Capítulo 11

2.5K 214 199
                                    

N/A: ¿Quieren morir de amor? Yo si me morí de amor :") (comenta primero y te dedico el siguiente cap)

~~~~~

Mirabel tiene ocho años cuando hizo un bordado que la dejó satisfecha después de casi un año aprendiendo con la costurera del pueblo. Sonrió ante el patrón que contemplaba en la pañoleta amarilla que servía de listón para el cabello, estaba emocionada por mostrársela a la dueña.

De inmediato, guardó el objeto en una caja de cartón, decorada con papel de regalo color amarillo y cuando estuvo segura de que había guardado bien su regalo, de inmediato se dedicó a limpiar un poco el desastre que había dejado en su escritorio que tenía todos sus materiales de costura y pedazos de tela esparcidos.

Mirabel le gusta mucho bordar, la primera vez que vio los bordados de la señora María en la ropa que consiguió, inmediatamente pensó que quería aprender a hacer eso, pero aún tenía seis años y dudó mucho en preguntarle a Pepa o a Félix acerca de que quería aprender, así que se esperó hasta después de su cumpleaños para ser valiente y decirles que ella quería aprender a coser y bordar. Pepa se mostró mucho más preocupada por la idea, no quería que se exigiera mucho y no perdiera horas valiosas que podría aprovechar para jugar como los demás niños, tuvo que recurrir a sus ojitos de cachorro que no había usado en dos años para convencerla, ya que Félix estaba feliz de dejarla aprender. Mirabel entendió la preocupación de Pepa, su tía siempre se ha preocupado por ella y siempre hacía lo mejor para ella, por eso, a Mirabel no le molestó para nada que Pepa le haya dado la condición de que solo serían dos horas en las que tomaría lecciones para aprender. Recuerda lo feliz que estaba cuando le dijo eso y abrazó a Pepa y a Félix con fuerza, diciendo muchas veces "gracias".

Una vez que su escritorio se ve un poco mejor que antes, ella se levanta de su silla, corre de inmediato a su cama, recogiendo la pañoleta beige con bordados de mariposas en hilo rojo para amarrarlo en su cabeza, imitando como lo usa su tía Pepa. Amaba esa pañoleta, después de la perdida de sus listones por culpa de Lucas, su hermana le había conseguido este regalo —¡Casita! Estoy lista para hacer esto, ¿crees que le gustará? —le preguntó a su amiga mientras se acomodaba mejor el bolso que Félix le había regalado cuando lo compró el mes pasado en el mercado, era de color rojo y Mirabel juraba que cuando terminara el otro proyecto que había empezado, bordaría muchas mariposas en su bolso. Casita agitó felizmente las puertillas de la ventana, respondiendo a su pregunta y Mirabel tenía mucha mayor confianza, después de todo, Casita siempre decía la verdad —¡Iré ahora mismo! —dijo felizmente, tomando la caja donde el regalo venía y lo metió a su bolso.

Giró sobre sus pies, caminando rápidamente a la puerta, su mano fue hacia el pomo que ya alcanzaba mucho mejor debido a su crecimiento, tomó una respiración profunda —. Enorgullece a tu familia —susurró con una sonrisa, y abrió la puerta para salir de la habitación, girando de inmediato en el pasillo para dirigirse a la habitación familiar. En su prisa, no prestó atención cuando la puerta de una de las habitaciones se abrió, y antes de poder evitarlo, ya había chocado su hombro contra... Isabela —¡Lo siento! —se disculpó de inmediato, inevitablemente se encogió sobre si misma, sabiendo que Isabela le gritaría a continuación.

—¡¿Por qué no puedes ver por donde vas?! —la cuestionó la princesita dorada con enojo, mirándola con el ceño fruncido —¡Deja de cruzarte en el camino de los demás sin cuidado! —Mirabel mordió su labio, apartando la mirada lejos de la de Isabela. Esto se estaba volviendo una rutina, y Mirabel quizás prefería mejor la época en que Isabela ni siquiera la miraba, porque en este último año, después de que sucedió un accidente similar meses antes de su cumpleaños número ocho, ahora Isabela ponía los ojos en blanco cuando la miraba, estaba ese ceño de desaprobación (igual al de la abuela) en su rostro, y si cometía el error de chocar con ella, entonces le gritaría... Ojalá Mirabel no fuera tan torpe, pero lo era, así que a lo largo de este tiempo ahora era ella quien intentaba estar completamente fuera del camino de Isabela (de cualquiera del lado de su familia en realidad), y resultaba casi siempre fácil, ya que casi todo el día cumplía con el deber de ser la niña de oro en el pueblo, pero había días en los que simplemente Mirabel solo tenía mala suerte, quizás debía echarse sal al hombro... Mirabel repentinamente frunció el ceño, ¿eh? Es cierto, el tío Bruno hacía eso (y no se habla de Bruno, así que debería parar ahí si no quería problemas).

Arde, mi bella estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora