90- Olivia.

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Amor. Libertad. Cuántos crímenes se cometen para protegerlos.

Olivia buscaba desesperada una razón para pretender que todo estaba en orden, como solía hacer antes. Pero creía que el mundo ya no tenía sentido. Había querido arrancarle a papá la verdad y cuando él se la obsequió entendió que no podría entenderla. Por más que el universo le susurraba todos sus secretos, la verdad era más vacía de lo que había esperado. Comerla le dio hambre. Toda su vida, su agonía y pesar se debía a los caprichos de la diosa. Esa era la razón de su existencia: el capricho de alguien más. No tenía sentido.

—Kaldor... es mi...

—Es tu hermano, sí —respondió papá desplomándose sobre el contorno de la fuente—, por eso quedé marchito cuando lo vi nacer. Porque se suponía que un alma noble y débil sería empujada por un monstruo negro para destruir a todo Reino y ambos protagonistas de la historia eran hijos míos.

Olivia trató de sepultar el alivio que esa noticia le provocaba. Le agradaba no ser la última de su familia, aunque Kaldor no fuera descendiente de Thelonious era su hermano y como tal tenía su eterna devoción y lealtad.

Pensar en hermanos le estrujó el corazón.

—¿Por qué Abbi? ¿Por qué mi familia? ¿Por qué mandarme ese mensaje desde el teléfono de Darius? Te burlaste de mi desde el móvil de tu hijo muerto ¿Qué mierda te pasa?

Cratos se aclaró la ganta al escuchar el nombre de Darius, clavó la lanza en el arenoso suelo de tierra y avanzó un par de pasos.

—Déjame explicarte esa parte, Olivia, la fuente hizo todo para que tú y Grady Grimer se encontraran hoy aquí. Había muchas maneras de llegar, algunas fracasaron, otras tuvieron éxito. Yo intervine en todas ellas y tu padre también. El extraño de esa noche, que le daba ideas a tu padre para que fueras más fuerte, era yo y cuando me confesaste que el Rey mataría a su familia...

Se aclaró la garganta.

—Cometí un error, pero lo hice sin pensar, fui corriendo a Darius y le confesé que el destino de tu padre era como un juego con varios niveles. Le conté que el último nivel de su destino era asesinar a toda su familia, pero dejarte viva a ti para más tarde. Aunque tu padre se estaba resistiendo y prefería morir antes que cumplir la última parte, se lo conté. A pesar de que yo sabía que la familia real moriría tarde o temprano, no pude contenerme y le advertí. Cometí un grave error, o al menos creí que sería un error, porque en realidad siempre hice lo que la fuente ya había planeado. Porque la diosa es sabia...

—¡Deja de decir que es sabia!

La diosa no era sabia era malvada, cruel. Le temblaba el labio. Había tantas cosas para sentir, pero lo que más sentía era consuelo porque todavía le quedaba un hermano, era Kaldor, no era gran material, pero no estaba sola. Podía quererlo tanto como a Abbi, de hecho, sentía que ya lo amaba con la misma intensidad.

Se preguntó si su amor era superficial y en realidad se debía a que quería aferrarse a alguien, a quien fuera.

Estaba cansada, agotada de todo. De tantas traiciones... pero todo había comenzado con la mayor traición de todas: la diosa. La fuente la hizo sentir especial toda su vida, cuando era un mero peón. La fuente la separó de su hermano, lo encerró en una cárcel y obligó a papá a que la torturara para fortalecerla, pelear con un monstruo y evitar el supuesto fin del mundo... cuando lo único que hizo fue gestar ese mismo fin.

Que la fuente asesinara a los únicos amigos que había tenido su hermano solo acrecentaba su agotamiento. Le había dado una vida injusta como a ella. Por qué no los dejaban tranquilos, ya habían tenido suficiente, ambos.

Tu muerte de abrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora