Cuarenta y Seis

386 36 8
                                    

Levi

Toda la gente estaba en un momento bastante tenso, el cielo estaba negro repleta de nubes porque ni siquiera las estrellas ni la dulce luna iluminaba su pueblo, el cielo estaba triste, decían. La Diosa estaba enfadada decían, enojada por qué sus hijos rompieron las leyes de la naturaleza y ahora los castigaría por ello, muchos se quejaban de que por culpa del hijo del jefe la Diosa no se atrevía a ser vista. Mientras la gente hablaba sobre lo que pasó en el centro, Levi podía oír los gritos y las voces lejanas discutir entre sí sobre lo que pasaría ahora en adelante, Ethan no estaba con él, se lo habían llevado y ni siquiera supo a dónde; no les importó llevarlo desnudo, descalzo porque ya no era una persona que merecía respeto se sentía inquieto quien sabe de lo que serían capaz.

Sus padres discutían mientras él se encontraba sentado sin decir nada, aunque Levi hacía el esfuerzo de mantener la compostura realmente quería llorar, sentía que todo se derrumbaba se culpaba una y otra vez de haber traído a su novio, si no lo hubiese hecho él aún estaría en su casa pintando algo y no encerrado en alguna parte. Sus ojos se cristalizaban constantemente a causa de las lágrimas pero no sé permitía dejarlas salir por su padre, las crueles palabras se repetían en su mente como un eco, por mucho que intentara olvidarlas no podía. Se quedaban ahí, perforadas cuál clavos en la madera.

En su casa no se oía nada más que gritos, gruñidos, voces rotas y palabras frías, quería irse de una vez su pecho palpitaba con esas intensas ganas de huir. Su cuerpo se lo exigía además de que realmente no estaba de humor para estar acompañado, quería irse de una vez ahora que su padre estaba "distraído" con lo que pasó.

- ¡Todo esto es tu culpa! ¡Si tan solo tú no fueras un estúpido, nuestro hijo no sería así!

- ¿Así como? May solo míralo, tu amor y comprensión lo llevaron a enamorarse de "eso". Pasaste demasiado tiempo con él, ¡Debía estar con un hombre!

- ¡Pero qué cosas tan irracionales dices! Después de tantos maltratos... -su madre soltó un pisotón, dando un paso más cerca a su esposo- Él es lo que es. Él no cambiará. Él es tu sangre por lo tanto, ¡Debes aceptarlo!

- Él ya no es mi hijo.

La mujer curvo sus labios hacia abajo, triste, enojada y tan dolida cómo Levi, una mano firme se levantó para golpear fuertemente la mejilla de su padre dejando una leve marca roja sobre ella. Estaba furiosa, sus ojos claros brillaban a causa de las lágrimas que se llenaban en sus cuencas, sus colmillos sobresalían de su boca a la vez que los rasgos de su rostro estaban mucho más bruscos por el proceso de transformación. Las emociones y su lobo estaban consumiendo a su madre.

- No vuelvas a decir eso -murmuró ella, con las lágrimas mojando su rostro otra vez. Su voz sonó quebrado, herido.

- Ya lo he dicho. Levi ya no es mi hijo -afirmó completamente seguro, sin dudar de su respuesta, sin ningún remordimiento ante sus palabras.

Sus ojos oscuros no tenían ninguna otra emoción más que la repugnancia e ira.

- Y tú, serás exiliado por completo de tu manada, tu pareja morirá y vivirás solo por el resto de tu vida. Ese será tu castigo.

Por un segundo su corazón se detuvo, su pecho se hundía abarcando hasta su estómago sintiendo un profundo vacío en su torso a tal punto de provocarle náuseas, la ansiedad de solo imaginar ver a su amado muerto le parecía algo irreal pero no imposible. Su padre era capaz de todo, a él no le importó maltratar y golpear a su hijo, no le importó negar su existencia ahora que lo dijo frente a su madre, él con tal de hacerlo sufrir lo destruiría de cualquier forma. Lo tomó de la mano dejándose caer al suelo mirándolo con súplica, pero al tocar sus dedos este lo movió con brusquedad evitando todo contacto o cercanía, haciendo una mueca de asco.

Moonshine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora