02

96.9K 4.3K 1.5K
                                    


Dalila POV'S

Joan toma un largo sorbo del café para llevar, el aspecto cansado que tiene me dice que efectivamente éstas últimas dos semanas que no lo he visto se las pasó prácticamente viviendo en el restaurante. Cuando sus ojos verdes se clavan en los míos con dulzura y cariño, le sonrío de lado. 

El trabajo lo está consumiendo. 

—Parece que te veía más cuando vivías en State Island—Deja el café a un lado—Tengo que hacerme tiempo para ti. 

Niego levemente con la cabeza mientras le doy un vistazo al gimnasio algo vacío. Por alguna razón, los miércoles por la mañana siempre hay menos gente. 

—Acabas de tomar un puesto nuevo en el trabajo, que por cierto, me pone muy orgullosa—Le doy un golpe suave en el brazo—No tienes que hacer nada por mí, lo entiendo. 

Joan suelta un suspiro largo y pesado, dejando caer su espalda ancha y fornida sobre la silla en la que está sentado. Resulta que el único momento en que los dos nos pudimos hacer de un espacio para hablar fue en mí trabajo, una hora antes de que Bruno llegue para entrenar.

—No sabes cuántas veces hice y deshice el menú hasta obtener las recetas perfectas para el restaurante—Gruñe molesto—Es una responsabilidad gigante Dalila, y todo recae sobre mis hombros. 

Asiento con la cabeza. 

—Lo sé, pero éste siempre fue tú sueño. Así que solo debes esforzarte un poco más antes de que llegue la calma, te lo prometo. 

Mi hermano menea la cabeza no tan convencido por mis palabras. Le doy un sorbo a mí café esperando a que diga algo, pero cuando noto que se está tomando más tiempo del normal para hablar, sé que su nivel de estrés y ansiedad está al máximo. 

—Lo harás genial. Ya verás, todo el mundo querrá ir a comer tus creaciones—Le guiño un ojo. Joan sonríe un poco, pero sus hombros siguen tensos. Él sabe que jamás miento, y que si digo algo por algo lo es. Mí hermano mayor es un artista cuando de comida se trata, así que no dudo en que él es el único capaz de llevar ese puesto como nadie. 

Es el indicado. 

—Tengo a los críticos esperando ver mí cabeza en bandeja de plata, pero no les daré el maldito gusto. Ésta noche se quedarán sin palabras—Comienza a retomar un poco más de confianza. 

—¡De eso hablo!—Le vuelvo a dar un golpe en el brazo—No vuelvas a dudar de ti. 

—¿Al final vendrás a la reapertura?—Joan acomoda su rubio cabello hacia atrás intentando quitarse algunos mechones cortos de la frente. A veces me sorprende que seamos hermanos, porque no podríamos ser tan diferentes físicamente. Mientras él es un hombre de treinta y dos años alto como un armario, y de ojos claros yo soy todo lo opuesto. Mí cabello tan negro como la noche cae con gracia hasta casi mi cintura, mí tez es pálida y mis ojos no son más que de un color marrón profundo, sin llegar a ser del todo tanto para ser catalogados como negros. Él podría pasar fácilmente por gringo, no sería mí caso. Pero no me molesta, porque tampoco busco eso, pero sí reconozco que estaría bien que algunos idiotas de aquí dejen de decir que soy una latina "exótica", me hace querer mandarlos de paseo, lo que hice ya varias veces.

—Por supuesto que sí, ¿Algún código de vestimenta?

—Elegante—Se encoje de hombros como si fuera obvio—Tal vez tomen algunas fotos para el New York Times, asi que ve con tus mejores armas. 

Esclava del PecadoWhere stories live. Discover now