto.

—No, nada de eso— Sonríe con suavidad. Toma una nueva foto. —No te preocupes por eso. Sigamos conversando, me gusta cómo luces cuando hablas, aunque pareces ser muy callada, ¿no es así?

Amelie se muerde ligeramente el labio inferior y baja la mirada brevemente al sentir como el bochorno se apodera de ella más de lo que le gustaría.

—Yo, huh, supongo que a veces no sé qué decir.

—Estoy seguro de que hay muchas cosas dentro de esa cabeza— Comenta, dejándola tranquila un momento mientras parece arreglar alguna configuración en la cámara. Amélie se aparta un rizo del rostro y de alguna manera el rubio consigue capturar el movimiento justo a tiempo.

Amélie percibe como el rubor le sube hacia las mejillas y tiene esta sensación cálida en el pecho que no comprende en absoluto. Tal vez se trata del efecto que tiene la manera en la que el señor Rinaldi la mira antes de tomar la fotografía, o la forma en la que él parece desenvolverse increíblemente bien a su alrededor, casi como si bailara en su oficio.

Y es agradable, y divertido, y a Amélie le gusta mucho mirarlo de aquel modo.

La fascinación que siente por él es abrumadora si se lo pregunta.

—Cuéntame sobre ti, Vénus— Le dice, llamando su atención, ajustando la cámara y volviendo a disparar. —¿A qué te dedicas?

Amélie alza los ojos al pecho y coloca los brazos detrás de la espalda mientras la enderezar y evita cubrirse el vientre de paso, por alguna razón siente que si lo hace, ocasionaría una dificultad en la labor del fotógrafo, y aunque siente repulsión de sí misma al exponerse de esa forma, tiene el consuelo de que por lo menos Luke estaría satisfecho.

De alguna manera eso es más que suficiente para ella.

—Soy diseñadora principal en una pequeña agencia publicitaria— Responde con vagueza, como si no fuese la gran cosa. —No es nada, solo hago la parte gráfica de las cosas que lo necesitan y eso, no lo sé.

—Ah, eso quiere decir que también eres una artista— Razona, sonriente, brillante, tan guapo que llega a doler.

Amélie aprieta los labios suavemente.

—No creo que artista sea la palabra adecuada para describirme, señor. Yo solo, solo soy decente en eso del diseño y lo demás. No es la gran cosa.

—Yo creo que si es la gran cosa. El arte es bastante relativo, Vénus, puede ser interpretado de la manera que quieras, como por ejemplo— Camina hacia Amélie en cortos pasos hasta quedar delante de su lugar. Se inclina sobre ella y hace esto de rozar sus narices una vez más, dejando que Amélie se pierda en sus facciones, en su ternura, en sus labios entreabiertos cuando deja escapar el aire por ellos, en el brillo que habita en sus ojos mientras la recorre con la mirada. La toma de las mejillas con cuidado, casi como si fuera de cristal y continúa hablando. —La forma en la que tu cuerpo reacciona a mi cercanía puede ser considerado como una expresión de arte para mí, la manera en la que tengo tantas ganas de besarte nuevamente es arte. Todo lo es, Vénus, y tú abarcas ese todo.

Esta vez, y casi por puro impulso, quien se inclina hacia adelante para atrapar su boca resulta ser Amélie, quien se encuentra algo así como desesperada por sentir como su cuerpo se estremece por completo al percibir la calidez de sus labios, como sus pulmones se llenan de aire en regocijo por aquel exquisito beso.

Los ojos se le cierran por inercia y cree que puede alimentarse de sus besos y no sentirse saciada ni en un millón de años.

El fotógrafo jadea contra la boca de Amélie y le baja las manos hacia la cintura,  sujetándola con firmeza electrizando y pegando su cuerpo al suyo. Le devora con fiereza, probando su cavidad bucal cuando sus lenguas se encuentran en una danza erótica que sus almas de manera trascendental, hasta que se siente que se les va el aliento en ello.

Y quizás el artista se da cuenta de ello, porque en secreto llega a la conclusión de que no podría apartarse de ella ni aunque lo intentara, que desea extraer todas las virtudes y cualidades de aquella preciosa mujer y exaltarlas de la manera en la que cree que lo merece.

La quiere a ella, por completo, y a nadie más.

Y el deseo llega a ser tan abrumador y agobiante que tiene que apartarse de ella con una fuerza de voluntad de piedra. Respira profundamente, la siente alterada entre sus dedos y con las pupilas dilatadas le echa un vistazo, sintiendo como las tripas se le revuelven en el estómago al verla de esa manera.

Está cautivado, se le nota a leguas y ni siquiera trata de ocultarlo cuando habla.

—Quédate justo así, Vénus. Pareces una diosa.

Se aparta casi con destreza y sostiene la cámara entre sus dedos para capturar a Amélie saliendo del aturdimiento que le ha provocado aquel excitante beso. Y es posible que ella piense en esos momentos que si las sesiones de fotos serán de esa forma, ella no cree tener demasiados problemas con ello.

Al menos, no mientras hayan besos de por medio.

Body art [#2] | ✓Where stories live. Discover now