033 (Parte 1)

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Dalila POV'S






Ni en un millón de años podría haber adivinado lo que Alexandro tenía planeado para ambos esta noche. Con sinceridad es difícil todavía creerlo, aún, cuando le entrega la lleva del coche a uno de los miembros del equipo de seguridad del exclusivo estacionamiento que aguarda por nosotros, después de verificar nuestras identidades e informarnos que nos esperan adentro.

Con la mano del hombre Armani en mi cadera nos guían por un corredor de paredes blancas y suelos relucientes.

La ciudad siempre está cargada de energía, personas por aquí y allá, sobre todo en el centro de Manhattan, pero en eventos como este simplemente esa electricidad alcanza otro nivel. Se siente en el ambiente, y el cosquilleo viaja desde las puntas de los dedos hasta el pecho, dónde los latidos del corazón son constantes y fuertes.

Me olvido por completo del horrible clima del que tan sólo minutos atrás me estaba quejando, alegando que aunque la nieve es bonita, podríamos tener un respiro de las lloviznas frías y los copos enormes que caen del cielo. Por el contrario, me centro en seguirle el ritmo al de seguridad, sonriendo abiertamente a medida que el ruido de la cancha de baloncesto llega a mi oídos.

Me contagio del electrizante ambiente, y ese cosquilleo muy conocido, de la emoción y el entusiasmo, empieza a recorrer mi cuerpo.

Alexandro me da una mirada cálida, esperando mi reacción mientras proseguimos por los pasillos de uno de los edificios más míticos de la ciudad. Una vez llegamos a la verdadera razón del porque estamos aquí, un jadeo de asombro brota de mi boca abierta.

Las luces de los reflectores posicionados estratégicamente en lo alto de los techos y la enorme estructura esférica, que consta de cuatro pantallas, una de cada lado para que se pueda apreciar la imagen desde cualquier ángulo, se situa justo en el medio del recinto. Me entran las ganas de pellizcarme el brazo, ansiosa por comprobar que esto esté realmente sucediendo. Una risa nerviosa se escapa de mis labios entreabiertos, contemplando el desfile de camisetas con los colores azul francia, blanco, y negro. Además de los banderines, sombreros y los pompones de los dos equipos más importantes que estarán enfrentándose.

El italiano le da un apretón a mi cadera y yo vuelvo la cabeza en su dirección.

—¿Te gusta?—Tiene que inclinarse hacia mi oído para que pueda escucharlo, entre la música y el ruido del parloteo, es difícil mantener una conversación. Aquí hay muchísima gente, al fin y al cabo, el lugar está capacitado para reunir veinte mil personas.

En ocasiones tan especiales como esta es prácticamente imposible conseguir entradas. Me hace cuestionar la influencia de Alexandro, porque sin contactos, es inútil siquiera intentarlo.

—¡¿Qué si me gusta?!—Exclamo.

Salto a sus labios sin previo aviso, me recibe gustoso, envolviendo su agarre alrededor de mi cuerpo. Nos separamos segundos después, con una sonrisa gigantesca dibujada en mi rostro y una que llega a surcar por el suyo en respuesta a mi indiscutible alegría. Termina por darme un beso en la mejilla.

—Es bueno saber que lo hice bien—Su ceja se arquea con orgullo.

Así de presumido y arrogante es justo como me gusta. 

Le doy un leve empujón en broma. Antes de que podamos seguir, un chico probablemente pocos años mayor que yo, se presenta. Usa una gorra grabada con el nombre del establecimiento, además de un gafete en su camiseta bien planchada y perfectamente colocada por dentro de sus pantalones. Sonríe amablemente mientras se acerca a nosotros.

Esclava del PecadoWhere stories live. Discover now