Veintiséis

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Yannick

- Que tengas un lindo día.

Yannick siguió sonriendo hasta que vio salir a la chica rubia que le había invitado a salir minutos antes de que le diera su café, la verdad el momento había sido tan incómodo que prefirió rechazarla diciéndole amablemente que ahora no estaba interesado en nadie y desearle un buen día a pesar de haberle -posiblemente- roto el corazón.

Ya era la cuarta vez que lo invitaban a salir o sino más, le escribían en una servilleta su número de teléfono con un corazón y él en vez de guardarlo como lo haría normalmente, lo tiraba a la basura sin llamar a ninguna de aquellas preciosas chicas. Por muy lindas, tiernas, amables y dulces que fueran, no tenía ningún interés en salir con ellas, sentía que no había necesidad de salir con nadie.
Por lo menos, no ese momento de su vida, se sentía pleno y satisfecho con su soltería; o eso era lo que Yannick creía.

- Yannick, te toca lavar los baños esta semana -dijo su compañero de trabajo mirándolo con una libreta en la mano-. Levi los limpió la semana anterior y a mi me toca después de ti.

Hizo una mueca de disgusto para luego acercarse a su compañero sonriendo, envolviendo con sus brazos su cintura pegando su mejilla con la contraria quedando con el cuerpo literalmente pegado como chicle al zapato.

- Oh vamos, intercambiemos -pidió el azabache pegando más su rostro sintiendo el calor del otro-. Tú esta semana y yo la otra, ¿Si?

- No, te toca a ti -se negó el castaño con el rostro completamente ruborizado.

- Te ves tan lindo así, tus ojos café parecen resaltar con el rojo de tus mejillas -musitó Yannick cerca de su oreja haciendo que Demian se estremeciera.

Sonrió ante el resultado.

- B-basta... Tú..., Es hora de que sigas trabajando -lo empujó abrazando fuertemente de la libreta.

- Lo que tú digas, jefe.

- ¡No me llames así! -gritó él desde la pequeña oficina.

Yannick simplemente sonrió más, gustaba de molestar o más bien, coquetear un poco con Demian; su relación se había vuelto algo cercana a tal punto de llevarse de esa manera muchos dirían que actuaba igual que lo hacía con Levi pero no, en este caso era diferente. Yannick siempre lo decía en modo de broma con el fin de molestarlo nada más, con Demian parecía haber algo más detrás chiste, había un sentimiento o un doble sentido en cada cosa linda que le decía.
La verdad es que sí había algo, él no se daba cuenta, pero cada que lo veía su corazón latía rápido, sentía oler todo a rosas y dulces en el ambiente cosa que no le había pasado hasta que conoció a ese chico tímido de ojos marrones.

Ni siquiera todas las chicas bonitas que le sonreían, mostraban su busto, sacudían su cabello o lo miraban con ojos brillantes le hacía sentir algo a cuando miraba a Demian. Simplemente se sentía demasiado cómodo a su lado, le gustaba estarlo, le gustaba su cercanía y la sensación de tener su cuerpo delgado contra el suyo.

Perdido en sus pensamientos no notó cuando llegó una chica pelirroja, quien estaba de pie frente al mostrador esperando a ser atendida. De hecho, aquella chica pelirroja ya la conocía, era una estudiante de la otra facultad que estaba al otro lado del pueblo, ella lo llevaba persiguiendo desde que se conocieron cosa que le molestaba.
Pues cada que la chica venía, era solo para invitarlo a salir, parecía no entender lo que era un no por respuesta.

- Hola, Yannick. Te ves muy bien hoy -saludó la pelirroja con una sonrisa coqueta poniendo su pecho sobre el mostrador para que se vieran más grandes.

El beta hizo una mueca de desagrado, mirando hacia cualquier otra parte menos a los enormes senos de la pelirroja.

- Ah, hola Millie..., ¿Lo de siempre? -contestó incómodo pensando en si valía la pena arrancarse los ojos en ese instante.

Moonshine Where stories live. Discover now