Capítulo 15

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Mirabel entiende que la vida esta llena de cambios, sus padres siempre le enseñaron eso a ella y a sus hermanos, comprende el significado, es una niña inteligente después de todo (más de lo que debería, diría su mamá), así que no le tiene miedo a los cambios.

Han pasado tres meses desde que cumplió nueve años y dos meses desde que se lastimó por culpa de la señora Pérez, la cual, por alguna razón, siempre se aleja del camino por donde ella va, la esquiva y eso le genera curiosidad, quizás sus padres fueron muy duros con ella después de que la abuela regañó a la señora.

La dinámica en Casita cambió un poco después de eso, Mirabel no tuvo muchos problemas con ello, es decir, ella tenía a sus padres y a sus hermanos de su lado, así que no le importaba devolver el saludo mañanero que Julieta le daba cuando ella se despertaba antes que el resto y se la encontraba por el camino, se sentía un poco incómodo, pero no le hacía daño, además, Julieta les daba la comida mágica a ella y a su hermano cuando se lastimaban, por lo que estaba bien tener modales con la señora Julieta.

En algún punto del día, Luisa la saludaba con una sonrisa y revolvía sus rizos con su gran mano, y al finalizar el día, aún compartían cartas, ya que habían descubierto que eso les resultaba divertido. La primera vez que sucedió la interacción, Mirabel honestamente se sorprendió mucho, quedándose paralizada unos instantes, las ganas de preguntarle si la abuela no la había regañado el día anterior por ayudarla a llevarla a Casita cuando se hirió murió en su lengua cuando Luisa le sonrió y le aseguró que estaría bien, que la abuela en realidad estaba orgullosa porque había cumplido su rol en la familia que era cuidar de todos.

Es bien sabido que Mirabel ayuda con los quehaceres de Casita junto a Félix cuando Camilo queda para jugar con algunos de sus amigos, Agustín siempre participa igual, pero siempre hace algo que está apartado de donde ella y su papi están ocupados. Un día, cuando ella estaba barriendo y Agustín estaba desempolvando, él le preguntó acerca de su aprendizaje con los instrumentos de música. Por un momento, ella no supo que hacer, totalmente en pánico porque Agustín estaba hablando con ella después ¿de que? ¿casi cuatro años?, la molestó un poco, una parte de ella no quería responder e irse de ahí para encontrar a su papá, pero también sería un poco grosero, como había dicho la señora Julieta, ella no les debía nada, pero ella era mejor que ellos, Pepa y Félix le enseñaron a ser cortés y amable, incluso con las personas que no le agradaban, así que Mirabel sería una niña educada y respondería la pregunta. Se volvía una rutina irregular, a veces, él preguntaría algo y ella respondería, en raras ocasiones, le daría un pequeño consejo que sin querer admitirlo, a ella le funcionaría.

Con quien tenía algunos problemas (muchos en realidad), era con Isabela, simplemente a veces era insoportable, Mirabel no podía hacer algo gracioso en su presencia porque pondría sus ojos en blanco, no podría hablar con su madre en los campos y luego caminar a un lado de ella porque Isabela le diría que debería dejar a aquellos con dones trabajar, Mirabel no debía cometer el delito de golpear un poco su hombro al pasar porque Isabela le gritaría. ¿Y Mirabel? Mirabel no se dejaría, si Isabela lanzaba un comentario malo, Mirabel le devolvería otro, era un círculo que la molestaba, dejándola con un amargo sabor de boca, pero al fin y al cabo, era una rutina que por alguna razón, aceptó.

Abuela era... complicada. Sus padres siempre la han descrito con esa palabra y Mirabel siempre les dará la razón con eso. Cuando la señora Pérez la lastimó, abuela fue quien le dijo a esa mujer y a cualquiera que escuchara mientras la había atrapado en medio de la plaza, que nadie podía meterse con ninguno de los Madrigal, que meterte con uno de ellos es ofender al resto y ganarse su repudio y desprecio. Su hermana Dolores le contó también que cuando la señora Pérez le dijo a abuela cosas feas sobre Mirabel, la abuela la hizo retroceder solo con palabras, le dijo que era una vergüenza que siendo una mujer mayor, se metiera con una niña que ni siquiera la molestaba, y les advirtió a todos en la plaza, que aquel que tuviera un problema con la presencia de Mirabel, entonces tenía un problema con ella y el resto de la familia. Cuando Mirabel le dijo a su hermana que no entendía porque la abuela había hecho eso, Dolores se encogió de hombros admitiendo que ella tampoco lo entendía, pero que al menos con eso ya no intentarían lastimarla como lo hicieron... Después de eso, Dolores la abrazó fuertemente y le besó la mejilla mientras rodaban sobre la cama, levantando los ánimos de Mirabel.

Arde, mi bella estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora