Capítulo 06

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Pepa logró calmarse después de bastante tiempo, finalmente su respiración volvió a la normalidad, logrando soltar a Félix y dejar que la nube oscura se disipara.

—Lo siento, amor, te dejé empapado —le susurró Pepa, haciendo una pequeña mueca de disculpa.

Félix emitió una suave risa, acercando la mano a su rostro y acariciándole la mejilla —. Mi vida, sabes que nunca me ha molestado tu lluvia, recuerda, te amo con todo y clima incluído —le dijo con cariño, logrando una sonrisa en la controladora del clima.

Pepa al final suspiró, recordando que no podían detenerse más tiempo aquí, sus ojos viajaron hacia donde estaba el dibujo, mirándolo fijamente con tristeza —. Yo no sé cómo ella pueda sobrevivir a esto, Félix, no quiero que ella sienta que debe huir de aquí como lo hizo Bruno... No quiero que después sea un "no se habla de Bruno y Mirabel". Mamá está segura de que Bruno vio algo terrible, que Mirabel es el centro de ello... Pero ella es una niña, ¿Por qué ella no puede verla con mis ojos? ¿Por qué ella cree que su nieta vale menos o es una señal de peligro solo por no tener don? —apretó la mandíbula con fuerza.

—Tu madre es muy complicada, mi vida, lamentablemente no podemos saber cómo piensa, pero nosotros solo estamos seguros de una cosa —Félix tomó sus manos, logrando que ella volviera su mirada hacia él. Los ojos de su marido brillaban con determinación, totalmente decidido —. Mirabel es nuestra hija ahora, lo decidimos, lo haremos. Ella sobrevivirá a esto porque no lo hará sola, nosotros estaremos ahí y haremos lo que sea mejor para ella.

Pepa le sonrió con amor —¿Qué hice para merecerte?

Félix emitió una suave risa —. Me enamoraste cuando le diste una paliza a un chico que te llamó "loca del clima", desde ese momento quedé cautivado, mi vida.

Pepa no puede evitar reír, la tensión en su cuerpo desvaneciéndose... Es cierto, ellos podían hacer esto, juntos. Mirabel podía sobrevivir a esto junto a ellos. Ella no estará sola nunca, no repetirá los mismos errores que cometió con Bruno, nadie se atreverá a lastimar a su pequeña nubarronita.

[...]

Pepa y Félix pudieron volver con los niños después de que ambos fueron a la habitación de la pelirroja a cambiar sus prendas mojadas, incluso Pepa recogió una muda de ropa para Mirabel, quien debía estar aún húmeda por la lluvia que cayó sobre ellas.

Al ingresar a la habitación, notaron como Camilo estaba bajo las sábanas de la cama de su hermana, Mirabel llevaba puesto un camisón rojo que a Dolores hace mucho tiempo le quedó pequeño, pero aún era grande para la menor.

Pepa no pudo evitar arrullar ante la vista cuando su sobrina estaba haciendo un lindo puchero en un intento de parecer molesta cuando Dolores le sonreía a la niña con satisfacción.

—Me deshice de la ropa mojada, creí que podría enfermarse —comentó Dolores con voz suave, caminando en dirección a su cama para sentarse, Camilo salió de entre las sábanas, subiéndose al regazo de su hermana mientras miraba a Mira.

—Es grande —murmuró Mirabel sin perder su puchero, el rojo aún estaba en las esquinas de sus ojos que se notaban cansados por el llanto.

—Te queda bien, muñequita —le dijo Félix con cariño, caminando hacia ella y levantándola en sus brazos —¿Sabes? Incluso podría parecer que usas un vestido de princesa —le murmuró suavemente, como si fuera una especie de secreto.

Pepa observó con deleite como los ojos de Mirabel se iluminaron, mirando a Félix con asombro.

—¡Quiero ser el caballero de la princesa Mira! —exclamó Camilo en voz baja, consciente de que su hermana podría salir lastimada si gritaba cerca de sus oídos.

Arde, mi bella estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora