capitulo 36

809 45 21
                                    

- ¿85 camellos?, ¿Cómo voy a valer 85 camellos?- En la parte tracera del auto se desataba una guerra absurda entre Ellen y Alan por una aplicación de internet, estaba cansado, eran las 3 de la mañana y habíamos ido al Oxxo por un burrito de queso para Andrea, para acabarla el único auto disponible es el de Michael, tuve que manejar yo por qué a ninguno de los otros dos se lo quiso prestar.
Llegamos a la casa con olor a frituras y le dí lo que pidió a mi bebé, traje papas y provisiones para que cuando ella tuviera algún otro antojo lo pudiera conseguir aquí, ya no quiero salir en ese auto que apesta a perfume de hombre cornudo. Estoy harto de este lugar, papá sigue en juicios y Andrea aún no se decide que hará con el bebé, sea lo que sea no dejaré que ese animal se quede con la criatura, la puede hasta matar y de nuevo no harían nada.

- Mh, mmm, ah- mordí la almohada para ahogar mi grito, Alejandro estaba en su casa , pero parecía que él estaba presente por el aroma de la prenda, su tan característico aroma a él, lo amo. Me embriagué con su olor en la prenda que había robado de su casa, yo estaba aquí, en tecpan, en un hotel donde él había estado, él vino junto con esa plaga enana y rencorosa a dejarme aquí y luego se marcharon, había estado 5 minutos aquí solamente y ya había invadido todo de su olor, lo adoro tanto.

Daría lo que fuera por qué me dejara demostrar cuánto lo amo, tan siquiera que aceptará un regalo mío, que dejara que yo lo invitará a comer, que me permitiera decirle lo bello que es, que me permitiera contemplar su belleza sin hacerme más caras de asco que pone cada que me ve, que me dejara por unos segundos tan siquiera besar su mejilla y dar un respiro de su aroma.

- Ah, papi, mgh, te amo, mi amor - Terminé acompañado de una bocanada de aire, respiré profundo el olor de su ropa usada y lo retuve dentro mío, quiero que recorra todo mi cuerpo e invada mi corazón, lo necesito.

Él hace unos minutos me llamó para pedirme mi auto, se lo fuí a dejar y le permití que lo tuviera toda la semana, lo tendría que usar para los mandados de Andrea o lo que se le dé la gana, no me importa sí en él vomita o hace un desastre, quiero que tenga todo el olor de él posible dentro, que cada partícula que suelte su cuerpo  quedé ahí, esperando a qué yo la disfrute.
Él tal vez sabe lo que hace, él sabe que provoca esto en mi y aún así no me ayuda con ello, solo va y revolotea por ahí sabiendo que lo amo y presume su libertad, es como antojar a alguien de un platillo que no puede comer, como comer pan frente a los hambrientos, como tomar agua en el desierto frente a los deshidratados. Eso debería ser un pecado, entiendo que no me quiera y que yo le desagrade pero eso debería ser considerado tortura psicológica, necesito una indemnización por eso.
A la mañana siguiente pasé a la barrita verde y compré el desayuno y llevé para todos ellos, llegué y Andrea tenía 6 horas llorando según ellos, la pobre estaba sentimental.

- Chicos yo, tengo algo que decirles, necesito hablarlo - me hiba a ir para que ella discutiera con ellos pero me detuvo.

- No, Michael, quedate, te necesito - me puse a su lado y oír sus palabras.

- Yo, yo quiero tener al bebé -  su mirada bajó, sus lágrimas se hicieron más fuertes y se oía como su corazón se rompía con la noticia. No parecía feliz como se supone una madre debe serlo.

¡Por otro lado, ese hijo es el sobrino de mi nene!, Ese bebé lleva mi sangre y la de Alejandro, irremediablemente ahora somos parientes, ahora somos algo más que nada.
Andrea no comió en todo el día, Alejandro se encerró en su cuarto y no sé lo que hizo, nunca salió, Ellen parecía agitado, la notícia le dió en la cara, en su feminista y abortera face.

- ¿No quieres ir a otro lado para que te sientas mejor cariño?- Alan trataba de acercarse a él, se notaba de lejos sus intenciones.

- No me llames así, tú, solo déjenme solo ¿Okey?- se fue y no volvió en todo el día, si no hasta la noche, llegó gordo y oliendo a comida rápida y azúcar, su cartera estaba vacía, se veía cansado, se metió a la habitación de huéspedes de la planta baja y nunca más regresó. Alan y yo estábamos ahí, en la sala, solos, los dos... Juntos... Esto es incómodo.

El ático. Yaoi Hard SadomasoquistaWhere stories live. Discover now