43. Contigo.

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Capitulo dedicado a DayanaCruz145 para dedicarle un feliz cumpleaños, sé que fue el 23, pero igual quería desearte lo mejor en este nuevo año de vida. Gracias por leerme. Te quiero un montón💖

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Dante.

Habría dado todo por alargar más los días.

No podíamos. Y por un lado me sentía furioso, porque cuando pudimos reencontrarnos luego de tantos años el destino decidía separarnos de nuevo. Pero por el otro era consciente de que las circunstancias lo ameritaba y mi corazón sabía que era lo correcto ahora. Ella merecía expandir sus horizontes y crecer tanto como ella quisiera. Cumplir sus sueños así como yo también lo había hecho. Merecía eso.

—Daría lo que fuera por escuchar tus pensamientos —dijo, mirándome con transparencia.

—Mañana tenemos que volver a Madrid —solté.

La mueca en su rostro fue instantánea. Tan pronto como la frase se deslizó por mi lengua ya andaba arrugando el ceño.

El día anterior había sido un sabor amargo en mi boca. Ver a mi madre de nuevo había sido doloroso, pero la presencia de Jazmín hizo que la visita no fuera oscura, en cambio se tornó gris con el blanco que ella representaba.

Los doctores habían hablado conmigo antes de salir del hospital. Y nada de lo que escuché fue algo que no esperara. Dijeron que su condición estaba empeorando más rápido de lo que habían previsto y que llegaría un punto en donde no habría nada medicamente posible para hacer. Mamá no quería estar en esta vida, lo sabía. Lo veía en cada llamada que me hacían para informarme que de había lastimado o lastimado a otros. Con cada mes que pasaba me encontraba de nuevo en un punto en el que no sabía qué hacer para ayudarla o si es que acaso podría hacerlo. Sospechaba que no, que ambos sabíamos que había tomado la decisión de no querer seguir sin darle a nadie la oportunidad de replica.

No recordaba haber visto a mamá sonreír después de la muerte de Chiara. Ni siquiera un pequeño intento de una. Y ayer, cuando fue maquillada por Jazmín, lo hizo. Esbozó una sonrisa desgastada, pero verdadera, capaz de llenarme por completo de esa imagen. Ella no era feliz y verla sonreír con un índice de felicidad, fue aquello que siempre quise y que por fin pude presenciar. Fue un respiro.

Solo entonces observé a la madre que nos había amado a los tres y se había reído, que nos había abrazado en las noches de pesadillas y nos había dado un beso tranquilo luego de rasparnos las rodillas. Esa que nos enseñó qué era la vida y a vivir cada segundo de ella como si fuera el tesoro más preciado. La de los ojos resplandecientes y manos delicadas que acariciaban nuestras mejillas. Fue ella de nuevo, quizá durante poco tiempo, aun así lo fue. Y yo me sentí como un niño que admiraba ver a su madre bailando con su hermana, grabando ese escenario que más tarde se volverían letras e inspiración.

Desearía que Dorian hubiese podido ver a ese recuerdo viviente de lo felices que algún día fuimos.

—Agh. Yo digo que nos escapemos a una isla e ignoremos todas nuestras preocupaciones. Es fácil, sencillo y rápido. Nos sale incluso más barato. Podemos pescar y tomar agua de coco. ¿Qué dices? —bromeó, dando una vuelta sobre sí—. También podremos estar desnudos —Pícaramente me guiñó un ojo.

Sonreí, sacudiendo la cabeza con diversión.

—Acabas de convencerme.

Las cartas de Dante © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora