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Amélie mantiene el papel entre sus dedos mientras lo mira fijamente. No está segura de sí se encuentra siendo víctima de alguna especie de broma increíblemente pesada o algo por el estilo, y es en lo único que ha podido pensar desde que ha reconocido el lugar que está anotado en el trozo de hoja.

Le ha tomado varios minutos el comprenderlo, ha tenido incluso que esperar a que la saliva del cachorro se secara para poder entender apropiadamente las palabras que están escritas.

Y se siente mal, se ha estado sintiendo de esa forma desde ese instante y quiere llorar, muchísimo, como si sus ojos fuesen un par de cascadas activas. Quiere incluso volverse tan pequeña que nadie podría tener idea de dónde se encuentra.

Y es que el papel contiene la dirección de aquella compañía en donde se realiza todo lo que tiene que ver con la revista más famosa de toda Italia. Esa que Amélie se pasa horas y horas observando, en el parque, en casa, en sus tiempos libres en el trabajo, y que es su verdadero martirio porque lo único que le provoca es preguntarse por qué no puede ser como ninguna de esas modelos.

Y Amélie no entiende por qué aquella dirección ha llegado a sus manos, porque para ella no tiene el más mínimo de los sentidos.

¿Esta es acaso una invitación?

¿Por qué siquiera tiene fecha y hora específica?

La letra es pequeña y atractiva, pero se entiende lo suficiente como para saber que aparentemente la están citando a ir a aquella compañía el veintiuno del décimo mes de aquel año a las cuatro de la tarde.

Reprime un pequeño suspiro con cierto pesimismo de por medio y arrastra los pies hacia el escritorio en su habitación para buscar el calendario que tiene por la superficie.

Casi se le cae cuando se da cuenta de que la fecha es mañana.

Ella en serio ha sido invitada de un día para otro al mundo de la moda, a ese universo de elegancia y buena autoestima, y todo lo que Amélie tiene en escasez.

Deja el calendario en la madera, junto al papel y se sienta en la esquina de su cama para pensar en sus probabilidades. Sigue creyendo que todo puede ser una muy mala broma, pero al mismo tiempo tiene esta pequeña curiosidad por saber de qué va todo esto.

El fugaz pensamiento de que podrían burlarse de ella por siquiera poner un pie en el establecimiento la invade de muy mala manera, y ahora se encuentra en esta encrucijada que le provoca esta opresión en el pecho, como si alguien estuviera intentando devolverle los latidos del corazón al presionar con fuerza.

Se siente ansiosa, y eso ligado con la curiosidad ahora la están devorando desde adentro hacia afuera.

No sabe qué hacer, no tiene ni la menor idea, así que, en plena noche se pone de pie, busca unas zapatillas cómodas y decide ir a uno de sus restaurantes preferidos con la intención de tragarse las malas sensaciones y hasta quizás encontrar una respuesta a una pregunta que ni siquiera se ha hecho.

Body art [#2] | ✓Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz