89- Kaldor.

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 Grady Grimmer estaba abrazando a Hibiscus Lantana, la peinaba con una mano porque ella tenía el cabello un poco enmarañado. A ella le gustaba que él la peinara, antes sonreía cuando lo hacía y estaba esperando, con ansias, que sus labios empapados de sangre se curvaran como antes.

Se había manchado la camisa con toda la sangre que había vertido, ahora se estaba enfriando y la sentía como el hielo.

La sangre de Cer... de Hibicus había hecho crecer un montón de flores brillantes en aquella arena negra, él se encontraba arrodillado sobre un colchón de margaritas, lavandas, lirios, narcisos y muchas más plantas lozanas que no podía reconocer porque nunca se le había dado bien la naturaleza ni la jardinería. Cada una resplandecía como el satén.

Estaba arrancando unas pequeñas flores blancas y colocándosela a Cer, su Hibi, encima de la cabellera. Se veía hermosa, parecía una reina de la primavera.

Recordó que ella se había fabricado una tiara de amapolas cuando tenía quince y era su posesión más preciada, hasta que tuvo que venderla por zapatos.

Había escuchado la conversación entre Olivia y el Rey, pero no quería apartarse de la dríada, honestamente no estaba seguro de cuándo pararse, porque cuando lo hiciera no sabría a dónde ir ni qué hacer.

Le daba igual quienes fueran sus padres y no sabía si era buena noticia tener una familia, en especial esos que se caracterizaban por matar a sus parientes. Olivia, su supuesta hermana, era asesina de madres y su papá era asesino de hijos, hijastros y ex esposas. No era un buen material, a decir verdad, no era una razón específica para darse la vuelta y prestar más atención.

Solo quedaba una cosa que no había hecho desde que salió de la cárcel y era matar a la reina. Pero había sido un tonto al pensar de forma tan mediocre, la reina ya estaba muerta y la historia perversa seguía su curso, ella nunca había sido la villana.

Era una víctima más como Río.

La villana de todo esto era la diosa, aquella con el poder de cambiarlo todo y no cambiar nada. No hay mayor sabandija que aquel que puede y no hace. Los héroes son los que pueden, lo intentan y triunfan. Los mártires son los que intentan hacer algo y fracasan y por esos parajes no había otra cosa que mártires.

Después de todo, la diosa había matado a Cer, se la había quitado de su vida. ¿Era culpable Calvin? ¿Era culpable Cratos? ¿Acaso era culpable ese hombre cobarde que decía ser su padre? No, no, no. Todos habían actuado por miedo, miedo a la... Fuente Madre.

Ella era la verdadera Reina, porque le gustaba hablar con acertijos y con dobles interpretaciones, la diosa, a fin de cuentas, era la única que gobernaba en Reino, siempre había sido así. La maldita diosa lo era todo. Ella era la familia real, era el mundo, la guerra. La que el Rey Negro mataría, tal vez con la ayuda de su hermana la Reina Negra.

Después de todo, ese hombre triste era el Rey Negro, metafórica o realmente hablando, si Kaldor era su hijo también era el Rey Negro. Estaba dispuesto a subir al trono, a tomar su lugar. Estaba preparado para asesinar a la familia real, a la verdadera reina de ese mundo, la infeliz diosa dorada. Estaba preparado para terminar con la guerra silenciosa y resplandeciente, con todo.

Si había alguien que el corazón de Kaldor odiaba era la diosa.

Reflejo le había dicho que en abril aborrecería a Olivia. Pero lo cierto es que odiaba el ser que había moldeado a Olivia, a la jugadora que movía todas las fichas de ese juego. Con la misma intensidad que se detestaba a él y a todos los hijos de la fuente.

La odiaba, la aborrecía. Le daba asco.

Pero ¿qué iba a hacer ahora? Estaba destruido. Sentía que le faltaba carácter... era un alma frágil, ahora estaba más frágil que nunca.

Tal vez siempre había sido así, chiquito y frágil. Débil. Débil. Débil. Siempre lo fue. Solo que ahora lo exponía.

Si tan solo hubiera un monstruo negro que lo empujara a destruirlos a todos.

Tu muerte de abrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora