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Dalila POV'S

Alexandro se mantiene amable y tranquilo el resto de la conversación, y cuando pienso que es el momento de pedir la cuenta para pagar, recibo la noticia de que él ya se ha hecho cargo de eso. El italiano por supuesto que nota mí ceño fruncido y gesto de reproche, pero hace un gran trabajo en ignorarlo. Lo que lo delata es la sombra de una media sonrisa.

—¿Estás bien?—Me mira a los ojos mientras nos preparamos para marcharnos—¿Necesitas algo más de comida?

Sonrío amable.

—Te agradezco, pero estoy bien así—Él asiente y antes de que podamos ponernos de pie, siento una voz familiar llegar a mis oídos.

—¿Dalila?—Al instante volteo la cabeza. Y jodidamente me arrepiento por ello.

Mí gesto se tensa cuando me encuentro de frente con el idiota más grande que haya pisado alguna vez la Tierra.

Sus ojos café pasan de mí al hombre a mí lado, ligeramente asombrado. Puede que le sorprenda que esté en un encuentro casual con un hombre, o quizás, y lo más probable, es que éste encuentro le genere curiosidad porque esté ocurriendo con alguien como el italiano.

Es casi palpable en el aire; la elegancia, el poder y el estatus.

Aprieto la mandíbula, hago mí mayor esfuerzo por no verme afectada, pero veo que no tiene mucho sentido porque el hombre Armani ya ha notado que algo está pasando. Su oscura mirada va de mí a Hunter, y viceversa.

Maldito Hunter, todo lo que se merece es una patada en las pelotas.

—¿Cómo estás? No te he visto en un tiempo—Le doy un vistazo. Sigue igual. Aquel cabello rojizo suyo, el rostro cubierto en pecas y la sonrisa tan brillante como perfecta.

—Lo sé—Asiento con la cabeza.

Ver su estúpida sonrisa de niño bueno no ayuda a calmarme, puede actuar todo lo que quiera, pero ambos sabemos lo que en verdad es y esconde. Alguien muy capaz de herir a las personas que jura amar.

Él es una basura.

Me vuelvo algo preocupada cuando noto que Alexandro se ha puesto de pie, lo imito. El italiano acomoda su abrigo, el gesto en su rostro se endurece con cada segundo que pasa.

—¿Es un amigo tuyo?—Hunter me mira.

¿Qué carajo le importa?

Pero de todas formas logra ponerme algo incómoda, porque no tengo ni la más mínima idea de cómo responder a eso.

—Mhm, él es...

Pero no logro si quiera inciar cuando me cortan a media frase.

—Alexandro Cavicchini— Su acento se marca con insistencia en cada una de sus palabras, fuerte e intimidante. Hunter alza las cejas y aprieta los labios en una delgada línea cuando el hombre Armani extiende la mano.

No puedo negar que de lo poco que llevo de conocerlo siempre ha mantenido los modales, alguien verdaderamente caballeroso. Pero me gustaría que no fuera así ahora. Jesús, en verdad. El desprecio que siento por la persona delante de mí supera cualquier tipo de gesto medianamente gentil que pueda tener hacía él.

—Hunter Rowland—Él hombre más detestable del Universo, le falta agregar.

Frunzo el ceño.

No entiendo que está haciendo Hunter aquí. No pensé que frecuentara ésta clase de lugares, aunque siempre fue alguien con el talento suficiente para aparentar pertenecer cuando no es así. Tiene sus contactos, y sé que le gusta mucho usarlos para adentrarse en el lado más codicioso y pudiente de Nueva York.

Esclava del PecadoWhere stories live. Discover now