Epílogo: La Carta (Final)

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A quién corresponda.



No soy de las personas que suelen llevar diarios, ni blogs, ni bitácoras, ni siquiera de recordar o intentar recordar, pero no puedo negar que estos últimos días y semanas han sido memorables, relativamente hablando. Y como también necesito plasmar algunos sentimientos para no perder la cabeza en estos tiempos de aguas revueltas en las que me encuentro, creo que escribiré por lo pronto esta carta abierta (en buena parte para hacer tiempo, más de eso a continuación) y se la haré a...no lo sé, ¿quizá la Allyson del futuro? ¿A los “lectores” que tanto insiste Sarah que existen al otro lado de la pantalla del ordenador o del teléfono y que leen esto? (Esa niña nunca cambiará).

La universidad, por el lado positivo, es todo lo que imaginé que sería, y más.

Por una vez veo clases que de hecho me interesan sobre temas que me llaman la atención, y el ambiente es magnifico. Sé que al principio lo odié, pero, ¡gracias a Dios al que inventó los exámenes de admisión! Con eso se filtraron todos los cabezas huecas, idiotas y patanes dejando sólo a quienes tenemos interés autentico en aprender.

¿Soné muy ñoña, no es así?

Como sea, es maravilloso, con tantas mentes de mi edad con la cual discutir, debatir, conversar sobre los temas más relevantes y profundos de nuestros tiempos.

Eso, como dije, fue lo positivo, pero...lo negativo, es que poco a poco compruebo que una frase de mi hermana tiene razón, verán a que me refiero.

Es verdad, las materias son fascinantes, los temas vibrantes...pero no puedo decir lo mismo de los profesores, los cuáles, salvo uno que otro que aún conserva cierto idealismo docente porque no se lo han aplastado aún (y lo harán cuándo descubran que todavía posee eso). ¿Los compañeros? ¡Sorpresa, sorpresa! A pesar de ser un tanto más inteligente, siguen siendo en muchos sentidos algo estúpidos (eso sin contar aquellos que lograron su pase a la escuela por dinero y/o influencias), y que en ocasiones, tan abrumada por todo a tu alrededor, las tareas, las presiones, uno quiere derrumbarse y que la dejen en paz.

Pero luego recuerdas que te faltan dos paginas para acabar con el informe de Introducción a la Psicología, y me digo “vamos niña, aún puedes con esto”, y lo finalizo. Cada vez me da más terror pensar que en realidad, la vida, por toda su duración, es una eterna preparatoria.

En fin, supongo que debo hablar de como quedaron todos ellos de mi entorno inmediato y no tan inmediato.

Ahora vivo con Sarah. Compartimos apartamento a las afueras del campus, y...ha sido toda una experiencia. Una cosa fue en ocasiones pasar la noche en su casa, y otra es...bueno, en realidad tampoco es tan diferente; tenemos clases distintas y en ocasiones no nos vemos en todo el día, excepto, claro, los fines de semana.

El apartamento es pequeño, así que sólo tenemos una cama...y yo sé que estoy pensando mal de más, pero con esa niña en casa prefiero dormir en el pasillo (ni loca comparto cama con ella). No es muy diferente, claro, y ella parece más entusiasta de la uni qué yo. Está estudiando arte, dónde sus desplantes de...lo que sea que tenga, en vez de ser reprendidos, son fomentados.

Pero hasta eso es más responsable. Sarah consiguió un empleo de medio tiempo en un centro de llamadas (habla hasta por los codos, ¿por qué no hacerlo en un lugar dónde le pagan por eso?) y hasta uno que otro le ha ofrecido algo en modelaje, ¿por qué no me han pedido eso a mi?

Vale, hasta yo sé la respuesta, no sé porque me hago loca.

Ella está alegre, excepto...en una ocasión la sorprendí, no llorando, pero si no, ganas no parecían faltar, y es que aunque no lo diga, sé que le preocupa lo de su abuela.

El Club De Hopewell: La Tercera Es La VencidaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum