85- Kaldor.

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—Mientes —dijo Kaldor con un hilo de voz.

Es que tenía que ser mentira ¿Acaso ese chico era trotamundos y cambiaformas a la vez? ¿Acaso también tiraba rayos por los ojos?

Mentira, tenía que ser mentira.

—No, dice la verdad —aportó Cratos, suspirando—. Por eso duele. Porque es verdad.

La voz de Cratos no le gustaba, era socarrona, arrogante y despreocupada, también un poco desolada. Era la voz de alguien que no tenía vida, de un esclavo de la fuente. Un títere de dioses.

Era el tono de voz que Kaldor tenía al empezar ese viaje, una semana atrás.

Kaldor apretó los puños y depositó tranquilamente la lata-Río en suelo. Olivia anticipó su movimiento: iba a derretir a Yabal. Solo un toquecito con sus dedos manchados y reduciría a ese infeliz mentiroso a un montón de cenizas. Cer soltó el cuchillo que llevaba para sujetarlo del brazo, Olivia lo aferró del otro para impedirle lastimar al humano sin color.

—Dime que es mentira, por favor. Se supone que somos aliados —imploró Olivia, esforzándose por sonreír—. Yo tuve amigas de mentira, sirvientes hipócritas y una familia que me... todo es mentira. Incluso yo soy una mentira que creé para mí. Eres mi aliado, por favor, no nos traiciones... ¡No me dejes sola! Eres lo único bueno que tuve. Se suponía que eras real. Tengo miedo de lo que puedo llegar a ser si...

—Lo siento —Yabal ni siquiera la vio a los ojos.

—¿Eres el cambiaformas? —rugió Kaldor—. ¡Si podías quitarnos la maldición por qué no se la quitaste a Río! ¡Lo dejaste morir!

Cer le susurraba a Kaldor que mantuviera la compostura, esforzándose porque sus palabras sonaran dulces y decididas, pero ella también quería llorar, estaba a punto de quebrarse. Ni siquiera la hermosa de Cerezo podría lograr que se olvidara de la rabia que enardecía sus venas y sacudía sus circuitos.

Olivia tenía expresión de póker, era comprensible, no podía sentir tristeza, lamentaba la muerte del fauno, pero seguramente toda su pena estaba depositada en papá.

—¡Porque no soy ese tipo de cambiaformas! —alzó la voz.

Apartó ligeramente la vista del portal de la fuente y al ver que el panorama era demasiado intenso para sus ojos los volvió a depositar en la fuente. Aún tenía las manos apoyadas sobre el borde.

—Dije que el cambiaformas puede hacer lo que sea y ser quien sea porque así es la lógica de mi mundo. La meritocracia. Es una metáfora, un cuento que me inventé. Se supone que no existen las trabas de dónde vengo, las posibilidades de lo que puedas ser solo están en tu imaginación —Soltó una risilla y abrió las manos como si sostuviera un cartel—, no hay límites. Con esfuerzo alcanzas lo que sea. Por eso soy el cambiaformas, porque vengo de un mundo de cambiaformas.

Kaldor recordaba que Reflejo se burló de él, diciéndole que había un mundo entero de cambiaformas. El maldito espejo nunca habló en código, le estaba diciendo la verdad, literal, tal como Calvin la había inventado. Calvin es dueño de la realidad, decía.

—Nos engañaste —musitó Cer, desilusionada—. ¿El verdadero cambiaformas no existe?

—Sí, lo siento.

—¿Qué mierda hacemos aquí, Yabal?

Yabal golpeó con las palmas abiertas el borde de la fuente y gruñó.

—Les dije que cuando llegué a este mundo Cratos me mantuvo prisionero. No me quedé siempre en la casa de Jora, viví con la señora de las alas toda mi infancia. Cuando jugaba con ella me hacía llamar el cambiaformas, la criatura que vive en Fuente Negra y que lo puede todo. Porque mis padres hablaban de meritocracia, a ellos les gustaba la política. Yo vengo de un mundo en donde se piensa que puedes ser quien quieras con esfuerzo. Puedes tener la forma que quieras ¿O no? Conté la historia que me inventé a todos los de Muro Verde, vivían cerca y me conocían porque visitaban seguido a Pepa para contarles sus problemas o pedirle información. Pepa era como la psicóloga de la gente de Muro Verde y yo el hijo adoptivo de ella. Me veían jugar diciendo que era el que todo lo puede. El cambiaformas. Por eso Chloé Le Brun dijo que no existía el cambiaformas cuando la cruzamos al salir de la cantina de Melvin. A quien por cierto no mate, pero sí vi muerto.

Tu muerte de abrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora