Capítulo 30

1K 112 12
                                    

3:20 de la tarde.

Mirabel miró a su mami con pánico, notando cómo la nube gris aparecía sobre su cabeza mientras avanzaba para entrar a la habitación, la puerta cerrándose detrás de ella por obra de Casita.

Bien, Mirabel ha tenido una buena vida, no se arrepiente de nada, porque su querida madre está furiosa y eso significa que estará muerta pronto.

—Mirabel Margarita Rojas Madrigal —oh, está tan muerta —¿Entraste a la torre de Bruno? —un trueno resuena de la nube de su madre, quien la observa severamente a los ojos. Mirabel traga en seco y asiente, ganando otro trueno —¡¿Cómo diablos se te ocurre entrar a esa habitación?! —grita desesperada, dando dos zancadas y llegando hasta ella solo para tomarla de los brazos —¡¿Que hiciste?! ¡¿De dónde sacaste la visión?! ¿¡Cruzaste el abismo para llegar a la cueva?! —Mirabel vuelve a asentir, temerosa de que si abre la boca entonces su madre decida acabar con su vida —¡Eso fue peligroso! ¡Niña imprudente! ¡¿Cómo hiciste para cruzarlo?! ¡¿Qué hubiera pasado si caías?! ¡¿Y si te herías y nadie sabía dónde estabas?! —la angustia y el terror puro se resbalan en el tono de su madre, haciéndola querer romper en llanto.

—¡Lo siento! ¿¡Okey?! —llora Mirabel, rompiéndose de inmediato mientras hace sus manos puños y los pone en los hombros de su mamá —¡Necesitaba saber que sucedía con la magia! ¡Me dijeron que Bruno tuvo una visión sobre ello y fui a buscarla! ¡Y al parecer soy yo! ¡Yo estoy lastimando la magia! —hunde su rostro en el pecho de su madre, llorando en voz alta. Está tan asustada que apenas puede respirar. Pepa está rígida, y por dolorosos segundos está en silencio, sin moverse, alimentando más el terror de Mirabel, pero ni siquiera tiene tiempo de que la ansiedad se ancle, porque su mamá la envuelve en sus brazos, la nube dejó incluso de tronar.

—Amor, está bien, respira —le pide su mami con suavidad, frotando círculos en su espalda —. Soleado, cariño, soleado —Mirabel repite el mantra de su mami hasta que logra calmarse y separarse de ella para mirarla a los ojos —. Bien, nubarronita, lo hiciste bien —le susurra, pasándole las manos por las mejillas para limpiar sus lágrimas, moviendo sus lentes y retirarlas también de sus ojos —. Ahora, sin entrar en pánico, veré esa visión y resolveremos esto, ¿bien? —Mirabel asiente, separándose de su mami para dejarla acercarse al escritorio y ver la visión. Mantiene sus ojos clavados en su madre, observando su reacción. Pepa sólo observa un segundo la visión fijamente, su expresión se mantiene neutral y pronto toma la tapadera del rompecabezas, mirando más de cerca la tableta rota, luego los ojos de su mamá se abre con sorpresa —. Mirabel, observa —la quinceañera obedece, volviendo sus ojos a la tableta, solo para observar como su mami la inclina y la imagen cambia, igualmente está frente a Casita, pero ésta se encuentra sana y la propia Mirabel está sonriendo con alegría mientras algunas mariposas parecen revolotear a su alrededor.

—¿Cómo...? —murmura con su voz temblorosa, pero no tiene más tiempo cuando llaman a la puerta y la abren. Tanto Pepa como Mirabel miran rápidamente, solo para ver a Dolores ahí, con una expresión preocupada.

—La abuela casi está aquí con los Guzmán —les avisa, una mirada cómplice en sus ojos.

Pepa asiente —. Bien —declara con firmeza, girándose al escritorio, dónde lanzó los fragmentos de la tableta de nuevo al bolso para luego ponérselo a Mirabel —. Escucha, vamos a resolver esto después, por ahora, mantén esto contigo y no te separes de ellos. Dos cabezas piensan mejores que una, y en nuestro caso, tenemos a tu papi y a tus hermanos para pensarlo —le dice su mamá con una expresión preocupada, colocando su mano en la mejilla de Mirabel —. Te ha dado dos versiones, eso nunca había pasado con las visiones de mi hermano, pero te aseguro que tú no estás lastimando la magia, te lo digo como tu madre, que te conozco como la palma de mi mano, que te he visto crecer y sé de lo que eres capaz. Tu. No. Estás. Lastimando. Nada —Mirabel asiente a las palabras de su mami, sintiéndose completamente segura ahora y mucho menos ansiosa por esa visión —. Ahora vamos, terminemos con esa comida de compromiso y averigüemos que quería decir esa visión —Mirabel se adelanta, saliendo al pasillo donde Dolores desliza su brazo con el suyo para enlazarlos y le da un apretón reconfortante, su mami se pone de su otro lado, enganchando de la misma manera su brazo en el de Mirabel.

Arde, mi bella estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora