Capítulo 01

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Un trueno resonó en el cielo, la lluvia cayendo en todo Encanto mientras una mujer pelirroja se encontraba dentro de la guardería que estaba asignada a los niños hasta que cumplieran cinco años y una habitación mágica junto a un don se les otorgara gracias al poder del milagro que salvó a su familia y al pueblo.

Pepa Madrigal es una mujer muy volátil con sus emociones, debido a que su don está relacionado al clima, ella debe tener un control sobre sus emociones (o más bien reprimirlas), ya que sus arrebatos podrían molestar a la gente a su alrededor con sus nubes de lluvia y truenos, o con granizo... En el mayor de los casos, podría crear un huracán. Así que ahora mismo, Pepa está murmurando "soleado, soleado, soleado", ya que ahora, cualquiera que pregunte, le responderá que esta enojada mientras sus brazos acunan a una pequeña niña de rizos rebeldes, llevando un vestido blanco que no se ha quitado en dos días, aún si el evento sucedido debió llevar a la madre de la niña a que la atendiera y se deshiciera del estúpido vestido, que sería un recordatorio doloroso para la pequeña del día tan amargo por el que tuvo que pasar.

La controladora del clima esta furiosa con su hermana, sus ojos vagan por la guardería, intentando frenar los pensamientos irritados al mirar las paredes. Y pronto sus ojos están sobre el dibujo, y el corazón de Pepa se destroza de la misma forma en que lo hizo cuando entró a la habitación hace ¿una hora, quizás?, no tiene la noción del tiempo, solo esta segura de que ha pasado bastante rato desde que entró a la guardería.

En la pared, hay un dibujo plasmado con tiza dorada, un dibujo que contiene a la pequeña Mirabel y su nombre. El nudo en la garganta de Pepa volvió y la nube en su cabeza tronó junto al trueno del exterior, milagrosamente, su sobrina ni siquiera se inmutó, quizás estaba demasiado agotada como para registrarlo. Cuando entró a la habitación al escuchar los sollozos de su sobrina desde el otro lado de la puerta, sus instintos maternales la arrastraron sin dudar a la habitación, encontrándose con la dolorosa escena de como Mirabel, su pequeña niña estaba llorando frente al dibujo mientras aún sostenía la tiza en su mano.

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—¿Mirabel? ¿Cariño? —la llamó suavemente, intentando no asustarla y repitiendo en su mente su mantra para que la nube sobre su cabeza no comenzara a soltar lluvia. Su pobre sobrina se estremeció cuando volteó a verla, sus labios se separaron una y otra vez, como si intentara hablar, pero ella soltó en llanto de nuevo. Pepa de inmediato se acercó a ella, cargándola en sus brazos mientras las gotas de lluvia comenzaban a caer sobre ambas. La mujer la meció de un lado a otro, ignorando que Casita cerraba la puerta para darles privacidad —. Oh, mi niña, todo estará bien —le susurró, se maldijo internamente cuando su voz salió temblorosa y llovió un poco más. 

—¿Ya nadie me amará? —le preguntó entre pequeños hipos, y Pepa se paralizó ante la pregunta, separando a Mirabel un poco para poder mirarla al rostro.

—Mirabel, por supuesto que aún te amamos —le responde, frunciendo su entrecejo con preocupación al ver brillar la duda en los ojos de su sobrina —¿Por qué creerías que te dejaríamos de amar? —pregunta, e inexplicablemente, teme la respuesta, como si ésta la fuera a poner furiosa, los vellos de su nuca se erizan con anticipación, como si una fuerte lluvia estuviera a punto de desatarse.

—Tío Bruno se fue, ¿fue por qué yo no recibí un regalo? ¿Es mi culpa? —Pepa abre sus ojos en shock, se paraliza un buen rato ante la dolorosa pregunta, su hermano desapareció a la mañana siguiente a la ceremonia de Mirabel, por más que intentaron encontrarlo, su madre fue tan fría como un bloque de hielo, deteniéndolo todo y estableciendo el "No se habla de Bruno" con una rapidez que honestamente, amargó la boca de Pepa. Antes de que pudiera responder para refutar esa idea en su pequeña cabeza, Mirabel continuó —. La abuela me mira diferente —agregó con su voz temblorosa, sus pequeñas manos agarraron los volantes amarillos del cuello de su vestido —. Ni mami, ni papi, ni mis hermanas han venido a verme, ¿también dejaron de amarme? ¿Soy una mala niña? —entonces la lluvia se desató sobre sus cabeza cuando Mirabel rompió en llanto abierto, escondiendo la carita en su hombro. Pepa se quedó paralizada, abrazando con un poco más de fuerza el cuerpo de su sobrina mientras las palabras de la niña se repetían en su cabeza.

Arde, mi bella estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora