Capitulo XIX: Rant

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Allyson y compañía notaron una peculiaridad en los pasillos de su escuela: anuncios estaban siendo colocados. No eran anuncios de “se busca” (por lo que sintieron un alivio inmediato), ni de alerta epidemiológica por los agentes infecciosos en la ensalada de huevo servida el día anterior, sino de una actividad escolar.

—¿Una obra? —la pelirroja se cuestionó—. ¿No las habían quitado desde que lo del maestro, la alumna, y lo de la violación?

—¡Nunca se comprobó! —Sarah exclamó—. ¡Soy tan inocente como cualquiera!

—Conociendo al director —Jake comentó—, debe ser sólo el siguiente plan en alguna brillante estafa.

—¿Realmente crees eso? —preguntó la pelirroja.

—Cierto, tienes razón, lo corregiré: conociendo al director, debe ser sólo el siguiente plan en alguna retardada estafa.

—Eso es más creíble, ¿no Sarah?

La morena no contestó en primera instancia.

—¿Estás bien? —Jake cuestionó al percatarse de la atención que su amiga estaba poniendo en el letrero.

—Algo no está bien —ella murmuró.

—¿Qué?

—La obra...se llama “Oda a Andrews”.

—¿Andrews? —Jake y Sarah se dijeron entre sí con duda en el hablar.

—¿No era ese un...racista horrible?

—Y-yo...

Ambos trataron de recordar algo, cualquier cosa, noticia, anécdota, chisme, rumor, inclusive chiste que tuviera como protagonista una persona con ese nombre, pero no había información alguna en esos archivos dañados en su cabeza que llamaban recuerdos.

—¡Don Andrews! ¡El lider supremacista blanco! —Sarah les informó, en una situación inusual en la que ella era quién poseía la información en lugar de estar confundida por los datos.

—Nunca he oído hablar de él —Jake informó.

—¡Por supuesto que no! —gritó cerrando los puños la morena—. ¡Ustedes blanquitos son tan superficiales! ¡Si no les molesta en su vida diaria, no les interesa!

—¿Blanquitos? —Allye susurró.

—¿¡Creen que no me doy cuenta!? ¡Pero ustedes y su visión eurocentrica del mundo no me van aplastar ni a mi ni a mi orgulloso pueblo!

—¿Pueblo? ¡Pero ni siquiera sabemos de cuál eres! —reclamó Jake.

—¡Claro que no puedes saberlo! ¡De seguro nos ven a todos nosotros iguales! ¿Cierto? ¡¿CIERTO?!

Ni Allye ni Jake habían visto a su amiga tan agresiva y confrontativa: el tema parecía tocar un nervio muy sensible que, quizá, ellos mismos admitían que dado el privilegio que conlleva el ser blanca (y blanco) no eran capaces de comprender, o de al menos ver aquello que estaba ahí y que hería profundamente a Sarah. ¿Eran cómplices sin saberlo de una sociedad en la que el racismo seguía ejerciendo su influencia, si bien de modo pasivo? ¿Eran parte de aquella maquinaría social que aplastaba a todo aquel que no se veía como el ideal europeo?

Eso, o sólo era un broma.

—¡Ja! ¡Cayeron! —Sarah dijo sucumbiendo a la risa—. ¡Deberían verse! ¡Hasta están sudando!

—¿Crees qué es gracioso? —Allye preguntó.

—Es lo bueno de mi apariencia: puedo hacer sufrir a la gente blanca y hacerla sentir culpable.

El Club De Hopewell: La Tercera Es La VencidaWhere stories live. Discover now