Extra #2.

9.8K 807 296
                                    

Jazmín y Dante se enteran del sexo del bebé, y les dicen a sus amigos que van a ser padres.

______

Jazmín.

—¿Y...? —pregunté, con la barriga un poco abultada al descubierto.

El doctor nos dio una mirada.

—Es... Es una niña —explicó, sonriendo—. Felicitaciones, van a tener una pequeña.

Dante me apretó la mano y mis ojos se llenaron de lágrimas. De felicidad. Me abrazó, acariciando mi abultado abdomen. De lo que tanto habíamos deseado tener.

Joder.

Una hija.

No le dije a Dante, pero ya sabía que nombre le pondríamos.

Chiara.

***

—Estoy nerviosa —le confesé a Dante.

Habíamos estado esperando a saber si sería niño o niña, para decirles a nuestros amigos. Y como esa mañana lo supimos, ya era la hora.

Dante me miró a través de sus lentes, desde su lado del sofá, en donde revisaba algunos exámenes de sus alumnos. Su piel era tibia contra la mía.

—¿Por decirle que estás embarazada? —Asentí—. ¿Por qué?

—No lo sé, solo estoy nerviosa —solté una risita.

Un apretón conciliador.

—Van a estar felices. Ellos han estado esperando esto con nosotros —musitó.

Dante tenía, razón. Cuando me enteré que iba a ser difícil quedar embarazada, nuestros amigos nos habían apoyado en esos días tan oscuros y lejanos. María me había abrazado las noches que nos quedamos juntas, Isaac me había escuchado hablar y llorar y se había quedado a mi lado. Francesco había buscado informes y habló con sus amigos ‐doctores- del hospital, a ver que se podía hacer y me preparó un portafolio con todas las recomendaciones. Cristina nos había llamado, y nos había dicho que contábamos con ella con lo que fuera que necesitáramos. Dorian no dijo demasiado, pero nos acompañó cada vez que recibíamos las pruebas luego de los tratamientos de fertilidad y veíamos que no había funcionado. Y Alessia nos había regalado un bebé Yoda, y nos abrazó como por unos ocho minutos... seguidos.

—También estoy nerviosa porque falta poco. Pensé que iba a pasar lento, pero joder, no fue así —resoplé, echando la cabeza hacia atrás.

—Estamos preparados —Acarició mis rodillas—. Hasta tenemos su habitación lista.

—Debimos pintarla de amarillo claro —bufé, cruzándome de brazos—. No creo que el que tenga que le vaya a gustar.

Dante tuvo el descaro de reírse en mi cara.

—Será una recienacida, Jaz, no creo que vaya a preocuparse por el color de su habitación. Al menos no ahora, si cuando crezca quiere cambiarlo, entonces lo pintaremos del color que prefiera.

Las cartas de Dante © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora