Capítulo 45.

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¿Aceptando la realidad?

13 de febrero del 2019.

El sonido de movimientos en la cocina logra despertar a la castaña quien sin tomar un instante para adaptarse a la luz solar que se cuela por su ventana, se lanza de la cama a toda velocidad creyendo que en la cocina se encuentra su hombre aunque se lleva la decepción de que sea Farid quien se encuentra preparando desayuno.

—Buenos días —Saluda este con un vago intento de sonrisa.

—Buenos días —Bufa mientras lágrimas silenciosas se deslizan por sus mejillas. —¿Él... él estuvo aquí? —Pregunta esperanzada mientras mira sus pequeñas muñecas donde se encuentran algunos hematomas que ese viejo asqueroso dejó en su piel.

—No, amor, lo siento... —Se disculpa mientras apaga la estufa.

—¿Llamó?

—No, lo... lo siento —La mira apenada mientras esta parece desmoronarse en su brazos.

—Vagamente creí que él vendría a casa como siempre lo hacía tras un largo día en la oficina... —Y aquella simple palabra parece encender un bombillo en su cabeza. —¡Eso es! Debe estar en la oficina, tal vez fue allí y... Sí, iré a verlo —Camina hacia la habitación decidida a ducharse y vestirse de manera apropiada.

—Barbie... —Intenta hacerla razonar, pero rápidamente recuerda lo obstinada que es su amiga. —¿Puedes mantenerme al tanto de como van las cosas, por favor? —Pregunta viéndola con lastima pues sabe perfectamente que aquel encuentro no será bueno para ella, no cuando las heridas siguen frescas. —Estaré en mi departamento, te pido que vayas allá si Keelan no regresa contigo, no quiero que estés sola aquí —Mira todo el lugar con desconfianza hasta posar sus oscuros ojos en el cuerpo pálido de la chica donde ya se han acentuado hematomas en su cadera, abdomen, muslos y muñecas. —E intenta cubrirte... —Sale de la habitación dándole privacidad.

(...)

—Buenos días, señorita Barbie... —Saluda el recepcionista con aquella clásica sonrisa de bienvenida de siempre. Barbie, quien se dirigía al ascensor privado del ojiazul, se da la vuelta y regresa hacia el chico. Su cuerpo va cubierto por un pantalón de tiro alto en color blanco, una blusa de mangas largas de color violeta y unos tacones blancos ya que aunque su cuerpo se encuentra adolorido, los tacones son un papel fundamental para la elegancia.

—Buenos días, Antuanet. ¿Se encuentra el señor Dimou? —Pregunta mientras la escasa brisa mueve algunos de mechones a su rostro.

—No, lo siento, señorita. El señor no ha llegado al igual que Anne —Informa apenado mientras le muestra las tarjetas de ingreso que se ha registrado en ese día, como también le muestra el registro del ascensor privado que no ha sido utilizado ese día.

—¿Qué? ¿Cómo no? Pero, si entra a las ocho —Mira el reloj de su muñeca que marca las 09:30 Am. —Está bien, muchas gracias —Se despide con un movimientos de mano antes de salir del edificio de oficinas. Con una llama de esperanza, se dirige a su departamento, pero allí tampoco encuentra nada. —¿Dónde estás, Keelan? —Pregunta a la soledad mientras se sienta en el pequeño restaurant frente al edificio Dimou y es cuando recuerda a Jimmy, el encargado de seguridad de la casa de Keelan. Rápidamente, saca su teléfono celular y marca su nuevo, recibiendo respuesta tras el segundo pitido.

Buenos días.
Habla Jimmy Flores.

Buenos días, Jimmy.
Habla Barbie...

¡Oh! Buenos días, señorita
Rockefeller. ¿Qué necesita?

Me gustaría saber si
el señor Dimou se encuentra
enfermo o indispuesto ya
que son las nueve de la
mañana y no ha
llegado al trabajo.

En las Garras de la PasiónWhere stories live. Discover now