Capitulo X: Con Licencia Para Disparar

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Para Marina, las presiones nunca terminaban.

—¿Así qué...que piensa de los nuevos miembros, director? —preguntó la joven alumna en reunión con LaFontaine, después de las clases regulares, en campo del colegio.

—¡Fueron horribles!

—¿D-de verdad? —la alumna preguntó.

—¡No me cabe duda! ¡Exijo que vuelvan a cambiar la receta!

—¿Receta? ¿De qué habla, director?

—¡Estos poppers de jalapeño de la cafetería son espantosos! —contestó el educador con una bolsa de aquella botana en su mano, escupiendo al piso el último que degustó—. ¡Sabía que el aceite de castor era una pésima adición!

—El aceite de castor no se usa para cocinar —Marina aclaró.

—Bueno...con razón sólo yo me serví de esta cosa —LaFontaine tiró su botana—. En fin, señorita Saucedo, ¿sobre qué me estaba hablando?

—¿No vio entonces los aspirantes para el equipo de arquearía de Hopewell? —Marina preguntó—. ¡Eso es! ¡No vio lo mucho que apestan los nuevos! ¡El equipo podrá mantenerse dentro del presupuesto y continuar un año más! —pensó.

—Claro que los vi.

—¿D-de verdad? ¿Y qué piensa de ellos?

—¡Fueron horribles!

—¿Horribles?

—No me cabe duda.

—¿De casualidad no estará hablando de algún otro alimento de la cafetería que esté consumiendo?

—No...bueno, tengo esta pizza —LaFontaine sacó una rebanada del bolsillo derecho de su saco—. ¡Pero la pizza de la cafetería es genial!

—D-director LaFontaine...

—Oh bien, mire: ya se lo advertí con anterioridad, y quisiera poder hacer algo al respecto, pero la escuela aún tiene muchas cuentas pendientes, algunos otros programas que merecen su oportunidad, y protección a las pandillas del barrio por pagar, y lamentablemente el equipo de arquería no ha dado buenos resultados y no se ve que parezca haber un elemento, fuera de usted, que posea el talento para levantar el nivel.

—¡Por favor, director! —exclamó Marina, cayendo en sus rodillas y con sus manos entrecruzadas cual si empezara una plegaría a Dios —. ¡Sé que podré encontrar a alguien, al menos una persona para que el equipo se vuelva mejor!

—Señorita Saucedo, ya se lo había dicho...

—¡Sé que sí! Pero es mi último año en Hopewell director, y no quisiera quedarme sin mi actividad.

—Comprendo de verdad el enlace emocional, pero ha sido mucha inversión para pocos resultados.

—¡Deme dos semanas más!

—¿Dos semanas? ¿Qué haría de diferente en dos semanas?

—El torneo juvenil del sur de Toronto; ¡sé que puedo ganarlo!

—¿El torneo?—el director deliberó por un momento—. Es cierto que el equipo de Hopewell no lo hizo tan mal en años pasados..¡Pero esos fueron otros tiempos! ¡La última vez que el colegio salió en el podio yo ni siquiera era director!

—Que sea la última prueba: yo misma me comprometo a llevar a Hopewell High una vez más en el podio.

—¿Está tan convencida, señorita Saucedo?

—¡S-sí!

A pesar de que urgía que los números del colegio pasaran de rojos a negros con urgencia, no parecía ser un tiempo demasiado irracional para dar una última oportunidad: en dos semanas sabría si eliminaría la arquería de manera permanente y no tendría mucho que perder de lo que ya se había asignado al club.

El Club De Hopewell: La Tercera Es La VencidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora