033 (Parte 2)

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Dalila POV's



Alexandro mantiene sus ojos puestos en mi, con el ceño marcado y la mirada cargada, se eleva a través de la oscuridad de sus orbes una tempestad aplastante. Me siento pequeña, casi diminuta, mientras estudio su postura. Con la respiración pesada, y la mandíbula rígida, endereza la espalda. Inspiro hondo, reuniendo aire en mis pulmones a medida que los segundos transcurren y mi lengua se niega a formular una respuesta.

—¿Tienes una explicación para mi, Dalila?—Lentamente se adelanta un paso.

Tiene el torso descubierto, y a excepción de unos pantalones deportivos, no lleva otra prenda sobre su cuerpo. Descalzo, con el cabello desprolijo, es como si hubiera salido corriendo de la cama al notar mi ausencia, tomando lo que sea que estuviera primero a su alcance.

Trago saliva cerrando mi labio inferior en un agarre brusco con los dientes. Aprieto hasta que el color rojizo se transforma en uno pálido, demasiado nerviosa para hablar, demasiado humillada por revelarme como lo que soy; una cobarde. Soy incapaz de hacer un leve gesto, una seña,  cualquier cosa además de permanecer estática, aún de pie delante de él.

Me cuesta darle sentido al porqué está así, tan aturdido como iracundo. El pensamiento de que me haya oído confesarle mi amor hace que mi estómago de un vuelco. ¿Es por eso que luce tan enfadado?

Entonces el mundo bajo mis pies se vuelve a sacudir y otra fisura se abre paso en la base que me sostiene, otra hendidura, una nueva herida. Estoy en una posición inestable, peligrosa, y temo que si no me muevo pronto terminaré suspendida en el vacío. Porque sé que nada de lo que salga de aquí hará otra cosa más que lastimarme. Había cierta seguridad en irme sin tener que  enfrentarlo, y de un brusco momento a otro, la ilusión de salir exenta de esto es arrancada, haciendo que los cimientos de los que me sostengo se tambaleen con violencia.

No me hagas decírtelo.

No ahora que estás despierto, mirándome con esa intensidad. Cuando puedes escuchar con claridad cómo he roto las reglas y defraudé la promesa que me hice a mi misma.

Mis labios se separan pero lo único que brota de ellos es un suspiro entrecortado, y me entra la ansiedad. Se le profundiza el ceño, con los músculos de sus hombros muy tensos, prácticamente soy capaz de oír el rechinar de sus dientes.

Si alguna vez creí que había presenciado su ira, estaba ciertamente muy equivocada.

¿Esta así porque lo amo? 

—Vas a tener que empezar a hablar, porque me estoy poniendo impaciente aquí—Es como si su figura se elevara sobre la mía cuando la advertencia en su tono es palpable—Dime por qué me estás dejando así.

Me tardo unos instantes en reunir el valor suficiente para responder, y de todos modos, no preveo la manera en la que mi voz se quiebra.

—Lo sabes—Murmuro, repleta de vergüenza y tristeza.

Su mandíbula se contrae en un corto movimiento. Niega con la cabeza. La mirada se le turba, peleando por continuar negándolo o simplemente dejarme marchar. Gruñe bajo. Como un león acechando a su presa, camina despacio en la habitación, sin quitarme su atención.

—Lo que sé es que te estás escabullendo en medio de la noche—Suena tan malditamente a un reproche.

—Tarde o temprano llegaríamos a esto, Alexandro.

Se estremece y sus manos se hacen puños, vuelve a sacudir la cabeza, suspirando.

—Regresa conmigo a la cama.

Esclava del PecadoWhere stories live. Discover now