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"La Orden del Fenix"


Blair ingreso a la cocina donde ya se encontraban sus amigos y los adultos, parado junto a la mesa vio a Bill, enrollando a toda prisa los largos pergaminos que habían sobre esta. 

— ¿Tuviste buen viaje, Harry?— preguntó Bill intentando recoger doce rollos al mismo tiempo.— ¿Ojo Loco no te hizo venir vía Groenlandia, entonces?.

— Lo intentó— dijo Tonks, dando un salto para ayudar a Bill y derribando una vela sobre el último trozo de pergamino.— Oh, no - perdón -

— Ay, querida— dijo la Sra. Weasley, con tono exasperado, mientras reparaba el pergamino con un giro de su varita mágica. 

— Este tipo de cosas deberían ser retiradas puntualmente al finalizar las reuniones— dijo con irritación, dejando algunos pergaminos sobre los brazos recargados del pelirrojo, antes del ir hacia un aparador antiguo del que comenzó a sacar platos para lacena.

—¿Te ayudo con eso? — pregunto Blair y el pelirrojo asintió colocando los pergaminos en los brazos de ella.

—Sostenlos.— le pidió y sacó su varita mágica, murmurando—¡Evanesco!— y los rollos desaparecieron.

—Y si quieren la cena antes de la media noche necesitaré una mano— dijo la Sra. Weasley. —No, tú puedes quedarte donde estás, Harry querido, has tenido un largo viaje. — habló viendo como iba a levantarse.

—¿Qué puedo hacer, Molly?— dijo Tonks con entusiasmo, saltando hacia adelante. La Señora Weasley vaciló, mirándola aprensivamente.

—Ehh, no, esta todo bien, Tonks, tu también tienes que descansar, has hecho bastante hoy.

—¡No, no, quiero ayudar!— dijo Tonks alegremente, atropellando una silla mientras se apresuraba hacia el aparador, donde Blair y Ginny recogían los cubiertos. 

Pronto, una serie de pesados cuchillos cortaba la carne y las verduras por su propia voluntad, supervisados por el Sr. Weasley, mientras la Sra. Weasley revolvía una caldera que pendía sobre el fuego y los demás sacaban platos, más copas y alimento de la despensa.

—Fred....George...¡NO! ¡SÓLO LLÉVENLOS!—chilló la Señora Weasley en ese momento.

Harry, Sirius y Mundungus miraron a su alrededor y en una fracción de segundo saltaron lejos de la mesa. Fred y George habían encantado un gran caldero de guisado, un botellón de hierro con cerveza de mantequilla y una pesada tabla de madera para cortar el pan que, junto con su respectivo cuchillo, se precipitaban por el aire directo hacia ellos. El caldero patinó a lo largo de la mesa, deteniéndose justo al borde y dejando una larga marca de tizne sobre la superficie de madera; el botellón de cerveza de mantequilla cayó con estrépito y se hizo trizas, derramando su contenido por todas partes. El cuchillo del pan se deslizó de la tabla y aterrizó, cayendo de punta y vibrando amenazadoramente, en el lugar exacto dónde la mano de Sirius había estado segundos antes.

—¡POR EL AMOR DE DIOS!— gritó la Sra. Weasley. —¡NO HABÍA NINGUNA NECESIDAD, YA HE TENIDO BASTANTE, NO NECESITABA ESTO. NO PORQUE PUEDAN USAR LA MAGIA AHORA, TIENEN QUE SACAR DE REPENTE SUS VARITAS MÁGICAS PARA CADA PEQUEÑA COSA DIMINUTA!

—¡Solamente intentamos ahorrar un poco de tiempo!— explicó Fred, sacando el cuchillo de pan de la mesa.—Perdón Sirius, no quisimos....—Harry y Sirius se reían; Mundungus, quien se había caído hacia atrás de su silla, se puso de pie; Crookshanks y Oreo imitaron un siseo enfadados y desaparecieron debajo del aparador, desde donde sus grandes ojos amarillos y grises brillaron en la oscuridad. 

—¡Muchachos— dijo el Sr. Weasley, colocando el guisado en el medio de la mesa, —Su madre tiene razón, se supone que deben tener un poco de responsabilidad ahora, comportarse un poco más de acuerdo con su edad.

—Ninguno de sus hermanos causó este tipo de problemas!— rabió la Sra. Weasley dirigiéndose a los gemelos, mientras colocaba con un fuerte golpe un botellón fresco de cerveza de mantequilla sobre a la mesa, derramando casi todo nuevamente.—¡Bill no sintió la necesidad de aparecerse cada pocos pasos! ¡Charlie no encantaba todo lo que se encontraba! ¡Percy ...—Se paró en seco, sosteniendo la respiración al tiempo que lanzaba una mirada asustada a su esposo, quien repentinamente tenia una expresión rígida. 

—Vamos a comer— dijo Bill rápidamente.


 ✦ • ° *.


Por unos pocos minutos reinó el silencio, excepto por el tintineo de los platos y los cubiertos y el traqueteo de las sillas cuando cada uno se instaló frente a su comida. Entonces la Señora Weasley se giro hacia Sirius. 

—Quería decirte, Sirius, que hay algo atrapado en aquel escritorio en el salón, sigue rascándose y sacudiéndose. Desde luego, puede ser solo un Boggart, pero creo que deberíamos pedirle a Alastor que le eche una mirada antes de que lo abramos. 

—Como quieras— dijo Sirius con indiferencia. 

—Además, las cortinas de allí están llenas de Doxys— continuo la Sra. Weasley. —Pensé que podríamos intentar sacarlos mañana. 

—Estoy ansioso por limpiarlos,— dijo Sirius. 

Tonks entretenía a Hermione y Ginny transformando su nariz entre bocados, su nariz se hincho hasta parecer un pico de ave, similar a la nariz de Snape, se encogió al tamaño de una seta y luego le broto una buena cantidad de pelo de cada ventana de la nariz. Al parecer esto era un entretenimiento regular en la hora de la comida, porque Hermione y Ginny pronto le solicitaron que hiciera sus narices favoritas. 

—Ponte un hocico de cerdo, Tonks. — y ella la complació.

El Señor Weasley, Bill, Blair y Lupin sostenían una intensa discusión sobre duendes. 

—Aún no se definen— dijo Bill —Todavía no están seguros si el regresó o no. Además, podría ser que no tomen partido. Que se mantengan fuera de todo esto. 

—Estoy seguro que ellos nunca apoyarían a Quien Ustedes Saben. —dijo el Sr. Weasley, sacudiendo su cabeza. —También han sufrido pérdidas; ¿recuerdan la familia de duendes que él asesinó la última vez, en algún sitio cerca de Nottingham? 

—Pienso que depende de lo que les ofrezcan— dijo Blair. —Y no hablo del oro. 

—Blair tiene razón, si les ofrecen las libertades que les hemos negado durante siglos ellos se van a tentar... ¿Todavía no has tenido ninguna suerte con Ragnok, Bill?— pregunto Lupin.

—Por el momento, mantiene su postura de anti-mago —comentó Bill — Sigue furioso por lo del negocio de Bagman, considera que el Ministerio cubrió el asunto. Nunca les dio su dinero, ya saben. 

Un coro de risas, proveniente del centro de la mesa, ahogó el resto de las palabras de Bill. Fred, George, Ron y Mundungus se reían a carcajadas en sus asientos. 

—... y entonces— dijo Mundungus atragantado, las lágrimas cayendo por su rostro, —y entonces, si me lo pueden creer, me dijo, dijo ¿Hey Dung, dónde conseguiste esos sapos?¡Porque un hijo de una Bludger vino y me birló todos los míos! Y yo le contesto ¿Robaron todos tus sapos?¿Vas a querer más entonces? Y aunque no me me crean, muchachos, ese tonto gárgola me compro todos los sapos de nuevo, mucho mas caros de los que los había pagado inicialmente. 

—No creo que necesitemos saber mas de tus transacciones de negocio, muchas gracias, Mundungus, —dijo la Sra. Weasley bruscamente, mientras Ron caía sobre la mesa, aullando de risa.

—Te ruego me perdones, Molly, — dijo Mundungus inmediatamente. —Pero, ya sabes, realmente no hice nada malo. 

—No sé donde aprendiste sobre el bien y mal, Mundungus, pero parece que perdiste unas cuantas lecciones cruciales—dijo la Sra. Weasley con frialdad. 

Fred y George enterraron los rostros en sus copas de cerveza de mantequilla, George estaba hipando. Por alguna razón la Señora Weasley lanzó una mirada desagradable a Sirius antes de dirigirse a buscar un gran pastel de ruibarbo y pudín. 

𝕱𝖔𝖗𝖊𝖛𝖊𝖗 𝖆𝖓𝖉 𝖆𝖑𝖜𝖆𝖞𝖘 | ʙᴡWhere stories live. Discover now