Capítulo 42

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Los últimos seis meses habían transcurrido tranquilamente, construir de nuevo los cimientos de su antiguo hogar claramente fue un gran reto y necesitó toda la dedicación del mundo. Fue agotador, incluso un poco desesperanzador, ya que después de todo, no era su Casita, no más su amada Casita, pero igualmente, estarían bien...Todo estaría bien.

—¡Mira! —Mirabel apenas pudo guardar el equilibrio ante el impacto de los dos niños contra ella, que se aferraron a su falda.

—¡Toñito! ¡Annie! Casi me dejan en el suelo —Mirabel ríe, acariciándole las cabezas con cariño.

—¡Ya es momento! ¡Ya es momento! —exclamó Annie con emoción, tomando la mano de Mirabel, mientras la otra la tomaba Antonio, sólo para que ambos comenzaran a tirar de Mirabel en dirección cuesta arriba, donde su hogar y la mayor parte de la gente se encontraba reunida.

—Lo sé, lo sé —les repite Mirabel con diversión, dejándose llevar por sus hermanos a toda prisa. Finalmente, su hogar estaba preparado para ser habitable, y por idea de alguien (honestamente no recuerda quien hizo la sugerencia), decidieron hacer una especie de "inauguración" para la nueva casa de los Madrigal en la que todos trabajaron con mucho esfuerzo.

—¡Finalmente están aquí! —exclamó Camilo con su típica sonrisa burlona. Mirabel notó como el lado amarillo y azul de la familia tenían posiciones a cada lado del camino hacia la puerta, pero su atención no duró mucho en ese detalle por culpa de sus hermanos —¿Acaso venías a paso de tortuga, hermanita? —Mirabel sólo le sacó la lengua con reproche mientras su mami se encargaba de darle una palmada en la nuca a Camilo, quien siseó ofendido.

—Bueno, ¿qué tal si hacemos esto finalmente? —interrumpe Isabela, enviándole una mirada de reproche a Camilo, sólo para dirigirla de nuevo a Mirabel —. Oye, mimosa, ¿quieres apurarte? Quiero disfrutar mi habitación nueva.

Mirabel frunce el ceño con confusión, y quiere cuestionar a Isabela, pero Dolores interrumpe de inmediato cualquier intento de Mirabel de hablar.

—Sabes que no es posible abrir una puerta si no tiene un pomo, Isa —la reprende Dolores con cierta diversión, pero su mirada llena de cariño está clavada en Mirabel, quien no puede procesar aún la insinuación de sus hermanas.

—Falta el pomo —la vocecita de Antonio la lleva a mirarlo, notando que ha dejado de aferrarse a su brazo, sólo para que rebusque algo en sus prendas y pronto, su hermanito acuna en sus manos un pomo dorado y brillante, y con una suave sonrisa, se lo extiende a Mirabel, quien lo toma en su mano temblorosamente.

—Yo... ¿Por qué? —pregunta Mirabel con un nudo en su garganta y sus ojos acuosa, recorriendo con la mirada a su familia hasta que sus ojos se encuentran con los de sus padres, quienes le sonríen con cariño.

—Oh, vamos, Bely, ¿en serio preguntas "por qué"? —le dice Camilo con una sonrisa.

Mirabel resopla de mala gana, evitando derramar sus lágrimas por la notoria entonación de obviedad de su hermano. Toñito toca con sus manitas el largo de su brazo, así que ella lo baja y sin soltar el pomo, su hermanito solo envuelve sus manos sobre la de ella.

—Vamos —susurra Annie a su otro costado, apretando su mano con suavidad. Y pronto, los niños la acompañan hacia la puerta.

—Literalmente, hiciste florecer nuevas flores y árboles al ayudarme a ser más valiente, a liberarme de la "perfección" de la que tanto temía soltarme —dijo Isabela repentinamente, provocando un vuelco en el corazón de Mirabel.

—Eres muy fuerte, moviste montañas de miedo para ayudarnos —agregó Luisa, haciendo un pequeño puchero al reprimir las ganas de llorar

—Eres lista, escuchaste las grietas y actuaste —dice Dolores después, con una mirada llena de orgullo hacia su hermana.

Arde, mi bella estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora