46. La carta de Dante

8.9K 1K 262
                                    

Jazmín.

La opresión en mi pecho se hacía más fuerte conforme me alejaba de Dante, caminando hacia donde debía subir al avión. El agarre en mi maleta se apretó y la parte posterior de mis ojos picaron.

Recordé la situación en la que habíamos estado años atrás en el mismo lugar, excepto que esa vez era solo él el que se iba. En esta, en cambio nos íbamos ambos. Y... Dolía como el demonio.

No quería cruzar esa puerta y perderlo de vista, en serio que no quería hacerlo. Y antes creía que era una estupidez amar tanto a alguien a tal punto de sentirte extraño estando lejos, y a diferencia de lo que yo pensaba, no tenía nada que ver con dependencia ni nada por estilo, era más bien por querer. Querer estar ahí porque entonces esa extrañeza se volvería una normalidad tranquilizante y alegre.

Sabía que podía ser feliz sin él y él sin mi, porque las etapas podían cambiar y nosotros los humanos estábamos hechos para adaptarnos. Podíamos apartarnos a nuevas personas, lugares y situaciones. Sin embargo, no quería hacerlo. ¿Lo necesitaba? Quizá no. ¿Lo quería? Definitivamente sí.

Sus ojos verdes estaban eclipsados por esa misma tristeza del pasado, en nuestro adiós inesperado y fue raro, pues por un segundo pensé que si sabíamos qué iba a pasar sería menos pesado de tragar, y la cruda verdad era que no fue así. Estábamos ahí, mirándonos sosteniendo nuestros equipajes y aunque estábamos a metros de distancia ya se sentía como los miles que serían unas horas más tardes.

Quería correr hacia sus brazos, besarlo hasta que se hartara y mandar todo al infierno. Pero, ¿y luego qué? ¿Iba a despertar y después qué? Del amor no se vivía, y aunque sonara cruel solo era la realidad. Podría ser de esas personas que perseguían a otra y tarde se daban cuenta de que la vida se les había pasado volando y no había hecho de lo que sentirse orgullosa consigo misma, ningún logro que me hubiese logrado trabajando duro por ello. Y sabía que me sentiría jodida, arrepentida por haber dejado pasar una oportunidad única.

No decía que estaba mal si alguien pensaba que el amor era lo más importante, todos teníamos diferentes puntos de vista y no tenía que ver nada con estar equivocado o en lo correcto, sino en desde tu perspectiva. Estaba bien cualquier cosa por la que quisieras ir y luchar, fuera una persona o un sueño, pero en mi caso no entraba en la primera.

¿Qué clase de hipócrita me convertiría si de repente iba tras él y no me subía en ese avión cuando yo le había dicho a Dante que no lo hiciera porque luego se arrepentiría?

Tenía que irme, y luego iría por él si aún me seguía amando para entonces. No le pediría que me esperara, pero siendo honesta quería que fuera así, porque no me imaginaba a alguien que no fuera él sosteniendo mi corazón.

Tal vez, tal vez este cambio me serviría para encontrar esa parte de mi misma que se había perdido en el camino sin siquiera haberme dado cuenta, quizás mi cuerpo sabía que necesitábamos un nuevo comienzo.

Levanté mi mano en su dirección, mis ojos nublados por las lágrimas y un sonrisa grabada en mi rostro. Lo seguí mirando, mirando a ese hombre que me tenía, y tomé una bocanada de aire.

Hasta pronto, D'angelo.

Me obligué a no mirar de nuevo hacia atrás y me subí en ese avión, no fue hasta que estuve en el aire cuando decidí sacar la carta de mi bolsillo. Mis dedos temblorosos abrieron la hoja.

Las cartas de Dante © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora