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Dalila POV'S





El rostro de Alexandro fue todo un poema después de que rechacé su oferta. Pero desde mi parte estoy consciente de que esto no lo vamos a solucionar con una extensa sesión de sexo o unas caricias para hacerme olvidar. Sin embargo, no niego que me tentó bastante decirle que sí. El subidón de calor que me dió fue difícil de manejar, pero lo hice con éxito, y el gusto de verlo aturdido por mi respuesta fue más de lo que podría haber pedido.

¿No quiere contarme lo que está sucediendo? pues bien, tampoco vamos a follar para arreglar su malhumor.

Por lo que el camino de regreso a casa es silencioso.

El italiano mantiene una expresión seria, con el ceño fruncido y los labios tensos. El matiz de confusión que tiñe sus orbes me indica que está rebuscando en su cabeza el porqué he dicho que no, entre curioso y ligeramente preocupado. Sin embargo, no puso oposición cuando me escuchó muy claramente negarme.

Es la primera vez que pasa y me temo que su orgullo esté herido.

Estacionar el coche en la calle de mi departamento siempre fue un reto por lo que no me sorprendo cuando se detiene frente al enorme edificio en doble fila y con el motor en marcha. Por supuesto que no se va a quedar, no porque yo se lo haya pedido, sino porque evidentemente no se esperaba este desenlace, quizás, no sabe cómo avanzar desde aquí.

Me decepciona que no insista en solucionar nuestra pequeña discusión pero si no conoce otro método más que su polla en mi coño para arreglarlo, no puedo culparlo. Alexandro no ha estado en una relación antes de mi y yo tampoco tengo experiencia en esto, así que vamos sobre la marcha. De cualquier manera esto está muy lejos de ser algo estable y duradero, por lo que intuyo que su desinterés se basa en eso.

¿Por qué esmerarse con la chica que solo usa para follar? el alma se me cae a los pies.

Dije que he superado la parte sobre ignorar mis sentimientos. Pienso cumplir con mi promesa, y aunque es obvio que no es correspondido, lo menos que puedo hacer es respetarme a mi misma. Aún así duele tener que renunciar a su tacto y sus besos. Si es lo que necesito hacer para ahorrarme una dosis de dolor todavía más alta, resguardaré mi corazón incluso cuando el precio a pagar es quedarme sin sus manos en mi cuerpo y su cálido aliento en la piel de mi cuello.

¿Será esta la última vez que nos veamos? ¿Cómo me despido de él? ya no sé si puedo seguir haciendo esto por mucho más.

—Gracias por traerme a casa—Doy una respiración profunda mientras observo su perfil cincelado, absorbiendo cada centímetro de pura perfección que posee. El hombre Armani se vuelve hacía mi, clavando sus ojos en los míos.

—Descansa—Asiento con la cabeza, tragando saliva de repente con la garganta seca y un nudo formándose.

Mi mano se cierra sobre la manija de la puerta y estoy a punto de abrir la boca para liberar la presión que sofoca mi pecho, de pronto olvidando el juramento que me hice de no exponerme y arruinarlo, pero tan rápido como lo pienso recuerdo que no tiene sentido confesar la manera en la que mi corazón se agita con solo una mirada suya, porque no estamos en la misma página. De hacerlo sería un acto completamente egoísta buscado por el alivio y un poco de paz mental.

¿Pero qué sería de Alexandro? ¿Ponerlo en una situación incómoda porque no puedo digerir el hecho de que no seremos más que un sucio y secreto trato?

El viento helado y fuerte me azota el rostro al bajar del coche, aún está nevando, y la postal de un manto blanco que recubre la ciudad de Nueva York pasa a un segundo plano. En lo único en lo que puedo concentrarme es en la pesadez que hunde mi pecho.

Esclava del PecadoWhere stories live. Discover now