Capitulo XXXIII: ¡Das Viyonara!

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Las tensiones entre los nipo-filos y ruso-filos parecían haberse ido: por unos breves momentos, la tranquilidad parecía reinar en los pasillos del colegio. Claro, exceptuando por las golpizas, el trafico hormiga de drogas y el lagarto come-hombres que se aparecía en el edificio "A", pero una razón menos de violencia es algo digno de celebrar y señalar en Hopewell High.

Pero para algunos, el fin de las hostilidades no marcaba el fin del lujo y la abundancia.

—Casi nunca invitas a lugares así, Jake —Allye señaló, mientras leía la carta del restaurante "Scargott's"; un lugar especializado en cocina gourmet francesa, aquella noche, muy concurrido por la crème de la crème de la ciudad —. O mejor dicho —pidió una segunda oportunidad de argumentar su punto tras pensarlo un poco más—, déjame cambiar lo que dije: nunca invitas a nada, punto.

—Hablando de puntos —Jake contestó—, ¿tus palabras van a ir a uno o sólo señalaras redundancias?

—Es que deben ser muy buenos tiempos para ti si es que te puedes dar lujos así —la pelirroja aseveró—. La vez en que te pedí si me podías invitar una hamburguesa me dijiste que necesitabas el dinero para pagar un rescate.

—¡Y lo pagué! ¡El idiota de mi padre no debió viajar al barrio kurdo! Le dije y le repetí hasta el cansancio “te van a secuestrar, te van a secuestrar”, ¿y adivina que sucedió?

—No tengo idea, Jake querido —Allyson replicó, asqueada con sólo pensar los negocios en los que el padre de su compañero debía estar involucrado—. De todos modo, es algo inusual en ti.

—¿No puede hacer un chico algo amable por sus amigas? —el muchacho cuestionó, al borde de exasperarse por las dudas hacia su actuar.

—¿Amable? —Allye, cerrando la carta sobre la mesa, comentó—. ¡No podía entrar sin vestido de noche! ¡Tuve que comprar otro!

—Sí rojilla...YO te lo compré...y no pusiste demasiado oposición a eso, ¿o qué? ¿Ya se te olvidó tan pronto?

—Bueno —se sonrojo—, es medio incomodo, pero te ofreciste y...

Antes de que Allyson continuara con su excusa para algo de lo cual no tenía excusa, Sarah regresó del tocador.

—¡Estos tíos si que tienen tela! —exclamó mientras tomaba asiento—. ¡Los mingitorios en el baño tenían hielo!

—Sarah, ¿sabes que los mingitorios sólo están en los baños de hombres, verdad?

—¡Los baños de mujeres estaban llenos! ¿Si? —la morena se justificó—. ¡Y no me molesten! ¡Acabo de ir de pie! ¡No estoy de humor para preguntas!

—Esas señoras del club de mujeres empresarias deben aprender a decir "no" al vino blanco —Allyson murmuró —. Y Sarah, ¿recuerdas aquella conversación que tuvimos sobre que en ocasiones dices más de lo que uno debería escuchar?

—De todos modos, sigue siendo una noche memorable —Jake se les dirigió—. Creo que es la primera vez en la que de hecho entramos a un lugar como así sin engaños, fraudes o fingiendo ser personal.

—Aunque Jake, debo decir, ¿realmente estás contento contigo mismo? —Allyson preguntó.

—¿Qué? ¿Por qué lo dices?

—Te has hecho de dinero explotando un conflicto ajeno a ti, ¿puedes vivir con eso en la consciencia?

—Los Zabrocki no tenemos consciencia: mi tatara-abuelo Magnus apostó la consciencia de las siguientes diez generaciones contra una gitana en su camino a Budapest.

El Club De Hopewell: La Tercera Es La VencidaWhere stories live. Discover now