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Dalila POV's

La casa en New Port es más de lo que podría haber imaginado.

Es amplia, muy luminosa y está frente al mar, a unos kilómetros del centro de la ciudad. No hay nada que pueda arruinarlo. Ni siquiera el frío clima, porque aunque todavía aquí la punta de mi nariz se siente reseca y está roja, al menos no hay nieve. Lo que es un gran descanso después de algunos meses seguidos de copos cristalinos que caen sin parar del cielo.

Con el bolso en mi mano cierro la puerta detrás de mi mientras las voces de Kat y Andrea, quienes se adelantaron a revisar el lugar, resuenan entre las paredes.

Puedo oír el tinte rebosante de alegría en la voz de Kat , y a la italiana, quien está riéndose a causa del evidente entusiasmo y energía que ella desprende. También puedo escuchar los zapatos de Andrea contra el fino suelo de mármol. Pero cuando sus voces descienden a simples susurros, decido que haré mi propio recorrido hacia el lado contrario de la casa. Lo último que quiero es interrumpir un momento íntimo entre ellas.

Inspiro profundo, y con el bolso en mi agarre, esquivo el equipaje de las chicas. Si yo creía que había traído conmigo más de lo que podría necesitar, Andrea me enseñó el verdadero significado de lo que es empacar de más. Sus cuatro valijas Louis Vuitton me lo demuestran.

Camino también sorteando los cómodos sofás que se encuentran frente a una gran pantalla plana. Porque más allá, está el enorme ventanal que ocupa casi todo el ancho de la sala de estar, mostrando en su máximo esplendor las agitadas olas del mar.

Mis ojos recorren la playa con admiración. Muerdo mi labio inferior, y me imagino aqui, sólo que en el verano. Debe ser muy divertido caminar al lado del agua, con la arena metiéndose entre los dedos de los pies, y los rayos del sol calentándote el rostro.

Aunque en invierno debo admitir que también tiene su encanto.

Las espesas nubes grises que cubren el cielo y el color intenso del agua junto a la tenue neblina, le dan al paisaje un aire digno para retratar en una pintura dramática y quizás hasta algo melancólico. Mi sonrisa titubea por un segundo mientras continúo apreciando el arte que hay en la naturaleza. Pero hay cierta incomodidad que se remueve debajo de mi pecho y aprieta mi corazón ante el paisaje sombrío.

De inmediato reconozco el sentimiento.

Inspiro profundamente por segunda vez, y cierro los párpados.

Aquí no. Dije que él y todo lo que vivimos se quedaba en Nueva York.

—¿Dalila?

Me vuelvo hacia la dulce voz de Kat, que como es costumbre en los últimos meses, tiene una connotación nerviosa y de preocupación. Me vuelvo a ella, conectando nuestras miradas, y le sonrío para calmarla. Pero es una sonrisa sincera. Triste, pero también con animos de esperanza y nuevos comienzos. Esto está bien. Haber venido aquí me va a ayudar. Ella lo nota, y sus hombros se aflojan.

Le doy la espalda al mar y al cielo gris para reunirme con la rubia en la entrada de la casa.

Una risa divertida brota de mis labios al volver a mirar el equipaje de Andrea. Mi amiga dirige su atención allí, y como yo, suelta una risa.

—Un atuendo diferente para cada día.—cruza los brazos sobre su pecho, y rueda los ojos.—Es peor que tú y yo juntas.

—¡Oí eso, rubia descarada!

Las mejillas de Kat se ponen de un color muy, muy, rojo. Arqueo una ceja, y espero la explicación del porqué tal reacción de su parte. Hace sonar la garganta, y aprieta los labios en una línea.

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⏰ Last updated: Apr 24 ⏰

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Esclava del PecadoWhere stories live. Discover now