032

61.4K 2K 509
                                    


Dalila POV'S




Cuando me despierto el cálido cuerpo de Alexandro ya no está presionando el mío y por un breve segundo me asalta una horrible sensación de vacío. Entonces siento el olor a comida en el aire y mis labios se curvan en una sonrisa suave.

Le doy un vistazo al reloj del celular. Pasan de las nueve por lo que supongo que Alexandro también necesitaba recuperar energías después de todo lo que hicimos. Me sonrojo de recordarlo.

Me levanto fuera de la cama extendiendo un brazo para tomar una de mis camisetas y las bragas. En los pies no me pongo más que los calcetines, ansiosa por dejar la habitación e ir en su encuentro.

Con una sonrisa bailando en mis labios me encamino a la cocina pero todo rastro de felicidad se desvanece al ver a Kat con la sartén revolviendo salsa de tomate aún con la ropa del trabajo. Me quedo en silencio y frunzo el ceño buscando con los ojos una señal de el italiano, la decepción me pesa demasiado en el pecho. ¿Se marchó?  al menos podría haber avisado.

Me remuevo sobre mis pies luchando con las estúpidas lágrimas que amenazan con formarse. Todavía sin que Kat se percate de mi presencia ella continúa con la tarea, con el cabello recogido en un moño alto y el pulcro traje rosa viejo que hace destacar su delgada figura. Sin embargo no parece estar muy concentrada, más con la mente en otro lugar, reflexionando sobre algo más.

Dispuesta a saludar tragándome el nudo en la garganta de pronto chillo por el susto. Unas manos fuertes y grandes me sostienen por la cintura y me abrazan desde atrás. Kat se da la vuelta parpadeando hacía mi dirección, primero sorprendida, luego lentamente poniendo una expresión simpática en sus delicados rasgos. Sus ojos verdes recorren mi cuerpo con una ceja arqueada y caigo en la cuenta de que estoy semidesnuda.

—Tú amiga estaba cuidando mi comida mientras yo estaba atendiendo una llamada—Su voz ronca y grave susurra en mi oído. El alivio que me inunda al saber que no se ha ido es casi irreal, aflojando mis músculos, regresándome la tranquilidad al cuerpo. Me da un apretón, mi espalda descansa contra su cuerpo.

Si el hombre Armani se ocupó de una llamada, con lo mucho que las aborrece, se debió tratar de algo que requería su atención inmediata y no podía rechazar.

Me volteo hacía Alexandro y sin importarle que la rubia esté a unos pocos metros de nosotros me da un corto beso. Aún no tengo ni la menor idea de cómo es que me sostengo sobre mis piernas, aturdida porque no esté incómodo por las muestras de afecto en público, dejando caer un guiño juguetón después. No nos hemos dado un beso frente a otra persona además de aquella vez en la que Bruno tuvo su pelea. Me vuelvo a sonrojar por segunda vez en la noche. El hombre Armani le da un ligero apretón a mis caderas.

Al ver hacía Kat ella asiente con una radiante sonrisa. Pero en verdad las dos estamos haciendo un gran esfuerzo por no dar grititos de emoción, sobre todo ella, que luego aplasta los labios en una línea y se aguanta de saltar sobre sus pies como una niña. Me lanza una mirada cómplice. No se le ha pasado desapercibido el gesto de Alexandro, ¿cómo hacerlo?.

Joder, ¿estaremos exagerando?

—Una lástima que no pueda quedarme a cenar con ustedes, esto huele de maravilla—Pone cara triste.

—Una pena—Agrega el italiano pero no hay mucha veracidad en sus palabras. Se aleja de mi no sin antes acomodar un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Lo observo por un largo segundo y él oculta una sonrisa burlona.

Sé que la rubia no le desagrada pero también sé que prefiere mil veces más que estemos solos a que acompañados, jamás fue del tipo específicamente sociable, por lo que tomo lo que ha dicho con pinzas.

Esclava del PecadoWhere stories live. Discover now