Capítulo 36

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N/A: No estaba muerta (bueno quizás si), estuve intentando salvar el semestre jsjsjs.

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Mirabel se mantuvo quieta unos segundos, sintiendo los rayos del sol sobre su cara mientras vestía un sencillo vestido color naranja. Debido a todo lo sucedido la noche anterior, no les dio tiempo para revisar en los restos de su hogar si habían prendas de vestir que pudieran rescatar, así que solo poseían lo que llevaban puesto cuando ocurrió el incidente. Y la ventaja de tener una tía que era dueña de una tienda que surtía prendas de vestir, es que les proporcionaría la ropa en lo que llegaba el momento en que subieran la colina y revisaran si había objetos por salvar después del... Después del derrumbe.

La quinceañera hizo una mueca, una sensación llena de incomodidad y opresión instalándose en su pecho. Ciertamente, no sabía cómo tomar el hecho de subir a la colina sólo para ver los restos de su hogar. Sus padres le dijeron en el desayuno, mientras estaban sentados a la mesa junto a Rosita y Susan, que no era necesario que fuera, que podía quedarse descansando un poco después de todo lo sucedido el día anterior. Pero Mirabel les aseguró que estaba bien, y que quería también estar ahí con toda la familia, incluso Toñito y Ann habían asegurado que irían también, así que debía hacer su mejor esfuerzo.

Pronto, sintió un brazo engancharse al suyo, y con los ojos cerrados, sonrió al reconocer quién la sostenía (reconocería el contacto con los ojos vendados).

—Hey, Lolo —le susurra, abriendo sus ojos e inclinando su cabeza para mirarla, siendo recibida por la mirada amorosa de su hermana mayor —¿Ya nos vamos?

—Mamá está luchando un poco más con Annie, al parecer le incomodó algo del vestido que le prestó Rosita y lo cambiaron por otro. Tío Bruno está hablando con Susan y al parecer estaba un poco nervioso con ella —emitió una suave risa —. Toñito está con papá y Camilo, hablando algo sobre cómo Toñito puede crecer más alto —de pronto, Dolores inclina su cabeza un poco, como siempre ha hecho para escuchar un poco más, pero repentinamente se congela, abriendo sus ojos con asombro —. Oh, es cierto, yo ya no... —susurró, casi como si fuera sólo para si misma mientras su mirada adquiría una atención distante.

Mirabel pronto recuerda que los dones se han ido, y hace una pequeña mueca —¿Estás bien? —pregunta con voz pequeña. Quizás el don de su hermana la llegó a abrumar en muchas ocasiones, pero también fue una constante en su vida, y Mirabel honestamente estaba preocupada por su familia que casi toda una vida fue mágica, solo para ya no serlo más.

Dolores sonrió suavemente, su mirada pronto volvió a Mirabel —. Me estoy acostumbrando, ¿sabes? He vivido por tanto tiempo con él, que el cambio se sintió extraño, como si hubiera un hueco que quedará vacío por siempre —negó con su cabeza —. Pero también, por primera vez en años, siento que puedo darme un respiro de sentirme constantemente metida en las conversaciones de otros —su hermana mayor suspiró —. Creo que deberé acostumbrarme.

Mirabel tarareó en acuerdo, sólo para mirar por sobre su hombro cuando escuchó el rechinar de la puerta principal, notando cómo su tío Bruno aparecía, caminando en medio de Annie y Toñito, quienes lo llevaban de la mano mientras le hablaban de trivialidades.

La quinceañera no pudo evitar sonreír con un poco de tristeza. Su tío estaba demasiado delgado, llevaba ojeras bajo sus ojos muy predominantes, y ella sabe que es por los años de vivir tras las paredes, lejos del contacto familiar (él se encoge un poco con timidez cuando habla con los niños, en el desayuno hizo su ritual de tocar madera al menos cinco veces antes de sentarse, cuando se siente presionado tartamudea). Pero a pesar del evidente estado de nerviosismo e incomodidad, Bruno genuinamente parece feliz, escuchando a los niños de cinco años, y esa vista sólo reconforta a Mirabel, al menos, él podrá recibir el amor que se perdió en 10 años en abundancia (porque su mami se sentó en medio de su tío Bruno y ella, y mantuvo sus brazos extendidos para abrazarlos a ambos, como si tuviera miedo de que desaparecieran y Mirabel sospecha que estarán pegados así a ella por mucho tiempo).

Arde, mi bella estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora