Capitulo XLII: La Divina Tragedia

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Llegada la mañana, lo primero que Jake hizo fue realizar una pequeña llamada telefónica; su padre no estaba en casa para responder, así que tuvo que dejar un pequeño mensaje.

—Hey, idiota...sólo para decirte que saque a la prima de la cárcel, y ni creas que esto lo pondré en tu cuenta, ¡realmente me tienes que pagar lo que puse! —el muchacho suspiró antes de continuar con sus noticias —. Y...bueno, también quería decirte que...también hice lo qué te conté; se supone que los resultados me los estarían dando en unas tres semanas, los recibiría a mi correo y...va, sé que esto no te interesa en lo más mínimo, pero quería que alguien supiera y mamá todavía está en confinamiento solitario, así que...nos vemos; hoy regreso a Toronto.

Y colgó.

Jake se vistió, preparó su maleta, y se alistó para la estación de autobuses, no sin antes pensar que cualquier opción que se le presentara significaría un gran cambio; un inevitable, y enorme, cambio.

—Era más sencillo eso de verdad las drogas —pensó antes de abordar su transporte, dando una mirada a la ciudad una vez más.

Y mientras un chico buscaba hacerse hombre, tres mujeres despertaban de una noche de chicas.

—¡Buenos días bella durmiente!

—¡Coño Sarah! ¡No vuelvas a hacer eso! —Allye reclamó tras la sorpresa al abrir los ojos y tener a centímetros de su propio rostro el de su amiga.

—¡Perdón! No deseaba asustarte —la morena se levantó—. ¿Quieres algo de comer?

—La pregunta más bien es...¿Hay algo de comer aquí? ¿En la casa Greenberg?

—¡Claro!

—Tejones y mapaches no cuentan...no me da mucha confianza desde que salió esa con tres ojos que podía levitar en el aire.

—¡No exageres! ¡Sólo podía sostenerse en el vuelo como tres segundos! ¡Máximo!

Allyson se levantó, estiró sus brazos y bostezó; su cabeza giró y vio a su hermana aún en cama.

—¡Luce tan adorable cuándo está dormida! —Sarah exclamó.

—¿Tener un moco en forma de burbuja emergiendo de su fosa nasal izquierda es tu idea de adorable?

—La podrían contratar para un comercial de plastilina, o de goma-loca, o de goma de mascar...

—O si todos esos maravillosos movimientos de carreras fallan, puede hacerla de una paciente con gelatina en el sistema respiratorio en esos shows de “Emergencias Medicas Reales”.

—¡Oh! ¡Recuerdo ese episodio! ¡Fue genial! Pero, ¿no tenía esa paciente parálisis cerebral?

—He escuchado a Jess hablar de zapatos durante tres horas seguidas en el auto camino a una reunión familiar en Regina; creo que puede hacer una actuación bastante convincente de una persona con ese problema.

—¿Crees que eso es malo, Sarah? —Jessica comentó, en un tono tedioso y profundo—. Eres su amiga, ¿no? Creo que alguna vez ha tenido que hablar contigo sobre Joy Division...

—¡Son una de las bandas de New Wave y Goth-Rock más influyentes de todos los tiempos! —Allyson reclamó.

—Sólo digo que encuentras mucho de qué hablar con ellos para una banda que tuvo dos discos...y ni un éxito.

—¡Al carajo con las listas Billboard! ¡Esos patéticos descerebrados entienden menos de talento musical qué de las cavidades que se rascan en el baño!

—¿Y a mi me dices desagradable?

—¡Niñas, niñas! ¡Tranquilas! —Sarah intervino—. ¡No hay por qué perder los estribos! ¡Ni sacar las garras! ¡Vamos! ¡Bajemos a comer!

El Club De Hopewell: La Tercera Es La VencidaWhere stories live. Discover now