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Dalila POV'S

Observo la espalda ancha y bien trabajada de Bruno moverse, manteniendo la técnica y respetando los tiempos del ejercicio. El boxeador está cansado, es visible, las gotas de sudor caen por su cuerpo mientras intenta mantener la respiración tranquila. Le presto atención a su postura, observando que las rodillas no le fallen hacía afuera o que las plantas de los pies estén ubicadas en el mismo lugar una al lado de la otra. 

—Descansa—Le aviso—Tienes dos minutos de recuperación. Mantente hidratado, el siguiente circuito es el último. 

Bruno asiente con la cabeza, intentando recuperar el aliento. 

Es el último día que entreno con el boxeador hasta la próxima semana, y me pareció buena idea hacerle subir el ritmo cardíaco. Reviso el reloj en mí muñeca y me fijo el tiempo, le queda poco más de un minuto antes de volver a comenzar. En eso, Sandra hace su camino a mí. 

—¿Cómo está todo por aquí?—La mujer de unos cuarenta años es mí jefa, quien manda y se encarga del gimnasio hace ya bastante. Al traer clientes de afuera y no tener mí propio espacio para entrenarlos, todos los meses debo abonar una cuota para poder seguir usando las máquinas y accesorios deportivos, el espacio en general. El resto del dinero, me lo quedo yo.

Sandra lleva unos cuantos papeles en la mano, supongo yo que es el plan de entrenamiento de alguno de sus propios clientes, le da una rápida ojeada hasta que al fin levanta la vista y pone su atención en mi. Le sonrío. Siempre tan ocupada. 

—Bien, con Bruno es el último que tengo hoy—Le informo. La mujer, que se mantiene en una increíble forma y le dedica mucho tiempo a su apariencia, suelta una risita. Lo positivo de tener a alguien como Sandra de jefa, es que es sumamente simpática y justa, sin dejar de marcar el lugar importante que ocupa en el establecimiento. 

Le doy un vistazo al reloj. 

Treinta segundo. 

—Prepárate Bruno, ya casi estás—El rubio asiente, con las manos a cada lado de sus caderas aprovechando todo el tiempo que le queda para seguir recuperándose.

—El chico mejoró mucho desde que está contigo—Mi jefa pronuncia—Muy bien Dalila, de verdad. 

Un sentimiento de orgullo se instala en mi pecho. Es la verdad, el boxeador mejoró bastante en el transcurso de las últimas semanas, y es realmente bueno cuando alguien más puede ver los resultados. 

—Ahora—Proyecto el tono de mi voz, alto y claro. Bruno no tarda en acatar la orden y comenzar con el circuito. 

—¿Estás buscando clientes nuevos?—Sandra me da una mirada. Al instante me vuelvo a ella, asiento con la cabeza. 

—Sí, la promoción que estoy implementando va bastante bien. Quizás el próximo mes comiencen dos de mis amigas, pero veremos—Le digo. Ella asiente encantada. 

—Que bueno es oír eso, de verdad. Nada me gusta más que ver el gimnasio a reventar—Suelto una risa. Es un tanto asfixiante cuando el sitio está tan lleno, pero aquello significa que hay trabajo, y que por lo tanto nos va muy bien, así que no me doy el lujo de quejarme.  

—Lo sé, por eso no dejo de traerte gente—Alzo una ceja con gracia. Mi jefa suelta una carcajada. 

—Me encanta verte tan llena de energía, extraño esos días de juventud—Se queja, frunce los labios. La miro como si estuviera loca, Sandra es una mujer que lo tiene todo para vivir la vida al máximo; Maneja su propio negocio, gana buen dinero, no tiene hijos y por lo tanto ninguna obligación que la ate a nada. Además, tiene un esposo muy apuesto. 

Esclava del PecadoWhere stories live. Discover now