Extra #1.

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Aclaración: Todos los extras pasan después del final y antes del epílogo.

Boda de Dante y Jazmín.

____
23 de marzo, 2026.

Jazmín. 

Estaba sudando. Estaba jodidamente nerviosa y ni siquiera estaba camino al altar todavía. Pero en mi defensa, esto parecía más grande e importante de lo que alguna vez pensé. Iba a casarme con Dante.

—¿Ustedes estaban así de nerviosos el día en que se casaron? —les pregunté a Isaac y a María.

Nos encontrábamos en mi habitación dentro de la casa en la que vivíamos Dante y yo, mientras él estaba en otra de las habitaciones, con Franceso y Dorian.

—Peor —aclaró María, pasando la brocha por mis pómulos.

Cuando le comenté que iba a contratar a alguien que se encargara de mi cabello y maquillaje, se indignó. María dijo que nadie más que ella iba a encargarse de su mejor amiga el día de su boda.

En sus argumentos estaba que nunca, nunca, de los nunca, alguien debía correr el riesgo de que lo dejaran mal un día importante. Así que, ella se aseguraría que quedara como una princesa, o eso fue lo que ella dijo.

Isaac no cumplía ninguna función específica a decir verdad, tan solo estaba en la cama, viendo comiquitas en la televisión. Pero nada más con la presencia de ambos era todo lo que necesitaba.

—Yo no —respondió él—, los nervios no son para personas como yo.

—¿Tenemos que recordarte que cuando descubriste que amabas a Dorian pensaste que estabas teniendo un infarto? —se burló María.

Sonreí.

—Eso es cierto, Isaac —concordé—. Estabas pálido y parecías a punto de desmayarte.

Él puso los ojos en blanco, como si mencionar ese detalle fuera lo más mínimo del planeta.

—No estaba nervioso, estaba entrando en pánico —aclaró, mirándonos con esa expresión que decía: Tontas, sepan diferenciar.

—La misma vaina —dijo María, esbozando una sonrisa divertida.

—No estaba nervioso, de hecho, quería que todo sucediera rápido y luego cuando sucedió quise que se repitiera —confesó, más serio.

—¿Sabes qué María fue la primera que vio que había algo entre Dorian y tú? —solté de repente.

—¿Melissa? ¿En serio? —Arrugó la cara.

—Sí, imbécil. Sé cómo luce el amor, por eso me di cuenta.

—Maldita sea —bufó él, gimiendo con sufrimiento.

Me carcajeé y María le lanzó una esponjita de maquillaje.

—Es normal que estés nerviosa, Jaz —murmuró María, poniendo sus manos en mis hombros.

—Es verdad, Francesco en su boda vomitó —intervino Isaac, asintiendo.

María hundió las cejas.

Las cartas de Dante © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora