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Dalila POV'S


Joan está apoyado sobre la columna del gimnasio mientras ambos vemos a Bruno terminar su rutina de entrenamiento. Como es habitual, mi hermano a penas si tiene tiempo para beber un poco de café antes de irse al restaurante.

De sólo pensar en el Anémona, mi piel se eriza.

—¿Cómo estuvo la salida de anoche?

Mi mente recuerda de inmediato el extraño comportamiento de Cristina. No me la he cruzado ésta mañana pero hace un rato me mandó un texto para quedar para almorzar, creo que Kat también vendrá. Es sin duda la oportunidad perfecta para tratar el tema, no quiero nada de drama, pero si explicaciones.

—Nada mal—Le digo. Aún no le he dicho en absoluto sobre Alexandro y sinceramente quiero que se quede así por un buen tiempo. Entonces decido indagar con Joan sobre mi amiga, quizás el sepa algo—¿Todo bien con Cristina?

Me mira al instante—¿Por qué lo preguntas? ¿Te ha mencionado algo?—Su rostro se contrae en una expresión de alerta, los ojos levemente más abiertos y la mandíbula apretada.

Frunzo el ceño. Joder, creo que ahora quizás las cosas puedan tener algo más de sentido. Tal vez estén teniendo problemas. Lo último que Cris me dijo fue sobre su impresionante estrés debido a los preparativos de la boda, y lo enfadada que la tiene la poca cooperación de Joan sobre las elecciones importantes para la gran noche. El dinero también es un punto a resaltar, nada en la ciudad de Nueva York es barato y menos aún tomar la decisión de caminar hacía el altar.

Me reprocho por no haberme dado cuenta de que mi amiga la ha estado pasando mal. Creí que ya lo tendrían solucionado.

—No—Niego—Pero la noto algo diferente, ayer estuvo bastante extraña—Confieso.

Mi hermano cruza los brazos sobre su pecho, suspira pesadamente y aparta la mirada. Uh-oh, cuando hace eso, la cosa es seria.

—Hemos estado teniendo problemas—Acepta.

La música del gimnasio está al nivel justo para que no sea una molestia. La cantidad de gente es bastante moderado, como siempre que da inicio la semana, pero nadie a nuestro al rededor escuchará nuestra conversación, porque realmente todos están aquí para distraerse y enfocarse en ellos mismos.

—¿Es por los preparativos de la boda?—Asiente.

—Sobretodo porque a penas si estoy lo suficiente en casa para compartir tiempo con ella—Pasa saliva con dificultad. Noto lo estresado y muy abrumado que está, es una lástima que siempre tenga que llegar a sus límites antes de decirme lo que sucede y poder desahogarse—Me la paso en el trabajo, Dalila, y es mi pasión. La cocina es en lo que soy verdaderamente bueno. Me gusta el clima agitado, la adrenalina de cumplir con los tiempos y el calor de la estufa quemándome en las mejillas cuando estoy horas de pie cocinando. Vivo por esto. Cada día—Remarca al final.

Asiento—Lo sé.

Es prácticamente un privilegio cada vez que Joan se expresa. Así que siempre intento no decir nada de más, dejar que lo expulse todo antes de darle mi honesta opinión.

—Cristina no lo entiende—Niega. No es hasta recién que vuelve a conectar sus ojos con los míos. La mirada turbada me indica que está en un debate propio—Me dice que soy egoísta, que debería poner mucho más de mi parte en nuestra relación—Chasquea la lengua—Y todo lo que me empuja a hacer es querer tomar la mayor cantidad de carga horaria para no llegar a casa y discutir—Su voz se apaga—Me pregunto si ésto va a funcionar cuando nos casemos, si vale la pena. Quizás tenemos objetivos diferentes.

—¿Sientes que tú carrera está primero?—Inquiero—¿Primero que tú vida personal?

—Si—No lo duda. No le toma ni un segundo  responder.

Esclava del PecadoWhere stories live. Discover now