Moonshine

Veinte

Ethan

La casa se sentía un poco apretada a pesar de que solamente eran aproximadamente entre diez y quince personas en el lugar, el ruido de sus sobrinos jugando con sus carritos y incluso con los adornos de navidad de la abuela era algo molesto -demasiado ruido para ser solo dos niños-.
Hacía tanto que no veía a sus primos que se sentía extraño ser mayor ahora, ya que navidades o fiestas anteriores no podía juntarse con ellos por que aún era muy pequeño y prefería juntarse con Maya -otra prima materna que le llevaba solo tres años de edad- para jugar; al ser su madre la hija menor lo convertía a él en el último nieto de la abuela mientras que sus primos y primas mayores le llevaban varios años de diferencia pero ahora que uno de ellos se ha casado y otra estaba embarazada notó que el tiempo pasó muy rápido. Aún recordaba en los días en que deseaba ser igual de altos que ellos, ahora los había superado gracias al gen de su padre.

La comida aún no se servía, la noche se sentía algo lenta y aburrida lo único que hacía era mirar de los bonitos vestuarios que usaban sus primas luciendo hermosas en sus botas; tacones; medias y escotes; a Ethan también le hubiese gustado usar algo hermoso como ellas. 
Sin embargo, no sucedió, su familia no sabía que gustaba de las cosas femeninas y no pensaba decirlo,  con que su madre y abuela lo supieran estaba bien aunque le gustaría expresarse tal cual era no quiso arruinar nada. Lo máximo que pudo hacer fue delinearse los ojos al igual que ponerse sus aretes de pluma plateadas haciéndole lucir muy guapo, como un rompecorazones o eso era lo que decían Jenifer, Alex y Maya.

Claramente a sus tíos les pareció algo desagradable, haciendo comentarios sobre su estilo y su muy ligero maquillaje diciendo que era muy poco masculino de su parte hacer eso, que incluso se veía mucho más bonito que las chicas. Su madre a punto de responder sus insultos con los puños bien apretados, la abuela calmó a todos dándoles galletas además de regañar a sus hijos sobre lo malo que era juzgar a las personas por su apariencia.
Dando un corto sermón de que Dios amaba a todos por como eran porque así los creó, nadie dijo nada en contra de la abuela solamente le dieron la razón dejando de lado la "incomodidad" de hacía un momento.

- Estás muy distraído hoy Ethan, ¿Acaso una chica no te permite dejar de pensar en ella? -dijo Alex con una gran sonrisa cargando a su hija de apenas tres meses en brazos. Esta dormía plácidamente mientras sus hermanos mayores corrían, gritaban y golpeaban todo.

- No hay ninguna chica, solamente... No lo sé -se encogió de hombros sonriendo volviendo a mirar el vestido ceñido azul que usaba Maya, no quería hablar de él. Era mejor pensar en eso que en Levi.

- ¿No haz conocido a nadie aún? Eres muy lindo como para no llamar la atención de nadie -arqueó la ceja el mayor dándole un trago a su cerveza.

- Sé que la llamo, noto las miradas de todos -afirmó sin dudar demostrando cierto narcicismo- pero nadie de ellas me interesa ni siquiera ellos.

«Con excepción de Levi» dijo en sus adentros como un secreto que solamente él sabía.

- Hmm, está bien. No te apresures, deja todo a su tiempo o terminarás como yo -bromeó su primo señalando disimuladamente a su bebé mirando al mismo tiempo de que su esposa no lo estuviese escuchando. Por suerte, su mujer hablaba de forma animada con su madre.

Fue entonces que sintió su teléfono vibrar, era un número desconocido dudó en si responder o no ya que nadie le llamaba más que su madre pero ahora que Jane registró su número y el de Demian probablemente se trataba de alguno de ellos. Al sacar su celular del bolsillo trasero de su pantalón vio en la pantalla un número desconocido, volvió a dudar en si contestar, al final terminó por hacerlo.

- ¿Hola? ¿Ethan?

Su voz, su sola voz grave y dulce le hicieron sentir escalofríos en su espalda teniendo un cosquilleo en su estómago ante lo susurrante que había sonado en su oído.
Qué desgracia que estaba en familia en ese momento.