Capitulo 61

388 30 1
                                    

Habían pasado días desde que Alejandro (mi hijo) había insultando sin cuidado a mi Alejandro, era algo trágico pero también me mostró algo que llevaba tiempo buscando, me regresó la esperanza y me dió un poco de tranquilidad; Alejandro podría fingir ser el hombre más fuerte del mundo, pero aún así, dentro de él hay algo que grita por qué lo cuiden, una parte de él súplica por qué alguien quite la carga de sus hombros, la carga de fingir ser un humano normal siendo que está totalmente acostumbrado a ser mantenido y cuidado.
Alejandro dejó de patalear y rechazar todo lo que le daba, comenzó a usar las ropas que yo le regalaba, claramente no combinaban muy bien con su piel morena y su baja estatura, pero por algo se empieza. No solo me dejó escoger su ropa, comenzó a verse decaído y triste, extrañaba a su familia, claro está, y esto era una completa maravilla para mí, él comenzó a permitirme abrazarlo, había momentos en los que estaba en un punto bajo, con sus ojitos vidriosos se aferraba a mí cuando lo abrazaba, podía sentirlo sollozar ligeramente tratando aún de conservar un poco de su tonta dignidad. Él se aferraba a ser el Alejandro soltero que acababa de escapar de mí, pero poco a poco él pequeño perrito interior que tiene comienza a mostrarse con la cola entre las patas y la cabeza agachada, tiene miedo de lo que pueda hacerle pero cuando siente mis caricias no hace más que pegarse a mi pecho y tratar de buscar confort en mí. No tiene más opciones, soy yo o nada, soy yo o volver a México dónde nadie tiene el dinero para mantener un estilo de vida por lo menos decente, soy yo o volver a México dónde todo el mundo sabe que se a acostado con prostitutas, es más, allá saben que él es una prostituta. Puede decir lo que él quiera pero llegó a acostarse conmigo por dinero, puede fingir demencia todo lo que quiera pero él se entregó a mí varias veces sabiendo claramente que su única forma de conseguir lo que necesita soy yo, y eso me alegra.

  Salí de mi habitación y le ordené a Alejandro traerme un café, él obedeció y preparó el café a mi gusto, se miraba decaído y triste, más de lo común.

  —¿Ya desayunaste algo? —, antes él comía sin mucho cuidado, grandes cantidades en distintos momentos del día, pero ahora se olvida hasta de tomar agua, he intentado llevarlo a comer a sitios que se que le gustarían, pero no han ayudado en mucho.

  —No tengo hambre —, su voz se oía despacio y sin ánimos, sé que no es feliz aquí pero por más que lo intento no puedo ayudarle mucho, sé de algo que podría hacer para que mejore pero eso me afectaría, ahora que lo tengo aquí totalmente para mí he estado mejor que nunca antes, hubo un tiempo en el que creí que la terapia me haría cambiar pero ahora, ahora me doy cuenta del por qué lo amaba tanto. Sé que he recaído en esta adicción pero soy más feliz así, tengo miedo de que él vuelva a marcharse, si lo hace no sabré que hacer, de nuevo le he dado un lugar importante en mi vida, he cometido ese error y lo sé, soy un idiota por no aprender del pasado, pero que más puedo hacer.

—No has comido nada desde ayer a la hora de la comida, ni siquiera cenaste, Alejandro, necesitas comer algo, por eso te sientes mal, no cuidas de tí —, me intenté levantar de mi lugar para acercarme a él pero en cuanto se dió cuenta de mis intenciones abandonó la habitación. Cada vez se ve más decaído, me gusta que ahora es más sumiso ante mí pero me duele ver qué ya no es el mismo, su tristeza se me está contagiando, quiero hacerlo sentir mejor, pero no encuentro algo que lo ayude y no me afecte a mí.

  Esperaría un tiempo antes de volver a buscar a Alejandro, me senté y comencé a desayunar, la comida ahora sabía un poco amarga después de lo que pasó hace un momento, por más que lo intente nunca logro despegarme por completo de sus emociones, si lo veo triste yo también lo estoy, si él está feliz yo también lo estaré.
Después de desayunar fuí a buscar a mi hijo a su habitación, tenía cosas que hablar con él, él comenzó la tristeza de Alejandro y tiene que ayudarme ahora.

  —Alejandro, tengo que hablar contigo —. Me acerqué mi adolescente que yacía acostado en su cama mirando su teléfono, toqué su pierna para que me prestará atención, se levantó y dejó su celular de lado —¿pasa algo papá? —Pensé un poco mis palabras, no sabía cómo decirle esto de una manera no tan directa pero lo suficientemente al grano como para que pueda comprenderme rápido.
  —Tú, cuando estabas en México ¿Qué tal te llevaste con tu madre? Quiero decir, es tu madre claro está pero no es lo mismo estar con tu madre que amar a tu madre —, Alejandro pensó un momento y cuando pareció comprender mis palabras habló. —Bueno, mi madre me caía bien, aunque no se sentía como estar con mi madre, era como estar con una tía buena onda, ella no se comportaba como una madre lo haría, bueno, no se comportaba como una mujer adulta en general, trabajaba y hacía quehacer pero aún así a veces me hablaba de querer salir a fiestas y a discotecas, trataba de por mi música, trataba de hablar como yo, pero era obvio que no tenía mi edad. Aún así, me cae muy bien —. Andrea siempre había sido la más inmadura de los dos, tal vez tenga que ver con que siempre fué la consentida de su papá, por lo menos sé que con ella yo puedo llevarme bien, pero hay alguien más que me preocupa. 
—¿Y que tal tu abuelo? Nunca hablé demaciado con él, no más que lo suficiente, ¿qué hay de tí?, ¿hablaste mucho con él?, ¿qué tal se llevaban? —Alejandro me miró a los ojos y luego se perdió en sus pensamientos, su respuesta tardó en contestar algunos segundos, ¿qué tan complicada puede ser esa respuesta? —Pues, él me hablaba bien, me trataba bastante bien, tal vez demaciado, era demaciado apegado a mí pero de repente se volvía frío, luego volvía a querer estar conmigo, luego me dejaba y luego volvía a amarme. No sé si me estoy esperando bien, me cae bien, es un buen tipo, pero tiene que decidirse —. Tal vez llegue a tener problemas con ese hombre, pero no es como que él tenga otra opción, les he dado el suficiente dinero como para mantener un buen nivel de vida y aún así no sabe cómo manejar sus finanzas, viven en una maldita perrera de mierda y aún así "se pone sus moños".

  Después de hablar un tiempo más con mi hijo salí a buscar a aquel depresivo príncipe, fué fácil de encontrar, no se mueve mucho últimamente.
  —Alejandro, necesito hablar contigo, pero esto es serio, así que siéntate y escúchame —, Alejandro volteó a verme y suspiró, me prestó atención y aunque se veía que quería irse se contuvo, me acerqué a él y comencé a hablar.

  —Bueno, ya lo hablé con mi hijo, pero ahora te necesito a tí. Ven, vamos a mi habitación, no quiero que el niño escuche, no por ahora —, Alejandro desconfió un poco pero aún así fué conmigo, le serví una copa de vino y él la aceptó.

  —Bien, he visto que últimamente no te encuentras del todo bien, quiero decir, haz estado demaciado desanimado. Lo he pensado mucho y a decir verdad mereces un premio o algo, pero no un bono, yo creo que algo más —, Alejandro me miró molesto y parecía ofendido. Me miró a los ojos y por fin contó sus pensamientos —¿Un premio?, ¿cómo un perro o algo así?, ¿qué vas a darme?, ¿una galleta o carnaza? —, amo lo altanero que puede llegar a ser en ocasiones pero era algo molesto.
  —Dios mío, Alejandro, tu cabecita es tan tonta que ni siquiera sabe lo que le combiene, no estás en posición de ponerte molesto. Pon a trabajar ese pequeño cerebrito que tienes y escucharme ¿Qué te parecería volver a ver a tu papá y a ti hermana?, claro que a tu cabecita tal vez no le dé para poder pensar en eso —. Alejandro abrió la boca de la impresión y sus ojos se volvieron vidriosos, me acerqué a él y acaricié su mejilla, se recargó buscando mi agarre, amaba tenerlo así de vulnerable.
  —Bien, estoy pensando en que tal vez lo mejor sería que tú papá y Andrea también vengan para acá, claro que sería como migrantes, así como tú, pero tranquilo, aquí yo me encargaré de todo, todos los gastos pagados, todas sus necesidades cubiertas, dime, ¿algún día tu habrías podido darles algo así? —Tal vez con mi último comentario me excedí, Alejandro me miró molesto y triste, en sus ojos se podía ver su humillación y enfado.
  —Bien, yo podría traerlos, pero quiero algo a cambio, es demaciado trabajo como para no recibir nada —. Me acerqué a Alejandro y lo abracé, puse su cabeza en mi pecho y acaricié sus rebeldes mechones, besé su frente y apreté su cuerpo contra el mío.
  —Yo los voy a traer para acá pero quiero que dejes de ser tan distante, entiendo que desconfíes de mí pero tratando de solo ser mi empleado no vas a lograr nada, no lo lograste antes y no lo lograrás ahora. Deja que tú cabeza descanse un poco, siempre estás alerta, vamos, baja la guardia ahora, ya no tiene caso —. Por un momento sentí su cuerpo relajarse en mí pero rápidamente se reincorporó —¿Esperas que confíe en tí después de todo lo que me hiciste?, ¿cómo sé que este no es uno de tus planes para volver a hacerme desaparecer?, eres un mal hombre, eres un psicópata y siempre lo serás, ¿por qué debería de confiar en ti? —Él tenía un punto, claro está, acepto que he sido una muy mala persona con él, ahora es como un perrito con miedo al que le das de comer por primera vez, sabe que eres bueno pero no sabe que tanto. —Bueno, ya te tengo en mi casa, trabajas para mí, cuidas a mi hijo, ¿qué tanto provecho podría sacarle a hacerte desaparecer?, ¿qué cosa podrías hacer que no hagas o hayas hecho ya? No tiene sentido lo que dices, piénsalo bien —, siendo honestos hay cosas que me gustaría que Alejandro hiciera, acompañarme a eventos públicos por ejemplo, aunque no solo es que siempre se reuse a ir conmigo, debemos de aceptar que su apariencia no es la más adecuada para algunos ambiente.
Alejandro lo pensó un momento, me miró a los ojos y apartó la mirada rápidamente, se veía que no sabía que hacer, sus ojos se pusieron vidriosos y se escuchó su voz quebrarse, me dolió verlo así, me acerqué y lo besé en la frente, lo abracé y pegué su cabeza en mi pecho, de nuevo pude sentirlo relajarse, acaricié su pelo y apreté mi agarre.
  —Estoy tan decepcionado de mí mismo. Tú antes de siquiera acabar la preparatoria ya tenías la vida hecha, porucho tiempo te culpé de mi fracaso, pero mírame, llevo años siendo libre y lo mejor que he conseguido ha sido trabajar siendo un conserje en tu casa. Con razón Alejandro está decepcionado de mi ¡Soy un fracasado! No tengo nada, ni siquiera dónde caer muerto, si regreso a México lo único que me espera es vivir de Zángano a costas de mi padre, he desperdiciado toda mi vida trabajando y aún así parece que nunca terminaré de pagar mis deudas, incluso tú me has ayudado con dinero y aún así sigo hundido hasta el cuello, ni siquiera sé mantener mi economía. Soy un fracaso como hombre, se supone que soy yo quien debe de proveer en la casa, y mírame, ni siquiera puedo mantenerme a mí solo —. Verlo tan triste me partía el corazón, sé de algo que puedo hacer ver qué no todo ha sido su culpa, ahora es difícil solventar todos los gastos de una familia como la de él, tres personas en una casa que están continuamente contratando abogados. Además, ninguno de ellos sabe que el banco al que le deben es de mi propiedad, ni aunque trabaje todo su vida va a poder pagar esa deuda por qué yo lo quiero así, solo yo puedo salvarlo del fracaso y parece que se está dando cuenta de eso.

El ático. Yaoi Hard SadomasoquistaWhere stories live. Discover now