Capítulo 40

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Camilo abrió sus ojos en medio de la noche, sentándose de inmediato mientras su frente estaba bañada en sudor y respiraba irregularmente. De inmediato giró su cabeza, observando a su hermana a su lado. Mirabel dormía, pero tenía lágrimas resbalando por sus mejillas mientras apenas lograban escucharse sus sollozos. Del otro lado de Mira estaba su mami, quien parecía apenas haber conciliado el sueño, ya que su cabeza colgaba un poco mientras las manchas oscuras resaltaban debajo de sus ojos. Camilo acercó la mano al rostro de su melliza, acariciando su lado derecho del rostro en un gesto tranquilizador. Puede quizás que su mami podría calmar mejor a Mirabel entre sueños, pero Pepa lucía muy cansada y era tan difícil que pudiera conciliar el sueño que prefirió encargarse él mismo por ahora.

Mirabel dormía entre Pepa y Camilo esa noche en la cama, solían cambiar de posiciones con el transcurso del día de dónde dormía cada quien, así que no fue nada difícil solo moverse un poco para deslizar su brazo y atraer a su hermana hacia él, dándole suaves palmaditas en la espalda para arrullarla.

—¿Cami? —murmuró Mirabel entre la conciencia e inconsciencia, parpadeando aturdida mientras las lágrimas sólo resbalaban en silencio por sus mejillas.

—Aquí, hermana —le susurró en respuesta sin dejarla de arrullar, y Mirabel pronto estuvo profundamente dormida de nuevo.

Camilo suspiró, recargando su frente en la cabeza de su hermana. Tenían mucho de esas pesadillas constantemente, los más pequeños una que otra vez se despertaban llorando y gritando, y pasaban horas pegados a Mirabel hasta que el miedo se marchara. Dolores tenía un buen de esas pesadillas también, sólo que de todos era la más tranquila y discreta para afrontarlo, manteniendo a Mirabel en su mira constantemente hasta que la incertidumbre pasara. Papá no era ansioso, nunca lo fue, pero en ocasiones, parecía a punto de acabar con sus uñas hasta no ver o saber de Mirabel, hasta entonces se relajaba. Su mamá era la más ansiosa, constantemente parecía que no dejaría respirar a Mirabel a veces, no dormía mucho al estar constantemente observando a Mirabel dormir; estaba mejorando con el paso del tiempo, todos lo estaban haciendo, pero aún sufrían esa ansiedad de haber perdido una vez a Mirabel y tener miedo de que en realidad, ella no está aquí.

Pero ella está aquí, así que Camilo se lo repite una y otra vez a sí mismo hasta volver a quedarse dormido.
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Sin duda este día luce prometedor para Mirabel, quien con una sonrisa mientras aplica un bordado de flores coloridas en la falda de un vestido que estuvo haciendo para Isabela (la nueva y alocada Isabela), casi dándolo por terminado en tonalidades de un azul muy oscuro, casi como si fuera el cielo de la noche.

Tan concentrada como estaba, Mirabel apenas se percató de una presencia más junto a ella, que cuando prestó atención ya se le había lanzado encima, abrazándola.

—¡Te daré un baño de tierra! —canturreó la voz alegre de Isabela, abrazándola mientras la mecía enérgica de un lado a otro.

—¡Isabela, no! —gritó Mirabel entre risas, dejando ir de inmediato el vestido que estaba haciendo al notar a Isabela llena de tierra y lodo —¡Isa! —llamó chillando, sin poder dejar de reír mientras "luchaba" por liberarse.

—Eso te ganas por desaparecer —murmuró Isabela entre risas, dejándola finalmente en libertad mientras seguía de pie frente a ella —. Creí que seguías en el huerto conmigo, ¡y de pronto estaba hablando sola, Mirabel Margarita! —Mirabel no puede evitar seguirse riendo.

—¡Lo siento! Creí que me escuchaste cuando dije que volvía a la construcción —le dijo a la morena con una sonrisa nerviosa, encogiéndose de hombros un poco —. Quería terminar mi proyecto —le dijo con una sonrisa, mirando hacia el suelo donde la canasta con sus cosas estaba y el vestido relucía sobre ella.

Arde, mi bella estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora