Veintitrés

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Ethan

Barría de la nieve que se había acumulado en la entrada de su casa, era gracioso como es que hacía mucho más frío en Enero que en Diciembre, ni siquiera en el mes anterior nevó tanto como esa semana por lo que le fastidiaba tener que levantarse cada mañana a quitar la nieve del camino pero no se quejaba, era el mínimo ejercicio que podía hacer por ahora y así se evitaba tener que pensar en aquel enano de ojos de miel.

Sí, lo había llamado así. Antes se refería a él como "el lindo chico bajito ojos de miel," un apodo cursi que decidió borrar aunque se sintió un poco mal por lo que dejó el "ojos de miel"; siendo sincero no podía borrar con facilidad sus sentimientos por él, cada que pintaba o dibujaba inconscientemente su rostro no podía evitar sentir que lo amaba, no podía evitar recordar cada caricia o la sensación que sentía en su pecho cuando lo besaba.

Sentía que todo un jardín florecía y renacía dentro de él.

Y lo detestaba, desde aquella noche de Año Nuevo no lo veía, ni lo llamaba ni le visitaba como solía hacerlo lo que lo enfurecía y se preguntaba ¿Por qué? ¿Por qué lo dejó? ¿Acaso había algo mal en él? ¿Se dió cuenta que no podía estar con un chico que gustaba de los vestidos y maquillaje?

¿Todas esas miradas, halagos, todo había sido una mentira?

**
Hubo un par de veces en que lo había ido a buscar, bajaba las escaleras de lo más silencioso posible abriendo la puerta para que no rechinara y manejar hasta su casa en medio de la noche, si su madre se enteraba de lo que hacía lo mataría y lo castigaría por mucho tiempo; sabía que estaba mal porque debía recordar que no solo vivían ellos dos sino la mujer anciana que les rentaba, así que esperaba no violar ningún delito.
Por lo que al tocar, agradeció internamente que fuera Yannick quien abrió vestido solamente en ropa interior como si fuera verano y no soportara el calor sofocante. Sólo que era invierno.

Su corazón palpitaba ante el nerviosismo.

- ¿Está Levi? -preguntó intentando no mirar hacia su perfecto torso, Yannick tenía un buen cuerpo.

El azabache dió un paso hacia atrás con una expresión insegura, llevándose una mano hacia su larga cabellera.

- No está, él regresó con su familia -lo miró mientras ponía una mano en su cintura-. ¿Estás bien, Ethan?

Bajó la mirada usando la manga de su sudadera para limpiar las pequeñas lágrimas que salieron de sus ojos, simulando limpiar su rostro, su pecho dolía.

- No, sí, estoy bien -su voz sonó temblorosa, Dios, eso lo delataría-. Disculpa por haberte molestado. Que tengas linda noche.

Ni siquiera tuvo la fuerza de sonreír, caminó enseguida hacia su auto para irse de aquel lugar antes de que sucediera algo. Las lágrimas se desbordaron, sollozando intentando dejar de llorar, no lo quería ver.

Levi.
Ese maldito Levi Mondlitch.

Lo había abandonado.
**

Dejó de limpiar relajando su frente el cual no había notado que estaba arrugado del enojo, respiró hondo para aliviar el dolor y relajar su garganta por aquel nudo que se estaba formando. Regresó a su casa quitándose la enorme chamarra que llevaba puesto y los guantes las dejó en la mesita de la entrada, caminó hacia la cocina para encender la estufa y calentar agua para el café que su madre siempre preparaba cada mañana.

Todo se sentía tan monótono, tan aburrido, tan sofocante.

Justamente cuando la tetera chilló, su madre bajaba las escaleras yendo directamente a la cocina a apagar de la estufa y empezar a sacar una taza de la alacena junto con su café, azúcar y leche del refrigerador. Su madre a pesar de llevar años despertando temprano, se había acostumbrado a beber café para realmente "despertar a la realidad"; un gusto que no heredó, por suerte.
De hecho, eso casi sonaba demasiado a Levi, sacudió la cabeza, ahora no quería pensar en él otra vez.

Moonshine Where stories live. Discover now