Capítulo 29.

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Te siento más cerca...

30 de diciembre del 2018.

—No podemos seguir teniendo sexo tan salvaje —Murmura Barbie viendo desde el umbral de la puerta a su sexy novio quien se ejercita en las barras de metal. <<¿Ese hombre tiene un gimnasio en cada casa o departamento al que vamos?>>. Se pregunta mentalmente mientras observa con una sonrisa sus músculos tensarse por la fuerza con la que realiza los ejercicios.

—¿Qué? ¿Por... —Pregunta pesadamente mientras deja de lado las pesas. —¿Por qué? Creí que te gustaba —Habla mientras camina hacia una nevera ejecutiva de la que extrae una botella de agua que destapa y lleva a sus labios. Deja la botella sobre la nevera y camina hacia ella con pasos firmes y fuertes como un tigre a punto de atacar a su presa.

—¿No has visto tu espalda? —Pregunta permitiendo que este meta sus manos entre el kimono de seda que lleva puesto y cubre su cuerpo desnudo. —Si alguien más ve tu espalda podría pensar que peleas con un gato —Bromea.

—En todo caso sería una sexy gatita de hermoso cuerpo —Bromea jugando con sus pechos. —Quiero llevarte a un lugar especial para mí...

—¿Ah sí? ¿Donde? —Pregunta frunciendo el ceño mientras siente los dedos calientes de Keelan pasearse por sus pechos suavemente logrando que todos los bellos de su cuerpo se ericen.

—Ve a ducharte mientras yo termino en las barras —Ordena mientras pellizca sus pezones con cierta fuerza dejando atrás la delicadeza que antes utilizaba.

—¿No me acompañarás? —Hace un mohín antes de soltar un gemido por como Keelan juega con sus pezones con desinterés. Sus ojos azules se muestran más oscuros por la pasión contenida y sus labios se aprietan en línea recta. Aquel gesto lo hace cuando se encuentra excitado.

—Sí entro allí, llegaremos tarde y en algunas horas debemos volver a New York... —Responde este sacando sus manos del kimono logrando que está suelte un bufido en forma de queja. —Vístete de colores neutros, en serio —Ordena entrecerrando los ojos en su dirección haciéndole saber que habla en serio.

—Ok, amor... —Responde dirigiéndose a la puerta sin percatarse del apodo por el que lo llamó. Justo en esos momentos se siente tan plena que no se percata de ello.

—¿Amor? —El castaño imita sus palabras mientras la mira con una sonrisa deslumbrante y una de sus tupidas cejas elevadas.

—¿Qué? —Reacciona está girándose hacia él esperando sus palabras.

—Me llamaste amor —Cuenta con una sonrisa. —Me gusta —Le guiña un ojo antes de volver a las barras de metal pesado.

(...)

—¿Dónde estamos? —Pregunta la castaña confundida viendo la gran verja de metal con una palabra extraña escrita en el mismo material de la verja. Tras la verja se ve el verde del césped recién cortado.

—Es el... nekrotafeío... —Lee el inscrito en la verja. —Es el... el cementerio —Al escuchar sus palabras, la castaña eleva la vista encontrándose con esos ojos atormentados.

—¿Qué hacemos aquí? —Pregunta confundida viendo como el dolor tiñe su rostro. —Keelan, no tenemos porque estar aquí ni...

—Sí, si tenemos porque estarlo —Responde sencillamente. —Ven, vamos —La toma de la mano y la introduce en el lugar. Tras caminar algunos metros comienzan a observar lapidas de color blanco, gris o negro adornadas con inscritos o dibujos significativos. Las flores son en colores vividos representando a  los fallecidos o los sentimientos que a lo largo de la vida sintieron por ellos antes de su fallecimiento.

En las Garras de la PasiónWhere stories live. Discover now