Treinta y Nueve

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Levi

Todos estaban afuera del salón, se escuchaba el ruido y chillonas voces de sus compañeros mientras la maestra de educación física acomodaba los obstáculos en el enorme patio de juegos como conos de plástico, aros y pelotas de diferentes colores. Todos hablaban entre sí, hacía un poco de frío esa mañana pero no tanto como para estar muy abrigados, una vez que la maestra acomodó el material hizo sonar su silbato con un fuerte pitido para que todos los niños rápidamente se acomodaran en filas de dos; una para varones y otra para niñas.

- Muy bien cachorros, escuchen con atención porque no repetiré dos veces -habló con voz fuerte la mujer mirando a sus pequeños alumnos-. Esta actividad se trata de una carrera más no lo harán solos, sino en equipo, recuerden que todos somos parte de una manada y todos debemos cooperar y apoyar a nuestros compañeros.

» Así que hoy, todos ustedes buscarán un compañero. Luego, quiero dos equipos aquí al frente, tomados de las manos cuando yo dé la orden correrán en zig zag entre los conos, después saltarán sobre los aros, se lanzarán cuatro veces la pelota entre ustedes dos sin que se caiga y al final, regresarán corriendo. El equipo que llegue primero, ganará y seguirá el siguiente. ¿Entendido?

- ¡Sí! -gritaron los niños al unísono.

- Tienen un minuto para encontrar un compañero.

Levi miró a su alrededor, agobiado, había muchos niños hablándole al mismo tiempo que ni siquiera podía oír sus pensamientos todos diciéndole lo mismo "Levi ¿Quieres ser mi compañero?" "Levi, ¿Te quieres juntar conmigo?" "Levi hay que estar juntos" "Levi" repitiendo su nombre una y otra vez; buscó rápidamente con la mirada a su amigo, a quien siempre hacían a un lado por su color pálido en su piel. Rápidamente, se escabulló entre los cuerpos para tomar de la mano a Yannick, el hijo del beta de su padre.

- Perdón, pero quiero estar con mi amigo -dijo el menor sincero con cierto temor de que sus compañeros de clase se enojaran con él.

Cosa que así fue, al menos la mayoría, especialmente los que molestaban a su mejor amigo arrugaron su nariz, sacaron su lengua como el mayor insulto que les podían dar, Levi decidió ignorarlos. A fin de cuentas, no eran sus amigos, porque Yannick nunca le haría eso.
Una vez que se terminó el minuto, ya todos estaban listos, Levi y Yannick fueron los primeros y su equipo contrario eran Richard y Leonard, unos niños que para nada le caían bien al castaño.

- Vamos a ganar y tú vas a perder -canturreó un niño lleno de pecas, era Richard quien lo miraba con absoluta superioridad.

- Cállate, ustedes son los que perderán -contra atacó Levi arrugando su nariz. El hijo del alfa jamás pierde.

- ¡Listos cachorros!

- ¡Sí!

- ¡Ahora! -gritó la maestra haciendo sonar su silbato con fuerza.

Levi sin pensarlo mucho, jaló a su mejor amigo corriendo entre los cinco conos sin tirar ni uno solo, podía escuchar los quejidos de Yannick quién le decía que le dolía su brazo por tirar de él.

- Saltemos al mismo tiempo.

El azabache asintió esta vez entrelazando sus dedos con los suyos, eso significaba que ya estaba en confianza, saltaron los cinco aros escuchando los gritos eufóricos tanto hacia el equipo opuesto como hacia ellos. Gritando, animando, todo un escándalo por un simple juego de niños.
Cuando Levi le lanzó la pelota a Yannick este lo dejó caer.

- ¡Rápido, toma otra o ellos ganarán! -le ordenó apurándolo mirando hacia el enemigo, Richard ya llevaba tres lanzadas.

- Eso intento, soy malo para esto -respondió con la voz temblorosa casi a punto de llorar.

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