Capítulo 5.

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Los cuatro.

—¿Qué tal me veo? —Le pregunta una despampanante Barbie a su hermano mayor.

—Te ves hermosa, Barbie... —Sin poder evitarlo su voz se quiebra y sus ojos se cristalizan. —Lo siento tanto, Bárbara, sé que para ti quedó en el pasado y...

—Y para ti también debería de estar ahí —Suspira. —Ya pasó y yo lo superé —Sonríe.

—Hermanos Rockefeller, en cinco minutos estamos al aire —Anuncia un chico llegando junto a ellos.

—¿Vamos? —Le pregunta Sam a su hermana menor.

—Tú ve, a mí se me olvidó algo —Señala el camerino donde terminó de prepararse pues el tiempo en el hotel no fue suficiente. El rubio asiente no muy convencido antes de marcharse y dejarla. Barbie ingresa en el camerino y se postra frente al espejo viendo su reflejo. —Todo pasó, todo quedó en el pasado y no fue tu culpa ni de tu hermano —Se repite mientras ve como sus ojos se cristalizan como diamantes. Sí, solo los diamantes están a su altura porque lo que ella llora no son simples lágrimas saladas, son lágrimas que valen más que su fideicomiso pues solo aquel tema puede hacerla llorar. —Todo pasó, todo quedó en el paso y no fue tu culpa ni de tu hermano —Se repite antes de embozar una sonrisa y salir de allí dirigiéndose al escenario donde ya se encuentra su hermano.

—¿Lista? —Pregunta este al verla llegar.

—Como Madonna para concierto —Sonríe con altanería.

—Y de invitados especiales tenemos a la dupla perfecta, el par que han demostrado que los genes pueden ser mágicos y que el dinero también —Bromea el presentador, John Spencer. —Con ustedes, ¡los hermanos Rockefeller! —Grita haciendo que el público presente estalle en aplausos al mismo tiempo en el que el par sale tras una cortina. Sam ayuda a su hermana a subir el pequeño escalón para llegar al presentador, se saludan y toman asiento. —¡Por Dios! Creo que todos los shows se sentirán celosos de que logré que los herederos Rockefeller volvieran a los reflectores —Bromea logrando que la dupla ría sinceramente. —Samael, cuanto tiempo sin verte aunque bueno, no puedo fingir, vi la edición especial de la revista Boss sobre la fiesta de aniversario de la petrolera y vi tus fotos allí...

—Supongo que tienes razón, asumiendo que soy el hijo del dueño, debía estar en la fiesta —Bromea adoptando esa postura segura y divertida.

—Bárbara, ¿o debería decirte Barbie? —Pregunta devorándola con la mirada.

—Como te sientas más cómodo —Responde de la misma forma.

—Bien, Barbie, de ti sí hemos visto muchas fotos ya sea en la edición Boss como en Instagram...

—Amo presumir mi vida —Bromea.

—Bien, bien —Habla el presentador carcajeándose un poco. —Samael, cuéntanos sobre tu vida. ¿Nuevos amores, nuevas ambiciones, nuevos trabajos?

—Tengo de todo un poco.

—¿O sea, el mayor de los Rockefeller encontró el amor? ¿Quién es la afortunada que pescó ese duro corazón sin mencionar esa forrada billetera?

—Por comentarios así prefiero ahorrarme su identidad —Le guiña el ojo izquierdo.

—Suelo ser un poco intenso —Eleva los hombros. —¿Qué tal va la petrolera?

—No sabría decirte mucho pues ahora estoy más ocupado en fundar mi propia empresa.

—Esperen, esperen —Hace una rara señal con las manos para que todos se detengan y guarden silencio. —¿Declarándole la guerra a tu padre?

En las Garras de la PasiónWhere stories live. Discover now