Capítulo 32

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"Señorita Charming, la clase ha empezado hace diez minutos y según las normas ya no se puede entrar. Tendrá que ir a la sala de castigados"

Así fueron las palabras tajantes de Baba Yaga que hicieron que acabara en la sala de castigados por primera vez en su historial académico. Ella siempre era lo más puntual que podía existir y por un día, después de cinco años estudiando aquí se había retrasado sin querer, no la dejaron entrar en clase. Estaba indignada, años anteriores gente como Lizzie Hearts llegaba tardísimo a las primeras clases y la permitían pasar sin ninguna recriminación, no era justo se dijo a sí misma. Ni siquiera tenía idea de donde se encontraba esa aula y tuvo que estar dando vueltas sin parar por los pasillos. Y en su búsqueda, pudo afirmar como este curso escolar el director Grimm estaba siendo más estricto que antes y sobre todo al tema de la puntualidad, ya que menuda regañina pudo escuchar que le echó a un chico que acababa de entrar por la puerta principal.

"Oh, señorita Charming, qué inesperado una castigada de segundo de bachillerato. Bueno, puede sentarse ahí al fondo que hay sitios" Jamás se le ocurrió que el profesor que estaría de guardia sería el mismo que después la iba a dar matemáticas en la siguiente hora. Eso era una microposibilidad que la llegara a tocar, ya que de todos los profesores que daban clase en el instituto era difícil que Rumpelstinski fuera quien estuviera de vigilante.

No solo le vería la cara en la clase de ahora de matemáticas, sino que tendría además otra hora extra para observarle mejor. La primera experiencia en la sala de castigados no era satisfactoria para nada, rodeada de niños de la ESO y con un profesor que no sabía cómo era afuera, pero profesionalmente no enseñaba bien. Toda la situación en la que se encontraba inmejorable y grandiosa gracias a que había llegado tarde por su mejor amiga para siempre. Merecía que la echara la culpa, no obstante había ocurrido porque había sido una gran tonta esperando sentada durante varios minutos, pensando que Rosabella aparecería aunque ya la había avisado que la llevaba su padre.

De nuevo había vuelto a ser ilusa y a tragarse su orgullo, ese que se suponía que tenía y que más la representaba de los siete pecados capitales de la religión católica. Si tanto se suponía que tenía, estaba muy molesta de que no saliera cuando ayer decidió marcar primero e ir de buenas maneras para solucionar las cosas. Para conseguir nada, aparte de una crítica no necesaria sobre su relación y escuchar como el sonido de la otra línea desaparecía en señal de que la habían colgado. Y sorprendentemente en aquel momento no se enfadó, ya que tal vez a su parecer ambas se pasaron con las palabras en las últimas conversaciones que habían tenido juntas. Estaban y habían discutido en caliente y ahí se dicen cosas que en verdad no se piensan, por eso pensó que ambas seguían necesitando algo más de tiempo para que se enfriara el asunto y lo olvidaran como otras discusiones que habían tenido.

Ese fue su pensamiento ganador, y por eso supuso que mañana se encontraría donde cada mañana quedaban y lo arreglarían. Ahora tenía dudas si creer eso era lo que más la hacía sentirse estúpida o lo de esta mañana, pararse y querer esperar a que apareciera Rosabella por la esquina de enfrente, en vez de seguir caminando con Dexter y su novia.

"Una cosa antes de que suene el timbre, desde este año los alumnos que llegan tarde les tocará limpiar el recreo después de clase a séptima hora" Les informó aquel hombre bajito antes de que salieran por la puerta.

En fin, luego de la tediosa clase en la que literal no hizo nada porque no tenía deberes ni pudo estar con el teléfono, le tocaba además limpiar el recreo en vez de poder irse inmediatamente a su casa una vez que sonara la campana. Su segundo día de clases, estaba mejorando cuanto más tiempo pasaba: Rumpelstinski iba a mil por hora ya en el primer tema que eran las matrices y luego ya la habían mandado un trabajo en psicología. Un gran alivio sintió cuando por fin sonó el timbre del recreo, aunque aún le quedase la mitad del día y el plus de quedarse después de clases a limpiar lo que otras personas no dejaban en las papeleras del patio. Solo de pensarlo la hacía querer irse a su casa, saltándose esa séptima hora. Pero, ella como era legal sabía que no lo haría, así que solamente le quedaba asumir que para un año que llegaba tarde la tocaba probar el nuevo "castigo". Si este era el plan del director Grimm para que los alumnos aprendieran la lección, ella tenía clarísimo que no volvería a acudir tarde al instituto en lo que le quedaba de curso.

𝒮𝑒𝒸𝓇𝑒𝓉♡𝓈  𝑒𝓃𝓉𝓇𝑒  𝒜𝓅𝓅𝓁𝑒  𝓎  𝒟𝒶𝓇𝓁𝒾𝓃𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora