capitulo 65

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  Me arrepentí de venir en cuanto entré al salón, era un fiesta sí, pero el ambiente era totalmente distinto al que yo conocía de las fiestas, la gente hablaba entre susurros, las risas no eran generales si no que cada pequeño grupo de gente soltaba carcajadas momentaneas pero hasta riéndose mantenían la compostura. Me acerqué a aquel hombre que me había invitado, no me despegué de su lado desde que llegué, no tenía nadie más con quién hablar, ni siquiera entendía bien lo que la gente decía, él estaba ocupado hablando con otro hombre, tenía planeado conocer gente, tratar de hacer una vida social, pero no estaba funcionando para nada, nadie me ha ni siquiera volteado a ver, todos están tan metidos en sus propios asuntos que ni siquiera me atrevo a molestarlos, me siento tan fuera de lugar.
  —Te veo muy decaído, desde que llegaste te ves cabizbajo ¿Algo pasa? — el señor Salvatore me habló en tono suave, casi susurrando con su cara pegada a la mía, casi besándome, retrocedí un paso y aclaré mi garganta para darme tiempo de pensar en que decir.

—Bueno, yo tenía pensado hacer amigos en esta reunión, pero realmente creo que no encajo mucho aquí, ni siquiera sé de qué hablarles —, Salvatore soltó unas carcajadas, tomó mi mano y me guió hasta un grupo de personas que él conocía.

—Damas y caballeros, él es Alejandro, es la pareja de, ya saben quién.
—Yo no soy la pareja de nadie —, escucharle decir eso me decepcionó mucho, nunca esperé que él solo me redujera a ser el acompañante de Michael, peor aún, decir que éramos pareja cuando eso era una mentira.

  Por un momento todas las miradas se posaron en mi, una señora se acercó y me extendió su mano en espera de que la besara, me dijo su nombre en un italiano perfecto, casi sentí vergüenza de decir el mío al escuchar como los demás también decían nombres extranjeros. Me ofrecieron una nueva copa de vino blanco, la acepté gustoso, el alcohol que ya había ingerido y este nuevo me estaban haciendo ser menos vergonzoso, pude hablar más fluido con todos y quitarme un poco la pena.
Al pasar las horas las preguntas que me hacian eran cada vez más íntimas, contesté todas aún así, Salvatore se puso a mi lado y apretó mi cintura, una hermosa señorita se sentó a mi lado y sonriente me ofreció una margarita, la acepté gustoso y me alegré aún más cuando ella tomó mi brazo y con voz alegre pidió que contara más sobre mi, vamos, no todos los días una bella dama se te acerca por cuenta propia. Conté un poco de como era vivir en México, claramente omití las partes más polémicas y vergonzosas, entonces una pregunta se diferenció del resto.
  —Dime, Alejandro, siendo sinceros, tú que conoces a Michael y sabes de sus negocios, por qué quiero creer que él le confiaría a alguien como tú esa información, ¿no? Quiero decir, no es un hombre muy listo pero estoy segura de que por lo menos tiene el intelecto como para confiarte esa información a alguien como tú.

  —Yo realmente no sé mucho, él no me cuenta y yo no le pregunto, realmente no me importa —, dí otro trago a mi bebida, esa era la verdad a mi nunca me importó lo que él hacía para ganar dinero, de todas formas yo estaba bien, mientras no dejara de darme cheques yo no tendría ningún problema.

  —Oh vamos, estoy segura que él debe de haberte dicho algo, por lo más mínimo que sea está bien —, no entendía la insistencia de la gente por qué les diera información que realmente yo no tenía, ni siquiera me importaba.

  —No, nunca me ha dicho nada, se los aseguro, y está mejor así, no quiero que piense que me importa —, estaba a punto de tomar otro trago a mi copa cuando Salvatore la tomó y cambió por otra llena, ni siquiera me había acabado el trago del primero, pero uno nuevo y lleno nunca está demás.
  Estaba por acabarme este nuevo trago cuando ocurrió de nuevo lo anterior, Salvatore cambió mi copa por una llena y esto se repitió tantas veces que no pude contar.
  Aquel hombre guapo, de vestimenta elegante y voz profunda se acercó a mí, se sentó a mi lado apretando nuestros cuerpos juntos en el mismo sofá, podía sentir su mano acariciando mi cintura, yo no intenté apartarlo, al contrario, mi cuerpo buscó más su calor, él notó esto y no huyó de mi, me apresó aún más, él se acercó a mí oído y me susurró.
  —Dime, Alejandro, además de Michael, ¿Alguna vez dormiste con un hombre? —, me aparté de él sonrojado por lo que acababa de oír, él sonrió maliciosamente y se acercó más a mí.

El ático. Yaoi Hard SadomasoquistaWhere stories live. Discover now