Capítulo Veinticuatro

318 63 107
                                    

—¿Qué planea hacer Eduardo Mountaner? ¿Provocar que su esposa te odie mucho más de lo que ya lo hace?

Le lanzo una mirada de pocos amigos, pero él ni siquiera se inmuta, su sonrisa burlona sigue adornando su rostro.

No es un secreto para nadie que Daniela Monroy me quiere fuera de su casa y de su vida.

Todo ha empeorado con ella desde que se enteró que Hanna se bautizó en Jesús es Rey, y se muestra realmente molesta cuando emprendemos viaje a San Francisco los domingos por la mañana para ir al servicio.

Su esposo, por el contrario, está sumamente feliz por el gran avance que está teniendo su hija.

Incluso ha organizado su agenda para tener un estudio bíblico en familia los viernes por la tarde, estudio al que incluso asiste Logan, pero al que la señora Monroy no se acerca para nada.

Y hoy, 20 de abril, es cumpleaños de Hanna.

Por lo que sé, su madre está planeando una fiesta sorpresa, donde la principal atracción será Jacob Ríos, y Eduardo Mountaner ha tomado la decisión de que su hija no se parará en la hacienda en todo el día.

Hace no más de media hora, mientras esperaba que envolvieran el regalo de mi paciente, me envió un mensaje que dice lo siguiente:

"Como su jefe, le ordeno que el día de hoy mantenga a mi hija fuera del terreno de la hacienda. He depositado dinero a su tarjeta para que vaya de comprar con ella y elija su regalo de cumpleaños, el resto úsenlo para ir a donde quieran.

Es importante que ella no pise la casa hasta después de medianoche, sé que con usted se sentirá mucho mejor, confío en ello."

—Es lo mismo que yo pensé —resoplo.

—Si sigues a este paso, tenerla como suegra será un verdadero infierno.

—Sigues con eso —ruedo los ojos.

—¡Yo sé que Hanna te gusta! Podrás intentar engañarte a ti mismo, pero no lograrás que te crea.

Suspiro intentando retener la sonrisa que amenaza con salir a flote. He decidido no decirle nada a Logan sobre mis sentimientos por la ojiazul después de que comprendí su juego.

En realidad no está interesado en ella, lo que quería era provocarme celos para que confesara de una vez por todas que gusto de ella. Pero por el momento, seguirá estando oculto.

—Vamos a recoger a Hanna al colegio —cambio el rumbo de la conversación y me giro sobre mis talones para subir al auto—, no debemos hacerla esperar.

Él no dice nada, y se limita a imitar mis acciones. Una vez dentro del vehículo comienzo a andar por las calles de Guanajuato hasta parquearme fuera de la preparatoria, justo cuando dan el toque de salida.

Es cuestión de minutos para verla salir por la puerta principal, intenta peinar de desordenada coleta y su mochila cuelga del hombro.

Salgo del auto y me recargo en la puerta, esperando que se dé cuenta de mi presencia. Cuando sus ojos se topan con los míos frunce el ceño, pero también veo una ligera sonrisa en sus labios.

—¿Por qué Damián no vino por mi hoy? —pregunta, acercándose a nosotros.

—¿Te molesta acaso que tus increíblemente apuestos amigos vengan por ti a la escuela? —el pelinegro sale del auto y se posa a un lado mío, cruzando los brazos y mostrando una exagerada molestia.

—Para nada —ríe Hanna—, pero es un poco sospecho que ustedes vengan por mí.

—De hecho, sí ha ocurrido algo —hablo—. Por eso, el día de hoy te trataremos como una princesa.

Una Vez MásWhere stories live. Discover now