En las Garras de la Pasión

Capítulo 46.

Aceptando la realidad...
a mi manera.

20 de abril del 2019.

Malibú, California, Estados Unidos.

—Ya lleva una semana así... —Murmura la señora Clarissa viendo a su hija menor preocupada mientras esta observa el hermoso va y ven de las olas esto gracias a que la familia y amigos decidió ir a la casa de playa familiar para esperar el tan hablado cumpleaños de la heredera de la fortuna Rockefeller quien en más de una semana no ha sido vista ni ha mostrado actividad en sus redes sociales. —Todos superan un corazón roto de forma diferente, pero esto es tan raro en ella... —Se gira viendo a los mejores amigos de su hija, a los cuáles consintió y regañó como sus propios hijos, quienes desde hace una semana no se han alejado de ellos.

—Nunca había pasado por un corazón roto, supongo que no tiene un patrón para comportarse... —Murmura Farid quien ha estado alejado de la castaña quien le pidió ''amablemente'', notese el sarcasmo, que no se acerque a ella luego de que este la obligara a regresar a casa de sus padres quienes no han parado de preguntar que sucedió para lo que parecía una solidad relación, terminara tan abruptamente.

—Solo demosle espacio, ella encontrará su propia forma de levantarse y volver al juego... —Habla el señor Mario mientras mira a su pequeña quien es una replica de su carácter explosivo y rebelde aunque él logró encontrar a la persona que libremente lo hizo doblegarse. ¿Su hija encontrará a esa persona? Sí, sin duda lo hará aunque tal vez ya lo hizo... Sin emitir una palabra, abre la puerta francesa que da al jardín trasero y se encamina al pequeño kiosco donde se encuentra la castaña sentada observando el gran mar frente a ella que solo sabe atormentarla con las mismas tonalidades que ella desea olvidar. —Estás aquí...

—Y al parecer, siempre lo estaré... —Suspira sintiendo el picor de unas traicioneras lagrimas hacerse presentes en sus ojos. —Papá, yo... yo no sé... yo no sé que hacer —Su voz se quiebra. —No sé como sentirme... no sé si estoy bien o... o mal... no sé si esta bien lo que estoy haciendo o... —Su respiración se hace más forzada mientras los nervios y angustia se apropian de ella.

—Solo llora, mi niña —La envuelve entre sus brazos. —Llora, déjalo salir hasta que ya el dolor no sea tan severo, llóralo hasta que las lagrimas se sequen solas, llóralo hasta llegar al fondo porque solo ahí verás que estás lista para levantarte... —Besa su frente.

—Papá, él... él me dejó... me dejó aquí tirada, y... y me siento como una estupida... —Se permite llorar abiertamente por unos minutos hasta que su llanto se hace menos intenso. —Me siento estupida al estar llorando por un amor que yo misma liberé, me siento estupida por llorar porque ese idiota rompió el corazón que yo misma le entregué, me siento estupida por llorar por momentos que yo creé... Yo, la chica que no se permitía amar, la chica que prefería estar sola aunque ninguno entendiera sus motivos. Este era, papá, este era mi motivo para seguir sola: no llorar, no sufrir, no pensar en lo que pudo pasar si hubiera actuado diferente, no...

—Te aseguro que eso a lo que llamas vida no sería nada más que un intento mediocre. La vida no es más que un intento que sobrevivir y ser felices en el transcurso. No podría tan siquiera pensar en que la niña tan llena de vida y color que yo en mis brazos sostuve hasta que mostró la independencia con la que había nacido, se privara del sentimiento más bonito y mágico de todos. Del sentimiento que la trajo a ella a la vida, el sentimiento por el que los caballeros pelean a muerte, el sentimiento por el que una madre elige morir en el parto antes que su pequeño, el mismo sentimiento por el que la adicción de tu hermano nos afectó de esta manera. Sé que ahora no lo ves porque estás herida, pero el amor es un milagro y todo aquel que pueda experimentar lo que es amar sin esperar nada a cambio ya ganó todo en esta vida —Sus palabras con sus cálidas caricias logran tranquilizar el alma de la castaña.