Prisionera entre el amor y el odio

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Rina dormía en los brazos de su hermana mayor, Tennōji Ritsu; fue una noche tranquila ya que su hermana venía de estar entretenida con otras chicas esa noche, así que no le tocó a Rina. Sólo llegó a dormir en la cama que comparten ambas en el Templo de Afrodita.

Rina, a pesar de toda la tristeza que llena su corazón, aún no puede expresar esas emociones aunque derrame sus lágrimas hasta desmayarse.

- Buenos días, Rina-chan!- (su hermana la besaba en los labios con cariño)-... Cómo has dormido?-

- He descansado bien, Onee-san...- (Rina recibía los besos, trataba de corresponder los sentimientos de su hermana, pero sólo eso, trataba).

- Podrías poner una sonrisa al menos...- (Rina se quedó mirando a los ojos de Ritsu sin decir nada)-... Tsk! Esta bien... Qué quieres para desayunar, Rina-chan?-

- Lo que Onee-san quiera para desayunar...-

- Puedes pedir lo que quieras, sabes?... Yo te traeré lo que desees...- (le dió una sonrisa por un par de segundos, la frustrante y desesperada soledad comienzan a herir el corazón de Ritsu)-

Rina no diría nada.

- Unos hotcakes estarían bien?... Te gustan los hotcakes todavía, no?- (Rina seguía sin responder y eso solo aumentaba la molestia de Ritsu).

Rina asomó su mirada por encima de su hombro, vió como las manos de su hermana mayor temblaban y por eso decidió responder.

- Ummm... Esta bien, Onee-san...-

- Puedo ir a prepararte unos cuántos si quieres...- (Se acercaba para ver a los ojos a la pequeña sin emociones, mientras su voz se hacía más ronca).

- Mmh... Esta bien, Onee-san...-

Ritsu, conteniendo sus lágrimas, fue a la cocina de su habitación y se puso a cocinar sintiendo una amarga sensación en su corazón mientras su respiración se agitaba. Es como si fuera a perder el aliento junto con su razón, sabía que Rina sólo le respondía porque sí.

Tras terminar de prepararse unos cuántos hotcakes con un café y un jugo de naranja. Trajo un poco de miel y algo de frutas, el tipo de desayuno que sabían ver en la televisión. Cuando Rina era pequeña, Ritsu se los preparaba porque es lo que Rina siempre le gustó.

- Si me das una sonrisa, seguro que sabrán mejor...- (Ritsu esperaba en vano)-

- Gracias, Onee-san- (Rina sólo desvío la mirada a la nada).

- Esta bien...-

Era otro desayuno silencioso.

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[ Hace más de una década atrás ]

Ritsu, de 8 años, esperaba en casa la llegada de su hermana recién nacida.

Su Madre Rosa buscaba con mucho interés que su familia estuviera completa con la llegada de sus hijas rogando que el  futuro se conviertan en Rosas.

Su Madre Rosa tenía problemas para quedar embarazada. Esta condición era una ventaja en su antigua vida como Rosa Maldita; pero se convirtió en un problema a larga cuando quiso formar su propia familia.

Ella lamenta su lujurioso pasado por eso quiere que sus hijas sean Rosas hechas y derechas, como debe ser.

- Ritsu... Eres mí esperanza... No lo olvides-

La mirada, tanto exigente como interesada, era algo que la pequeña Ritsu estaba acostumbrada desde pequeña. Ese era pesado propósito que ponía la Sra Tennōji sobre los hombros de su hija mayor.

Rosas y Espadas II: Sentimientos y Emociones VerdaderasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora