Siete

1K 119 95
                                    

Ethan

Pasaron ocho días desde que Levi casi descubría su secreto, el más profundo, el más oculto. Bueno, dejó de serlo cuando olvidó completamente la foto que tenía en su habitación con su padre y las fotos familiares colgadas en la pared frente a las escaleras que su madre quiso poner.

Esperaba que Levi se hubiese creído aquella mentira, esperaba que no le dirigiera la palabra jamás pero no funcionó del todo; él seguía mirándolo como una presa y su amigo le sonreía cada que se encontraban como si fueran amigos de toda la vida o dándole halagos de que su falda, sus blusas, sus aretes, cualquier prenda de vestir que usara le quedaban hermosos en él.
Ethan solamente se limitaba a sonreír o murmurar un "Gracias" mientras que Jane lo miraba con picardía o Demian se quedaba mirando al azabache de cabello teñido como un bobo. Casi como Levi lo miraba a él.

Aquel día se encontraba en clases tomando notas de lo que el maestro exponía en clase, debes en cuando veía a través de la ventana la solitaria carretera, el conserje barriendo las hojas secas de los árboles o de algún maestro fumando creyendo que el director no lo descubriría. Comenzó a dibujar flores en las esquinas, las hojas le salían deformes e intentó imaginar que su pluma era un pincel más se estaba aburriendo, se frustró y rayó la dicha flor. Por lo menos la primera fue decente.

De pronto un papel doblado cayó en su libreta, frunció el ceño, levantó la vista para saber quién le había enviado la nota. Todos se encontraban en su mundo, por lo que, optó por abrir el papel; tal vez se trataba de un insulto, una declaración de amor o de una amenaza sobre su existencia -como normalmente le sucedía en su preparatoria-. Se sorprendió al ver el mensaje, levantó la mirada, buscando respuestas.

"Ve a los baños cerca de los talleres, te espero ahí a las 12:00pm"

Arrugó el papel metiéndolo en su mochila como otra basura más.

*

- ¿Harás algo este fin de semana? Ya sabes, para ver la película.

Pinchó con su tenedor de plástico un pedazo de melón para llevárselo a la boca la granola crujía entre sus dientes y un sabor dulce y jugoso llenaban su lengua. Pensaba en una excusa, un respuesta para la invitación, un rechazo sutil. Su madre le diría que saliera de la casa, que no era malo salir con amigos y dejarla sola por un rato, que viviera su vida de adolescente como se lo merecía. Porque algún día, cuando fuera vieja se arrepentiría.

- No lo sé -respondió indiferente-, tengo que pedirle permiso a mi madre para ir. Quizá... Quizás diga que si -se encogió de hombros mirando a sus amigos.

Jane soltó un chillido haciendo que Demian se sobresaltara dejando caer su hamburguesa, la abrazó cómo pudo subiéndose a la mesa en la que almorzaban, Ethan primero se sorprendió por la nula distancia que había entre los dos luego sonrió, dándole suaves palmadas en su espalda.
Notó que su perfume era tan dulce como el de ella.

- Nos vamos a divertir mucho Elise -dijo con una sonrisa de oreja a oreja, sus anteojos parecían caerse ya que estaban en el puente de su nariz-, comeremos hasta explotar, veremos películas, estaremos despiertas hasta el amanecer y mi mamá hará waffles .

- Ya lo creo -murmuró sonriendo con timidez.

- Hiciste que mi hamburguesa se desarmara -se quejó el castaño acomodando su comida.

La chica bufó.

- ¿De qué hablas? ¿Acaso es un juguete? Las hamburguesas no se desarman Demian, se deshacen.

- No es cierto, se desarman

- ¿Estás diciendo que los ingredientes son piezas?

Ethan seguía comiendo de su cóctel de frutas, ignorando la pequeña discusión de sus compañeros. Estaba ansioso de probar aquel muffin de chocolate con canela su olor dulce  le atraía y lo hacía babear. Le hacía recordar los muffins que su abuela horneaba cuando era un niño, esperando sentado en la mesa de la cocina mirando como ella con un globo agitaba aquellos huevos con azúcar y una pizca de canela, agregando de poco a poco la harina y cocoa con su ayuda. Le preguntaba si podía chupar de la mezcla pegada en el globo, ella asentía mientras estaban ahí sentados esperando emocionado.
Incluso su madre lloraba de la felicidad por su sabor cuando salieron del horno y le decía "Tan deliciosos como siempre mamá" mientras ella preparaba otra ronda para que se los llevara a casa.

Moonshine Where stories live. Discover now